Todos tenemos vecinos, vivamos donde vivamos. Son caras conocidas que nos acompañan cada día. Algunos hasta acaban siendo amigos, otros no nos gustan mucho y nos limitamos a saludar educadamente, o pasamos de ellos.
Ya llevamos aquí cuatro meses, que barbaridad, cómo pasa el tiempo, sin que te des cuenta.......el otro día estaba sentada en uno de los cafés que frecuento y me di cuenta de que ya tengo vecinos. Hay un grupo de personas anónimas con las que coincido por el barrio. Es agradable salir a la calle y reconocer personas, aunque no tengas ninguna relación con ellas.
Entre ellos hay varios por los que siento especial simpatía. El que más me gusta es un jubilado que aparece con frecuencia por el parque. Los niños le adoran. Lleva una caja de metacrilato metida en una bolsa de tela por la que asoma ........un loro. O mejor dicho, una lora. Se llama Lisy la saca casi todos los días si hace buen tiempo, para que tome el aire. Cuando llega, todos los niños corrren a mirarla. Le encantan los niños y en cuanto se acercan empieza a emitir divertidos gritos de bienvenida. Su dueño les cuenta cosas sobre este peculiar animal. Los años que tiene, doce, lo que le gusta, lo que no......y luego la saca de la jaula y reparte almendras entre los niños, y alguna madre, para que le den de comer. Si aparece por el cielo un globo o algún avión, lo guarda rápidamente en su caja porque no le gustan nada. Se asusta, piensa que son peligrosos enemigos. Tiene especial aversión a las cosas que vuelan y son de color rojo.
Otro es un señor de unos 55 años que no sé por qué lleva siempre una mascarilla. La primera vez que le vi pensé que debía estar resfriado, pero más bien debe estar convaleciente de alguna enfermedad. Lleva siempre a su perro, un Golden Retrevier, exactamente igual que Siete, el perro que tenía la madre de Diego. Sólo nos saludamos, juego un rato con su perro, comentamos qué día tan bueno hace.....y hasta luego.
También hay una señora, encantadora, que se me acercó un día a preguntarme qué tal funcionaba el ipad, y si era fácil de usar. Quién me lo iba a decir a mí, que le estuve enseñando como funciona.
Reconocer a tus vecinos te da la sensación de vivir de verdad en un lugar, de dejar de ser turista temporal.
La última es la vecina a la que Diego vio en pelotas por la ventana, es muy simpática, pero cada vez que nos la cruzamos nos da la risa y Diego me dice.....esta mejor desnuda que tu padre vestido........ja ja ja.
Sí, la de la foto es nuestra casa y lo que está abierto arriba, el famoso mirador.
ResponderEliminarY el loro habla con acento americano?
ResponderEliminarJajajaja, no Lucía, habla con acento de Cádiz ;)
ResponderEliminarjajajaja era por curiosidad jopetaaaa
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