lunes, 28 de febrero de 2011

LUCIO EL EXPLORADOR

Pasar aquí quince días sola a los mandos de la familia no es tarea fácil. No sólo por el trabajo físico en sí que es bastante, es más bien por la preocupación de que surja un imprevisto y me vea metida en un lío. Creo que no soy demasiado miedosa y que no me angustio fácilmente. No soy de las que está sufriendo viendo a alguno de mis hijos trepando por algún sitio imposible, pensando que se va a matar. Estoy curada de espanto. Supongo que por ser madre de tres chicazos y esposa de un individuo que les incita muchas veces a hacer eso, lo imposible. Pero como la ley de Murphi nunca falla, según salía Diego por la puerta rumbo al Sahara, se estropeó la caldera del agua caliente. Para solucionarlo me pongo en contacto con el dueño del piso que me envía por mail un formulario complicadísimo con las instrucciones ante una emergencia. Una de las instrucciones era: se considera una emergencia si está usted sin agua un periodo dilatado de tiempo. Así que me puse a temblar pensando que quería decir un periodo dilatado. Dos, tres, cinco,quince días sin ducha........estuve a punto de mandarle un mail preguntándole ¿es que usted no se ducha a diario?. Afortunadamente la avería se solucionó en un día.
Pero lo peor vino unos días después. El domingo me fui al centro con Diego, Simón y Lucio. Hicimos unas compras y después me quedé con Lucio en su parque favorito, Yerbabuena Garden. Tiene una zona de columpios bastante grande con dos toboganes enormes una estructura para trepar, arenero y muchas mas cosas. Yo me senté al sol mientras él jugaba. Estaba a reventar de niños. Pasados unos minutos me puse a buscarle y........había desaparecido. Estuve un buen rato revisando columpio a columpio y nada, se lo había tragado la tierra. Creo que ya he contado que aquí la gente está obsesionada con el rapto de niños. Yo siempre he pensado que no es cierto y que hay mucha madre histérica que ve mucho reality show. Pero pasados diez o quince minutos sin tener ni rastro del puñetero niño confieso que llegué a pensar de todo. Muy cerca del parque hay un museo para niños y desesperada entré, comprobando que había tal barullo de gente en la entrada que no sería difícil que se les hubiera colado sin que nadie se diera cuenta. El museo es grande y recorrerlo entero me habría llevado mucho tiempo. Tampoco sabía seguro si estaba allí. Así que volví a dar una última vuelta por el parque dispuesta ya a llamar a la policía o que se yo. Vuelvo al museo a pedir que me dejen llamar y junto a la entrada veo la tienda de regalos del museo. Me asomo y allí estaba con la boca abierta, extasiado y la espada láser de Dark Vader en la mano. Le grito y se da la vuelta tan contento diciéndome: mami,¿ me la compras?...............casi lo mato. Nunca se me habían hecho tan largos quince minutos.

LA NOCHE MÁGICA

Es difícil sentirse más pequeño. El inmenso desierto te sobrecoge, el infinito universo te aplasta con sus millones de estrellas iluminando con una fuerza que nunca habías llegado a imaginar. Hace frío, está a punto de amanecer y estás agotado. Reventado, la noche ha sido eterna, tres horas de aeropuerto, dos de retraso, tres más en el avión, una para coger las maletas y subirlas al camión y una última para llegar en un desvencijado autobús de los años setenta hasta el campamento de Smara. A eso algunos le añaden un vuelo previo de tantasmil horas y un jet lag de efectos narcóticos.
Van leyendo nombres de personas y atiendes a escuchar el tuyo, te acercas y te asignan a una mujer saharaui envuelta en su melfa naranja; se presenta, no entiendes nada, pero la acompañas porque es tu nueva familia para los próximos días o quién sabe si para toda la vida; te pegas a su melfa intentando arroparte, despegarte del frío más seco que existe (en unas horas será el calor más sofocante) y del miedo a lo desconocido y a nuestra ignorancia, también.
Llegas a la haima, te descalzas, huele distinto. Distinto no es sinónimo de mal. Miras a tus anfitriones y sonríes. Preparan el té. El chorro que cae te hipnotiza. Bebes, te quemas, te pringas la mano, está amargo, pero rico. El tiempo se para, se ralentiza y la espera por el segundo y el tercer té, más dulces, te sirve para sacudirte de encima todo ese estúpido estrés occidental que nos electriza el sistema nervioso y nos impide disfrutar de algunos momentos inigualables. Es de día pero no has dormido. Visitas el retrete antes de acostarte, te asomas al agujero, se te cicatriza el esfínter. Te echas a dormir en el suelo mirando el colorido estampado del techo de la haima y escuchando con curiosidad los eternos saludos en hassania de tus nuevos amigos. Con el cuerpo revuelto, el pecho encogido y la mente embriagada despides la noche más impactante de tu vida. La noche mágica.

domingo, 27 de febrero de 2011

MANUEL Y MATÉO

De camino a la bibioteca Matéo pregunta a su padre:
-Papá, ¿Jesus existió?
-Eso dicen.
-¿Y por qué vivió tan poco?
-Bueno, vivió treinta y tres años.
-¿Y como murió?
-Lo mataron unos señores.
-¿Y por qué lo mataron?
-Porque decía cosas que no les gustaban.
-¿Y que decía?
-Pues que hay que querer a los demás, no abusar de ellos, que no se puede matar, ni robar......ese tipo de cosas.
-Pues a mi me encanta eso.
-A mucha gente le gustan sus palabras y se convierten en sus seguidores: son los cristianos.
-¿Los cristianos ronaldos?
-No hijo, esos son otros.
-¿Y Dios, a que es bueno y generoso?
-¿A ti quién te cuenta esas cosas?
-En reli.
-¡Pero si tu no vas a religión!
-Pero me lo cuentan mis compañeros.
-¿Y tu sabes quién es Dios?
-Si, una leyenda urbana.

Manuel Robledo ( el que hace comentarios como "soy amarillo y azul") y Matéo Robledo, su hijo de siete años.

AHORA MANDO YO

Queridos lectores de este magnífico blog: como sabéis mi santo esposo está muy lejos de aquí, en el Sahara donde el próximo lunes tendrá lugar el mejor maratón del mundo. El mejor por dos razones, porque lo organiza él y porque los saharauis son el pueblo más auténtico y generoso que conozco.
Me ha llamado un par de veces. Una para preguntarme que ha hecho el Espanyol y otra para darme instrucciones de como colgar la entrada de cada día y que sigáis disfrutando. Pero por problemas técnicos derivados de mi incultura ciberespacial, con los que él no contaba, no sé si será posible.
Así que esta es la mía, creo que soy la dueña del blog por unas horas o por unos días. Inspirada por las revueltas populares de estos días en Egipto, Túnez etc, he decidido sublevarme, hacerme con los mandos, y desobedecer al jefe.
Sinceramente no sé que hacer o me pongo a escribir como una loca, cosa que no me va a ser fácil con los cuatro Miuras que me ha dejado aquí o puede que alguna entrada esté colgada más de un día.
Se me ocurre una idea. Los miles de personas que lo leéis seguro que tenéis algo interesante que contar. Serio, cómico, de actualidad, pornográfico, da igual. La jefa soy yo. Venga, no seáis tímidos y animaos a escribir lo que sea. Me lo podéis mandar por mail y yo lo cuelgo.
Dado que hay mucho tímido por ahí, puede ser anónimo, firmado con pseudónimo o simplemente firmado.
¡Qué sensación de poder!...........a lo mejor me cuesta el divorcio, jajajajaja.

viernes, 25 de febrero de 2011

VOLAR

Hoy me he despertado pensando que era la niña del mago de Oz. Mi cama ha estado a la deriva parte de la noche. Ha sido arrastrada por ráfagas muy fuertes de viento y una lluvia torrencial. Da vueltas sobre si misma y distingo, con la poca luz que hay que la niebla me rodea. Al rato el temporal se ha ido calmando. Entre sueños he sobrevolado las praderas de Mendocino, un precioso pueblo a tres horas al norte de San Francisco. He visto la hierba moverse con el viento y unas ovejas muy gordas con el pelo denso y apretado. He estado suspendida con mis brazos y mis piernas en forma de cruz, cayendo suavemente, casi sin moverme del sitio.Un aire templado me da en la cara, no tengo miedo ni siento vértigo. Hay una carretera con curvas que atraviesa la imagen, por ella va un descapotable de los años sesenta. El que conduce es James Dean. Me voy acercando al océano. Las hierba llega hasta la misma playa. En alguna zona la pradera se convierte en acantilado. Me he asomado a uno bastante alto y he decidido volver a volar. Ahora sí, me he dejado caer de cabeza hacia el fondo del precipicio. Poco a poco voy cogiendo velocidad. Lo único que me impulsa es mi propio peso en caída libre. Ahora sí siento un poco de vértigo aunque no miedo. El mismo cosquilleo en el estomago, que sientes en la montaña rusa. Llevo un traje especial con unas mangas muy grandes, como las membranas de un murciélago. Con él puedo planear un poco y disminuir la velocidad. Mientras freno distingo perfectamente las plantas que crecen entre las rocas del acantilado.Ayer estuve con Lucio en el exploratorium, un museo de ciencias para niños con decenas de experimentos que ellos mismo pueden hacer Vimos una proyección sobre un paracaidista que se entrenaba saltando desde puentes o precipicios y aguantando hasta el último segundo para abrir el paracaidas. Sobre las cinco de la madrugada he visto un temporal fortísimo, como hacía tiempo que no lo había, dicen los de aquí. No lo he visto. Lo he soñado.......

jueves, 24 de febrero de 2011

EL CÓDIGO SECRETO

Martín es un caso. Hace casi un mes perdió su Ipod y su cartera con algunos dólares. El resto de familia hemos sufrido su cabreo, sus acusaciones, sus rabietas y casi sus llantos. Juntos hemos hecho un inculpatorio repaso entre todas las amistades para ver quién era el chorizillo; cada uno teníamos nuestro candidato. Pero ayer, con la euforia de las vacaciones, el bueno de Tinxo decidió buscar un poco más a fondo y tuvo suerte: el Ipod estaba metido debajo de un sofá, perdón, del sofá, y la cartera se había escondido en un pequeño armario trastero con la tabla de bodyboard, la maquinita de hacer bolas de nieve, el "enpreno" de Lucio y la neverita de camping que usamos para ir a comer Alitas de pollo a la playa. Se puso muy contento y le entró cierto remordimiento por sus persistentes acusaciones. Él mismo había escondido sus más preciados objetos y luego se había olvidado de dónde los había dejado.
Pero no para ahí el asunto. Ahora no puede entrar en sus principales cuentas de internet, g-mail, Facebook...porque en otro ataque de desconfianza fraternal decidió cambiar todas sus claves y ahora no recuerda cuáles puso. Es un caso, pero no tiene toda la culpa, buena parte le venía en los genes, con el pedigrí. Su padre, por ejemplo, se cambia el reloj de mano cada vez que se tiene que acordar de algo importante, pero inmediatamente se olvida del asunto y pasa el resto del día agobiado porque sabe que tiene algo que hacer pero no sabe qué es. Su madre...¡Ay su madre! No se sabe ni su número de teléfono y el número pin de la Visa lo tiene que llevar siempre apuntado. Aquí se vuelve un poco más loca porque en las gasolineras te piden el código postal y ya se le cruzan los cables con tanto número.
Es verdad, para qué narices necesitamos tanto número. Hace poco me dio por apuntar todas las claves que tenía y era de volverte loco...Por 25 pesetas:  El banco, la Visa, la tarjeta de coordenadas, el pin del teléfono, la clave del ordenador, el Facebook, el YouTube, el Flickr, Skype, Paypal, la Wi-fi, el candado de la bici, el puk, la alarma, el aniversario de boda, el Gmail, la Visa... Campana y se acabó, "por querer ir tan a prisa, has repetido la Visa".

EL PRIMO DE RAJOY

No sé si alguna vez os habéis reencarnado. Yo sí. En su día fui mujer de la limpieza de un Zar, pero antes había sido modelo de Rubens, previamente cargador de piedras en Egipto y mucho antes brontosaurio. No intentéis buscar una justificación o conexión, es simplemente el mal de altura que me provoca mi colega Boeing, que hace que se me vaya la cabeza, más todavía.
Y hace un rato, sin visitar el otro barrio ni sufrir, me he reencarnado en el primo de Rajoy. Qué tipo más grande, nadie le conoce pero todos sabemos sus teorías. Pues resulta que iba yo subido en este avión de Delta airlines desde el que os escribo. A que nunca habíais tenido un amigo que escribiera un blog desde un avión que sobrevuela Nueva Jersey. Yo tampoco, y tampoco había nunca aspirado a tanto. Soy el hombre más feliz sobre la tierra, o a 10.000 metros de ella, o pies, que ya me he liado. Así que me ha dado por asomarme por la ventana y he visto el lago Tahoe totalmente nevado, un rato después hemos sobrevolado las blancas montañas de Colorado, después los enormes y blancos desiertos de no sé que estado de por en medio, más tarde el lago Michigan a medio congelar y ahora estoy sobre un gelido Nueva Jersey, camino de NYC... Son los Estados Helados de América.
Y es aquí cuando encontramos relación con las teorías del primo de Rajoy. Cómo vamos a hablar de calentamiento global si todo América está congelada y blanca. Tanto hielo debe estar dejando tiritando a toda la atmosfera, el agujero de ozono y el tratado de Kyoto. Pero no seré yo quien defienda a Mariano, aunque por estos lares tiene muchos seguidores. Basta ver los tubos de escape y "peazo-pepinos" que gastan en sus todo terrenos. Claro que ahora veo aparecer al fondo una enorme seta, un gran hongo negro sobre la ciudad de Manhatan, que me devuelve a la realidad.
Bueno que me estoy liando con tanto humo, hielo y frío... Si yo me voy al Sahara, a pasar calorcito, espero que no esté nevado.

miércoles, 23 de febrero de 2011

LA CALLE CLEMENT Y EL EMPORDÀ

Siempre que puedo me pido crema catalana (aquí la llaman creme brulee). Desde que era muy pequeño me chifla y además me trae buenos recuerdos de mi añorado Empordà. Ayer no. Me la trajeron carbonizada, en lugar de caramelizada y yo, que soy gilipichis, metí el dedo para ver si aquello tan negro estaba cristalizado. No lo estaba, todavía. Como resultado, además de un sonoro grito, un dedo en ascuas rebozado con caramelo hirviendo. Hoy todavía estoy dolorido, con una ampolla digital en 3D, moderno que es uno, y sin ese sentido del tacto tan útil e injustamente menospreciado en este blog.
El caso es que con una porra por dedo no me apetecía cocinar y he decidido sacar a pasear al coche e irme a la calle Clement, una de nuestras favoritas de la ciudad. No es que sea muy bonita, pero tiene un ambiente muy curioso, pues es la espina dorsal del barrio de Richmond, donde habitan una buena parte de los asiáticos que no están en China Town. Nos encontramos muy bien allí porque somos los que mejor ingles hablamos con diferencia y te da un subidón a la autoestima.  Allí he paseado; he comprado pescado crudo o pescado seco o pescado podrido; he pasado horas en la mejor y más bohemia librería de la ciudad "Green Apple Books"; he cogido un libro bastante interesante con intención de comprarlo, pero cuando ya lo iba a pagar he visto un comentario de un crítico que decía que era un gran libro de autoayuda y he decidido que la autoayuda me la hago yo mismo, sin pagar el libro; he comido arroz tres delicias con pollo troceado con sus propios huesecitos por $4,25; he escupido los huesecillos; he visto a las mujeres vietnamitas o coreanas o malayas pelearse en el puesto de patas de pollo a granel; he hecho cola para llevarle a Montse el mejor dim-sum de la ciudad, pero no he tenido paciencia; he tomado una tarta de queso en el más divertido café de San Francisco, el Toy Boat, café-juguetería y he pedido un capuccino para tomármelo en el coche; me he quemado la lengua y me ha sagido ua anmboya gomo ga deg dedo y no cuedo habar; para refrescar, me he tomado la espuma del café con un sobrecito de ketchup a modo de cuchara; la asiática del coche de al lado me ha mirado con desprecio y sorpresa y he leído en sus labios: "Están locos estos occidentales".

martes, 22 de febrero de 2011

LAVARSE LAS MANOS

Vivir en una nube tiene sus ventajas. Tengo una capacidad increíble para estar en mi mundo particular y desconectar de lo que me rodea. Así puedo leer mientras en casa hay carreras por el pasillo, partidos de fútbol o la televisión encendida. O puedo contestar cualquier pregunta de mis queridos hijos mientras pienso en lo que he dejado a medias en el estudio etc. Es agotador pero me cunde mucho el tiempo. A veces hasta tengo la sensación de estar viviendo dos vidas a la vez. Una la de verdad y la otra llena de todo lo que pasa dentro de mi cabeza.
Sin embargo esta cualidad que me ha tocado me ha llevado a situaciones rocambolescas. Unas veces divertidas otras muy ridículas.
Hace un montón de años, cuando Diego trabajaba todavía como periodista y fotógrafo me puse muy contenta pensando, (no se en que planeta me encontraba en ese momento) que le dejaban un Seat 600 para probar en el circuito del Jarama. Me parecía total poner a tope ese peazodecoche, cuando en realidad lo que le prestaban era un teleobjetivo de 600 mm. para su cámara.
Claro que no soy la única que hace estupideces en casa. La otra noche justo después de que el ordenador de Diego entrara en estado de coma irreversible, entra en la habitación mirándose las manos y con cara de preocupación me dice: tengo una infección en las manos. Tengo que buscar un dermatólogo. Como no es hipocondriaco ya debía estas pensando en algo terrible. Llevo varios días notando que tengo la piel muy seca y me pica mucho. Me acerco a comprobarlo y efectivamente estaban rojas y empezaban a aparecer granitos rojos entre los dedos. Voy a cambiar de crema llevo dos días poniéndome esta que compraste y cada día estoy peor, me dice.
Se estaba curando una dermatitis o mejor dicho, provocándosela con hand soap.
Pero el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Unos días después, ya recuperado de la dermatitis, estábamos en el hotel del far west, y llegué justo a tiempo. Le pillé abriendo un bote de acondicionador para el pelo para untárselo en las manos otra vez.
De vez en cuando hay que leer lo que pone en el bote cariño. No vaya a ser que le hagas a Lucio un sandwich de pasta de dientes pensando que es queso Philadelphia.

lunes, 21 de febrero de 2011

NO DES LA ESPALDA A UN CHINO

Yo lo hice. Qué error. Llevo varias semanas con dolor de espalda. Es culpa de Apple y de Ikea, principalmente, pero Mohamed VI también ha puesto su parte. Vamos, que paso un huevo de horas delante del Mac, quitando y poniendo inscritos para el Sahara Marathon y se me ha hecho una triada del esternocleidomastoideo con el lumbar y el tirante derecho de los michelines; osea, que me duele un montón pero no sé muy bien dónde ni por qué. Bueno, ya no me duele ahí, ahora me duele más arriba, más abajo, en toda la espalda, menos ahí. Y es que esta mañana hemos parado en uno de esos puestos cutres de masaje en la entrada de un centro comercial de la calle Market y ante la insistencia de Montse he aceptado ponerme en manos de un chino, experto en arte marciales pero absolutamente ignorante en la materia fisioterapéutica. En que momento...
Menuda paliza me ha dado el cablonazo. Según le he soltado los 20 dólares me ha clavado el pulgar debajo de la clavícula y creo que se ha debido dejar la uña dentro porque todavía sigo notando el pinchazo. Me ha colocado en una extraña máquina con la cabeza hacia abajo como si fuese en una moto de Gran Premio por la recta y a partir de entonces me ha sometido a una paliza absolutamente intolerable. He gritado, he llorado, me he retorcido y a punto he estado de cogerle por los güitos, que los tenía a mano, y decirle aquello de "¿verdad que no nos vamos a hacer daño?"
Qué forma de golpear, de retorcerme el brazo, de depilarme la nuca, he pasado auténtico miedo y me he acordado de toda su familia y de todos los chinos, de lo mal que conducen, de su gobierno capitalista rojo invasor y dictador, de la represión en el Tibet, del saqueó de África, de la complicidad con los peores tiranos, de la explotación permanente de todos sus trabajadores y de la falta de derechos humanos en la que dentro de nada va a ser la primera potencia mundial. Han sido cinco minutos, lo suficiente para reflexionar sobre la que nos viene encima a todo el mundo si no conseguimos marcar las reglas del juego a estos tíos. Si viéseis mi espalda lo entenderíais.

domingo, 20 de febrero de 2011

THE FAR WEST

Hay cosas que nunca cambian, por lo menos en su esencia. Todos hemos visto decenas de películas de vaqueros, con sus pueblos polvorientos o enfangados llenos de tipos duros por sus calles, con las rodillas arqueadas, arrastrando las botas, mascando chicle o tabaco. Por cierto un día en un restaurante en SF el dueño nos dio a probar un poco de este invento asqueroso. No se cuál es su origen, porque mascaban tabaco en vez de fumarlo. Ahora se vuelve a vender para que los adictos a la nicotina alivien el síndrome de abstinencia dentro de los locales donde no se puede fumar. Yo no quise probarlo, Diego si lo hizo. En unos minutos se puso pálido y se sintió mareado. Claro, si no fumas debe ser como tomarte una cerveza en ayunas. El pedo de colores como lo llama Diego, ese día debió ser color ocre, como la nicotina.
Estamos en uno de estos pueblos. Hoy me he levantado temprano y me he asomado a la ventana. He dudado unos segundos hasta que me he dado cuenta de que no era la primera luz de la mañana la que me cegaba sino una fina capa de nieve que cubría todo el pueblo.
Hay una calle principal que lo atraviesa donde están los dos hoteles iguales que los de las películas con su mostrador de madera, una gruesa alfombra que cubre casi toda la tarima oscura, quinqués, la pianola. De frente a la entrada está la escalera que sube a las habitaciones empapeladas con flores, camas altas con dosel y un edredón de esos que hacían las abuelas con restos de telas. Para entrar en la bañera casi hay que dar un salto, y la alcachofa es del tamaño de un plato de postre. Sólo sale agua por la mitad de los agujeros. Todo es auténtico, no tengo la sensación de estar en un pueblo artificial que se ha construido para atraer turistas.
Lo he comprobado esta mañana cuando he salido a desayunar mientras el resto de la familia duerme tan a gusto. Igual de a gusto estoy yo disfrutando del primer café en solitario. Lo he comprobado, decía, con un tipo que me ha dado conversación . Lleva un sombrero vaquero unas botas llenas de barro y si forma parte del show de Truman, está muy conseguido, apesta a caballo. Me cuenta que ha nacido aquí como sus hijos, padres, abuelos y bisabuelos. Cinco generaciones que viven casi todos de lo mismo, vacas, caballos, ovejas y ahora algo de turismo.
Por Jamestown también pasa el antiguo ferrocarril en el que llegaron miles de personas atraidas por la fiebre del oro. Más tarde la estación, las locomotoras de vapor y los alrededores del pueblo sirvieron de plató para cientos de películas del oeste. He visto fotografias de algunas de las más conocidas con John Wayne, Gary Cooper .............
Hoy me voy a ir a dormir pensando en todo lo que he visto. A ver si con un poco de suerte sueño con Clint Eastwood. ¡Que tío más grande!

sábado, 19 de febrero de 2011

EL SHOW DE TRUMAN

Una pobre viejecilla nos gritaba de forma excitada y violenta en North Beach. Mira que es una de las plazas más acogedoras de la ciudad, pero a aquella mujer no le gustaba que fuésemos en bici por delante de la plaza y empezó a escupir tacos, blasfemias y recuerdos para nuestras familias. Nos dio por reír, sino hubiéramos caído en profunda depresión. San Francisco es un buen ejemplo o víctima de esa carencia de cuidados sociales tan habitual en este país. Los locos vagan por las calles y son considerados homeless, todos en el mismo saco. Y los homeless, cuando llevas un tiempo en la ciudad, son parte del paisaje, son camaleónicos, se hacen invisibles. El nuevo alcalde, lo primero que ha ordenado es un censo de los pobres de la ciudad para hacer un recuento y poner remedio. Dicen que eso mismo lo han hecho todos los alcaldes y luego les pasa como a los turistas, que se acostumbran a vivir con los homeless. Obama quiere poner su grano de arena con su ley de la Sanidad Pública, pero si sigue recibiendo zancadilla tras zancadilla, acabará cayendo de bruces y sin nadie que le atienda, por ser negro.
Pero yo no quería hablar de política sino de cine. Decía mi socio Fernando que esta ciudad es como el Show de Truman, que todo está preparado, que es imposible que sea verdad, que todos los tipos extraños con los que te cruzas día a día son simplemente actores. Desde los reverendos a los gays más escandalosos, pasando por los policías a caballo, los bomberos con su camión gigantesco, las macizas haciendo deporte, los breakers haciendo hip hop, los vigilantes de la playa, los chinos muy chinos de China Town, los bad boys en sus Harleys, los latinos con su merengue... Todo parece un enorme decorado con un guión perfectamente escrito en el que Truman somos nosotros.
Estoy de acuerdo, muchas veces tengo esa sensación, de ser e protagonista de una película, ya sea The Game, el Show de Truman o hasta la Cena de los Idiotas... Siempre me pareció una conmovedora historia y no me importa identificarme con Dani de Vito, quien visitó nuestro querido Madrid, como siempre en obras, y dijo: "Madrid será una gran ciudad, cuando encuentren el tesoro". Y cuidado, que en Madrid también hay homeless.

viernes, 18 de febrero de 2011

EL REY DE LA PISTA

Qué resacón. La feria de arte Artopía resultó ser más bien un fiestorro. Es lo que tiene el arte, que siempre es una buena excusa para darle al alpiste, a la música y al dancing, con uno buenos cuadros de fondo. Pedo de colores. El evento lo patrocinaban las cervezas Peroni y Blue Moon y había barra libre para todos los invitados. Por eso me duele la cabeza. No sé qué color tiene este dolor, porque el pedo era de muchos colores. Lo pasamos bien, vimos arte bastante flojito, música en vivo de increíbles dimensiones, pintamos en un gran mural (yo puse la bandera saharaui) y Montse un punto negro como los de Lucito, e hicimos amigos. Sí, ya bien entrada la noche, a eso de las ocho, con cuatro o cinco Peroni en el vacío estómago y con un gran vídeo-Dj pinchando, Montse empezó a mover los pies y yo no pude hacer nada por salir de aquella encerrona que se me venía encima.
Nunca me ha gustado bailar. Lo detesto porque es la máxima expresión del ridículo humano. Paso gran vergüenza ajena cuando veo bailar a los demás, así que imaginad la que siento cuando bailo yo. Además no sé coordinar los movimientos, piso a los demás, me enredo una pierna con otra, me hago daño en las rodillas, no sé dónde meter las manos, por eso siempre bailo con una botella en la mano.... y por supuesto, mi oído no tiene ningún tipo de conexión con el resto del cuerpo. Pero ayer, gracias a mi mujer y a Peroni, triunfé. El Rey de la pista.
La gente estaba muy amuermada. Es lo que se lleva por aquí. Pero al lado nuestro había un gracioso ejecutivillo y una mona señorita con ganas de marcha y de hacer amigos. Se presentaron: "Jelou, jau arrr yu. Ai yam Marios, frrrrrom Greece". Nunca pensé que se podía hablar tan mal inglés pero mi gran colega SuperMarios, vicecónsul de Grecia en San Francisco, lo hace. Ella controlaba más, aunque no sé de que país era porque se presentó como: Sharon, judía. Montse se presentó como española y yo como atéo y nos hicimos bastante amigos. Y bailamos. Y sin quererlo ni beberlo, bueno, beberlo sí, bastante, nos convertimos en el centro de la fiesta. El Dj puso London Calling y la delegación Mediterránea enloqueció, empezó a saltar y a cantar (menuda lección de inglés les dimos a estos yankies) y se vio rodeada por un corro de sorprendidos sanfranciscanos que nos daban palmas, nos hacían fotos y nos hablaban de Iniesta y del Partenón. A Montse casi le saca al escenario una esbelta cantante,  yo me vi rodeado por dos lesbianas que restregaban su culo contra el mío con bastante poco glamour, un fotógrafo gay con coletas Pipi Langstrum hasta las caderas nos perseguía con su flash y al final acabamos todos dando una exhibición de movimiento de caderas con un hulahoop, ante las carcajadas del personal. Lo malo es que todavía no sé si se reían conmigo o se reían de mí. Me temo que saldrá alguna foto en el SF Weekly y nos echarán del colegio y a lo mejor del país.

jueves, 17 de febrero de 2011

LO QUE NO ECHO DE MENOS

Según van pasando los meses, lejos de casa, pienso en las cosas que no echo de menos y en las que me alegro de no tener que soportar cada día.
No echo de menos mi casa, por ejemplo cosa extraña porque es preciosa y sabemos que somos unos afortunados por tenerla. Dentro están todas las cosas que hemos ido acumulando con el paso de los años, recuerdos de viajes, trastos, juguetes, ropa que nunca utilizas, alguna lata caducada.............libros.
De los libros sí me acuerdo algunas veces. Estoy releyendo novelas americanas que leí en español hace muchos años y ahora que lo intento en inglés, tener una traducción española a mano me ahorraría mucho trabajo con el diccionario etc. Bueno, no sé, bien pensado si tuviera a mano la versión española, habría tirado por la ventana la otra. Así no tengo tentaciones de dejarlo y sigo aprendiendo.
Me alegro muchísimo de no tener que soportar cada día los rebuznos de los políticos españoles, sean del partido que sean. Me alegro de no tener los periódicos españoles a mano ni la radio. Me alegro de no tener que estar escuchando días y días la misma noticia o la evolución de ésta, la que nuestros queridos periodistas han decidido que es la más importante. Muchos días en los titulares de la prensa lo más importante es ver como los políticos que nos representan se tiran los trastos a la cabeza y se insultan, con muy mal gusto algunas veces, animados por los medios de comunicación que les jaléan para tener otro buen titular al día siguiente y ganar lectores o audiencia.
¡Que alegría! no oír el siseo de Rajoy cuando habla, ni la cara inexpresiva de Zapatero día tras día, ni saber de los chanchullos de Esperanza y sus trifulcas con Gallardón....etc, etc, etc, etc.
No creo que nuestro país sea peor en esto que USA. Aquí en vez de Esperanza sale la Palin, que es todavía peor (aunque hemos descubierto Aljazeera en inglés para ver lo de Egipto y está mucho mejor) Por un lado me da pena que la información sea así, mediocre y manipulada. Por otro, me alegro porque ya no enciendo la televisión ni leo los periódicos como antes. Ahora voy directa a lo que me interesa, la política internacional, la cultura y los acontecimientos que yo considero importantes en España. Me paro a pensar y desde agosto hasta febrero de lo único que me he enterado es del lío que montaron los controladores y las buenas y esperanzadoras noticias sobre ETA. No tengo la sensación de haberme perdido algo importante y a cambio tengo más tiempo para perderlo o para hacer lo que me gusta.
Cuando vuelva a Madrid quiero seguir así. Si pasa algo de verdad importante te enteras sí o sí. Cuando suba a mi estudio a trabajar voy a escuchar música, nada o el ruido del camión de la basura que pasa todos los días a las 9'30 ............ Mucho más interesante.

miércoles, 16 de febrero de 2011

MORIR EN UN PASO DE CEBRA

Si sigo mucho tiempo en esta ciudad, sé cuál va a ser el final de mis días. Mi destino tiene que ver con un paso de cebra, lo tengo claro. O por pasiva, porque me atropelle un coche el primer día que llegue a Madrid y cruce la calle con la misma tranquilidad con que lo hago aquí, seguro de que todo el mundo se para en los stops. O por activa, por ser condenado al corredor de la muerte tras atropellar a toda una familia en uno de los pasos de cebra de Frisco. Ahora mismo tengo bastantes papeletas para esto segundo porque estoy empezando a coger confianza a la conducción en esta ciudad y ya me he llevado más de un susto con peatones suicidas que se te avalanzan inconscientemente sobre el capó.
Reconocedlo, el que más y el que menos se ha parado alguna vez a pensar como va a a morir. El que más, lo piensa todos los días; el que menos, menos. Yo antes era de los que más y ahora de los que menos. Me explico. Cuando era joven estaba convencido de que palmaría joven, subido a algúna moto de gran cilindrada o cacharro similar. Mi amigo Nacho Vegas, del que ya os hablé hace poco, dice en un tema: "Todo el mundo fantasea con una muerte dramática". Después, con el stress del trabajo y los kilitos de más, me hice candidato al infarto. Poco después con la madurez (física, que no mental) me hice hipocondriaco enfermizo. Me daba miedo cualquier enfermedad y pensaba que iba a morir de un catarro o un dolor de muelas. Entonces me enteré de que la hipocondria era también una enfermedad y la dejé de inmediato, no fuese que la palmara por su culpa. Ahora cada vez tengo menos paranoias de este tipo. Mi admirado Tiziano Terzani decía que con la edad le pierdes el miedo a la muerte porque vas estando cada vez más tranquilo contigo mismo y te van quedando menos cosas por hacer. En cierto modo es verdad, según van creciendo los chicos vas viendo que ellos son tu legado. Con eso le he perdido el miedo a enfermedades, operaciones (salvo a la de autopsia), a los puentes de San Francisco y en buena medida al avión. Realmente sólo me da miedo el dolor, pero para eso, mi amigo Terzani también me enseñó algo: "Cuando te duela algo, piensa de qué color y forma geométrica es ese dolor y mientras tanto habrá pasado". Probadlo.
Todo esto os lo cuento porque mi santa esposa ha tenido la brillante idea de alquilar la película "Viven" para que la vean los chicos, unos días antes de que me suba a uno de esos siniestros aparatos a recorrerme medio mundo. Según le han dado al "play" me he escondido en la habitación con mi vasito de vino y mi ordenador a escribiros esta estúpida reflexión.

martes, 15 de febrero de 2011

EL ASCENSOR CONTAMINADO

Un ascensor sirve para lo mismo en Europa y en América, es curioso. Transporta, de un piso a otro, personas preocupadas por la climatología. Puede que suban uno o hasta 50 pisos, pero su preocupación es internacional: "The weather" y sus recientes cambios. Por eso en aquellas latitudes donde hay escasos cambios climáticos, no hay ascensores. En el desierto o en el polo, no hay, porque sería una conversación absolutamente estúpida: ¡Qué calor!, pues claro, estamos en el desierto, idiota; y lo contrario para el polo, claro está, porque allí lo que hace es frío, bobo.
Here, aquí en San Francisco, nos subimos, damos al botón del piso elegido y decimos: "the rain is back" y la gorda que va al piso de abajo contesta, "yes, it is, but we need it". Entonces yo me acuerdo de los titulares del periódico, de la contaminación en Madrid y de Gallardón. Me acuerdo de él, simplemente, no he dicho si para bien o para mal. Aquí también ha estado mucho sin llover, pero no ha habido problemas de contaminación porque siempre hay alguna corriente de aire que se lleva la mierda aérea hacia el Pacífico o la Bahía, según sople el viento. Tampoco hay Gallardón, tenemos un asiático recién elegido, de cuyo nombre no quiero acordarme, ni puedo, que ha aprovechado un cambio de viento para ponerle ojos rasgados a la alcaldía, por primera vez en la historia.
Así que en los ascensores californianos se habla del tiempo, porque si hablas de Gallardón no saben quién es. Hablas cuando hay alguien en el ascensor. Si no, te callas y te limitas a mirarte al espejo, a peinarte, mirando de reojillo cuántos pisos faltan para el destino. Para eso tienen todos los ascensores espejos por los cuatro costados, para que llegues bien arregladito a la cita, con los pelos en su sitio, los mocos fuera de su orificio, los botones abrochados en su ojal correspondiente y la bragueta cerrada. De cuántos ridículos espantosos ha salvado el ascensor a ilustres personalidades de la humanidad, entre las que me incluyo. El espejo, en el fondo, es un buen tipo; un tanto cruel e impertinente pero buen tío, capaz de hacer reconducir algún camino equivocado, aunque no le podamos pedir milagros. ¡Aaaayyyy! lo felices que seriamos sin espejos que nos recuerdan como somos. Sólo les falta tener una grabadora para ponernos nuestra voz y así terminar de humillarnos. ¿Habéis oído alguna vez vuestra voz?, ¿a que no tiene nada que ver con la realidad?, pues a la imagen del espejo le pasa igual, está siempre distorsionando nuestra belleza.
Menos mal que el ascensor siempre llega pronto a su destino, te bajas, y allí lo dejas con sus espejos, su buen o mal tiempo, su Gallardón, sus muecas y en algún caso, hasta con su mal olor... Y yo no he sido.

lunes, 14 de febrero de 2011

MUJERES DESESPERADAS

El viernes me invitó una amiga a cenar a su casa. Reunión sólo de chicas. ¡Tiembla San Francisco!
Cuando era pequeña mi madre se reunía una vez por semana con sus mejores amigas. Cada semana por turnos se veían en una de sus casas para tomar café y comentar su vida cotidiana. Así que una vez al mes tocaba en la nuestra. Nunca entendí por qué hablaban todas a la vez y sobre todo como eran capaces de enterarse de lo que decían. Más que una reunión de amigas parecía un gallinero. Esta tendencia al gallinero debe tener más que ver con la acumulación de más de tres elementos femeninos en el mismo tiempo y lugar que con la nacionalidad de origen de las participantes. Creo.
¡Dios! Os juro que mi inglés va mejorando poco a poco aunque el viernes creí volverme loca. Diez americanas hablando a toda velocidad y al mismo tiempo..........es demasiado.
La cita era around six. Conociendo un poco a Carina, la anfitriona, divertidísima y caótica, decidí llegar una hora tarde. No me apetecía llegar de las primeras. Llego a las siete ( pedazodecasa en una de las mejores zonas de SF) y me abre la puerta un señor indio con turbante y todo. Alucino pensando que es el mayordomo. Subimos al saloncocinacuartodestar típico en muchas casas americanas y veo que no hay ni dios. Soy la primera. Carina se está vistiendo, en seguida baja, me dice el elegantísimo individuo ataviado con camisa de seda azul claro y una barba negra que le llega a la cintura (si es el cocinero, aquí toman la sopa llena de pelos, pienso).
Empieza una conversación entre los dos. Me pregunta de dónde soy y en cuanto averigua que soy española me cuenta lo único que recuerda de nuestro país: un gorila albino gigante que vio en el zoo de Barcelona. Si copo de nieve, murió hace un par de años, le contesto. Veo que en un segundo cambia el gesto divertido de su cara por tristeza, se abalanza hacia mi y me abraza como un niño que acaba de perder a su mascota. ¡He passed away!, qué pena suspira el indio..........La noche empieza bien.
Por fin aparece Carina. Veo que ya os conocéis. Es mi suegro. Vino a pasar tres días en
Navidad y........ lleva aquí dos meses, me explica mirándome con cara de guasa.
A continuación transcribo fragmentos de la conversación-monólogo a diez voces que conseguí entender.
-¿Dónde conociste a tu marido?
-En un sitio nudista, estábamos un grupo de amigos, todos desnudos, metidos en un jacuzzi.
-Pues si yo hubiera conocido a mi marido en pelotas, nunca me habría casado con él.
Gran carcajada colectiva. Yo me río lo mínimo para no perder el hilo de la conversación.
-Mi hijo Leo de ocho años vino el otro día del colegio con un papel que decía: ¿qué hace tu madre cuando está en casa? Limpia y hace yoga. ¿Y tu padre? No, mi padre no está en casa. Está de viaje “making money".
Otra carcajada.
Lo pasé bien. A ver si me reuno más con ellas. Una buena forma de divertirme y desde luego, la mejor academia de inglés de San Francisco.

domingo, 13 de febrero de 2011

POCHETTINO

No sé si os había comentado que soy del Espanyol. Sí me dio por allí cuando era muy pequeño. Evidentemente fue por error, confundí al Real Club Deportivo Español con la Selección Española, pero desde entonces lo llevo en la sangre con todo el orgullo del mundo. Quizás no he elegido buen momento para hablar de esto, unas horas antes de que el Madrid nos meta la del pulpo. Pero me da igual. No os podéis imaginar lo divertido que es ver el fútbol cuando sabes que lo más lógico es que pierdas. Yo si el domingo pierde mi equipo pero ha jugado bien, estaré feliz. En cambio, a los seguidores merengues no les basta nunca con ganar, además tienen que lucirse siempre y eso te crea una angustia permanente que te impide ser feliz en la vida. Mi madre decía con mucha gracia que ella siempre ha preferido que su partido esté en la oposición porque se vive mejor criticando al Gobierno que siendo foco de todas las críticas. Y el Madrid, en este sentido, es como el Gobierno.
Bueno, toda esta chorrada es para justificar mi contestación a una pregunta que me hicieron hace muy poco sobre mi futuro profesional. Aunque siempre he renegado de los tópicos furgoleros tal como "el fútbol es asín, unas veces se gana y otras se pierde", tiré de una cita del gran filósofo Mauricio Pochettino para contestar tan inquietante pregunta: "¿Mi futuro?, voy partido a partido y ahora estoy jugando en San Francisco, la semana que viene juego en el Sahara y luego...ya veremos". Vamos que he decidido que a mi edad y después de los años de curre que me he metido y la suerte que he tenido, no pienso agobiarme ni un centímetro por el futuro lejano, vivo al día, disfruto como chófer de mis hijos y asistenta de mi casa y cuando tenga que cambiar el chip, allí estaré, feliz y contento dispuesto a jugar el siguiente partido.
Si además ganamos al Madrid, ya puedo morirme a gusto. Y si perdemos, da igual, no me gusta el fútbol.

sábado, 12 de febrero de 2011

LUCIO

Las primeras veces que hablé con él me temblaban las piernas, no por ser el padre de Diego sino por ser quién era.
A los pocos meses de empezar Bellas Artes me pidió que le enseñara algún trabajo de la facultad para ver si me podía ayudar en algo.
Siempre he estado infinitamente agradecida a su generosidad, ¿qué necesidad tenía él de ayudar a una novieta con la que aparece su hijo?, ninguna y aún así hasta me ofreció utilizar un antiguo taller de grabado que no se usaba para que montara mi estudio.
Así que allí estaba yo, todos mis amigos pasándolas putas para poder pagar un estudio compartido, y yo con estudio y profesor de lujo, todo gratis.
Con los años descubrí una de las mejores cualidades que tenía, su gran talento para enseñar, para lo demás ya las conocíamos todos. Siempre que podía se ofrecía a dar talleres de pintura para jóvenes y era muy habitual que participara de jurado en concursos.
Nunca tuvo tiempo ni quiso sacrificarlo en dar clases en serio, pero le gustaba y habría sido un gran profesor. Sobre mi cayó del cielo la suerte de que él disfrutara enseñando. Recuerdo que pensaba.....no me lo puedo creer, yo he nacido con estrella para que me haya tocado algo así.
Me puso el primer bodegón insistiéndome en que quería ver hasta donde podía llegar con la técnica. Cuanto más sepas mejor, me decía, porque lo que no sabes nunca lo podrás utilizar. Después de unas semanas trabajando en él, lo di por terminado y le avisé para que viniera a verlo. Entonces no es que me temblaran las piernas, es que estuve varios días nerviosísima pensando lo que me podía decir. Recuerdo a Amalia diciéndome, no te creas todo lo que dice, que es muy exigente y te va a decir muchas cosas malas. Y lo hizo y se lo agradezco muchísimo, eso sí, al final de las críticas siempre había algún comentario positivo.
Sin embargo ahora sé que lo más importante que me enseñó no fue sobre pintura. Poco a poco yo iba mejorando y cada vez necesitaba menos consejos prácticos sobre lo que estaba haciendo. Pero las visitas del profesor siguieron, cada vez hablábamos menos de pintura y más de cualquier otra cosa. Y empezó a prestarme discos y libros y a insistirme en que cultivara mi interior. Todo eso saldrá en algún momento, no tengas duda, me decía.
Siento no poder acudir a su actual exposición en Marlborough, pero alguno me la contaréis.

viernes, 11 de febrero de 2011

DEPORTE EXTREMO

Aceleras sobre la pradera arrancando algo de hierba, subes una loma y en la cima vuelas, cruzas las moto, caes y afrontas el peralte del bunker de arena, vuelves a saltar, caes sobre el green y allí das gas a tope para derrapar dando varias vueltas sobre ti mismo. Es un sueño incumplido. Casi un inconfesable deseo sexual. Colarme en un campo de golf con la moto de cross y disfrutar como un enano. Diréis que soy un macarra. Lo soy. Y mira que me gusta el golf, me parece divertido, aunque no soy asiduo practicante. Diréis que soy un pijo. No lo soy. El caso es que hoy no he podido hacer realidad ese sueño, pero he dejado que dos de mis hijos lo hicieran a su manera. Después de ir a ver la puesta de sol en la playa, han decidido que llegaríamos antes al coche cruzando por mitad del Campo de Golf de Legión de Honor y así lo hemos hecho. Martín, conquistando cada green y ondeando su bandera; Lucio, parando en cada bunker para jugar con las palas y los cochecitos en la arena; los dos removiendo con palos todos los matorrales para buscar bolas perdidas.
Se lo pasan bien conmigo porque siempre hacemos algún deporte de riesgo. Ayer fuimos a Costco a hacer la compra y a la salida, como siempre, intentamos batir nuestro récord de "carring". El parking está un par de pisos más abajo y hay una gran rampa, con curva incorporada, por la que nos lanzamos a gran velocidad con el carrito. Cada uno se pone a un lado, descolgándose como si fueran en un sidecar o en un barco de vela, y yo cojo carrerilla como los pilotos de bobsleigh y subo rápidamente los pies en la repisa de abajo. Últimamente estamos mejorando la técnica y los registros, porque tengo que confesaros que un día nos humillaron dos teenagers que nos metieron una pasada, de las de arrancarnos las pegatinas, en la frenada de la salida de camiones del almacén. Pero que se preparen, que nos estamos poniendo en forma y habrá revancha. Lo malo del tema es que, aunque los cajeros del Costco te ordenan toda la compra en el carrito (a ver si aprenden en España), no lo hacen pensando que vas a lanzarte a esa velocidad en el peligroso pero excitante deporte del "carring". El resultado es que un día pelamos un par de kilos de peras contra el asfalto, otra vez le hicimos un "upside down" a la planta que tenía que llevar Lucio al cole y el último día estampamos un brick de nata líquida en el suelo. Tengo miedo que nos pongan alguna penalización por lo de la nata, seguro que provocó más de un accidente.

jueves, 10 de febrero de 2011

KINDERGARDEN-THREE

Así se llama la clase de Lucio, compuesta por unos veinte mocosos de entre cuatro y seis años. Supongo que os sorprenderá que no tengan todos la misma edad, pero este colegio funciona así, hay niños que no han ido a la guardería y es su primer año de colegio, por eso son mayores que otros que ya tienen experiencia escolar aunque sean más pequeños. Lucio es de los más pequeños pero se siente muy a gusto, es su segundo año y en casa le sobra “escuela" con sus dos hermanos mayores.
El otro día fui a echar una mano a su clase, mi amiga Margaret, ceramista, llevó unos azulejos para que los pintaran. Cada mañana empieza siempre con “el círculo". Todos los niños se sientan en el suelo y cantan una canción a la vez que gesticulan y poco a poco se van levantando estirando brazos y piernas, saltando, bostezando para espabilarse y quitarse la pereza antes de empezar a trabajar. A continuación viene la explicación de la profesora. Habla en un tono tan bajo que por un momento pensé que estaba afónica pero no, es una estrategia para que los niños estén quietos y callados. La verdad es que si se mueven dos o tres a la vez o hablan entre ellos no podrían oír el susurro de su profesora que les dice: "hoy están aquí Margaret y Montse para ayudaros a pintar unos azulejos. El tema es la primavera. Cerrad los ojos e imaginaos que una mañana os levantáis vais a la ventana y............ ha llegado la primavera, lo que veis es lo que tenéis que pintar."
En grupos de seis se van sentando para decorar dos pequeños azulejos cada uno. Empiezan a aparecer sobre ellos mariposas, flores, árboles, praderas verdes, arco iris...... Llega el turno de Lucio, que está un poco nervioso, supongo que por ver a su madre en clase. Decido quitarme de en medio para que se tranquilice y no monte el numerito. Margaret le pregunta:
-¿Que había en tu ventana cuando abriste los ojos, Lucio?
- Un monstruo y una serpiente........
- ¡Un monstruo y una serpiente! ¿Es eso lo que has visto en tu primavera?
- Sí claro, un monstruo y una serpiente, contesta él, cargado de razón.
- Bueno, y ¿Qué colores necesitas para pintarlos?
-Negro.
-¿Negro? ¿No crees que verde, naranja o amarillo, sería mas apropiado para la primavera?
-¡No, negro! Mi monstruo es negro.
Ante el asombro de Margaret, pinta una bola negra con un agujero en el centro que rellena de color rojo brillante. Me giro y veo a Margaret, que con la boca abierta y cara de sorpresa me dice: ¿te das cuenta? Es igual que uno de tus cuadros. Y era verdad.
Ya lo decía mi abuelo, de tal palo, tal astilla.

miércoles, 9 de febrero de 2011

SALID DEL ARMARIO

Ya hemos pasado la mitad de nuestra aventura, pero no pensamos descontar los días, todo lo contrario, vamos a disfrutar cada uno como si fuera el último. Bueno no, que el último es un coñazo, cerrando maletas y con la morriña empapando el ambiente. Lo disfrutaremos como el primero. No, el primero tampoco, jóoooder qué mal dormimos en aquel "Super 8 Lodge" de la calle Lombard con jet lag, maletas amontonadas y alemanes chillando de madrugada. Lo viviremos como cualquier jueves, que es un día muy majete porque los chicos salen antes del cole.
Os cuento esto porque llevamos 168 entradas en este blog, casi una diaria. Qué tostón. Y todavía alguien sugería que hiciésemos un libro. Menudo sopor, sólo serviría para calzar el mueble de la tele, los que tenéis tele con mueble. Ciento sesenta y ocho batallitas para que os acordéis de nosotros día a día. Unas malas, otras peores, pero siempre con un público muy fiel que no falla, sea el día que sea, llueva o truene. Ya os podemos contar las paellas de Diego, las paranoias filosóficas de Montse, las chifladuras de Tincho, los pedetes de Lucio o los amoríos de Dieguillo, que siempre encuentras el cariñoso insulto de la hermana mayor de la mujer de Montse, el sabio consejo de Matilde, la ilustración de luisolgajuancarlos, el toque humorístico del profesor amarillo, el picante Ongil, la rebelión de los Paños menores (Mario, Antonio y Lucía), las idas de olla de Belén, la visión irlandesa de Diego Pechito o el calor de Victoria...y algunos más. Pero ¿hay alguien más ahí?
Nos consta que sí, porque las cifras del medidor de estadísticas nos lo confirman y porque muchos nos afirman que nos leen en correos personales y feisbus. Por eso, como estamos en San Francisco, la ciudad del orgullo y la liberación homosexual, os invitamos a todos a salir del armario de una vez por todas. No le tengas miedo a la informática, ni al teclado, pierde el sentido del ridículo como hicimos nosotros al hacer este blog y pulsa ahora mismo aquí debajo, sobre la palabra comentarios escrita en rojo y dinos que estabas ahí, encerrado en el armario. Sal y pasea por Castro Street.

martes, 8 de febrero de 2011

INTERNATIONAL PAELLA

El sábado invitamos a cenar a varios amigos. Vinieron a casa encantados, ya que Diego les había anunciado que se disponía a hacer una suculenta paella. Aquí dices la palabra "paella" y se vuelven locos. Algunos no saben que España está en Europa (no es el caso de nuestros amigos, cultos y refinados) pero todo el mundo sabe lo que es una paella.
Nuestros invitados llegaron a las seis y media (hora del café en España y de preparar la cena aquí) para ver en vivo y en directo al experto cocinero, el mismísimo Diego que se disponía a hacer una demostración de “tipical spanish rice." Lo que ellos no saben es que es la segunda vez que hace una..........
De Valenciana, poco tenía. Fuimos a comprar el pescado y el marisco a nuestra pescadería habitual en Mission y estaba cerrada. Así que Diego tuvo que echarle imaginación y recorrer varios supermercados por la ciudad para encontrar todos los ingredientes.
Al final, esto fue lo que encontramos: mejillones congelados de Nueva Zelanda, con la concha de color verde claro y del tamaño de un puño cada uno, una especie de gambones que nos vendió un asiático bastante guarro (yo delante de sus narices metí la mía hasta el fondo de la bolsa, para comprobar que no estaban podridos), unas sepias congeladas, unas judías verdes, arroz especial para sushi y un poco de pollo.
Mientras Diego cocinaba con su delantal de flamenca, me vino a la cabeza mi querido "brother in law" que es un gran cocinero, experto en paellas. Como buen Alicantino que es, las hace buenísimas. Es un purista (que no puritano) y me estaba riendo yo sola pensando que si nos ve por un agujerito, se habría rasgado las vestiduras, viendo el experimento-paella que estábamos haciendo.
Pero al final...........estaba buenísima. Tengo que reconocer que hasta me puse celosa al oír los elogios de nuestros amigos y comprobar yo misma que el arroz estaba en su punto, además de muy sabroso. En casa siempre he sido yo la que presume de buena cocinera pero como no me espabile mi esposo me va a quitar el puesto... Igual montamos un restaurante y nos quedamos aquí.

lunes, 7 de febrero de 2011

EL PELUCAS

Siempre que me corto el pelo me dicen que he adelgazado. Serán los gramos que pesa el pelo. Aunque siempre hay un impertinente mete patas que te dice "estás más gordo". A ver si nos enteramos, los que tenemos tendencia a engordar ya sabemos cuando hemos engordado y nos sienta muy mal que nos lo digan, así que si estamos más delgados decírnoslo y si no, callad, ¡coño!
Si Montse os contó su peculiar corte de pelo, yo no voy a ser menos, porque también fue un tanto singular. Fuimos a Mission. Son menos de diez minutos en coche y te ahorras como 50 dólares en el corte de pelo o en cualquier cosa que compres. Esta ciudad es así. Además te cortan el pelo en español, lo cual se agradece porque eso de ¿cómo quiere las patillas? en inglés debe sonar mal; "little legs" será. Así que allí me senté y me puse en manos de un "pelucas" mexicano de metro y medio que no hacía más que bajar el sillón para llegar a mi cabellera. Sus manos eran como penes. Así suena más fino que la otra vulgar expresión que todos estáis pensando. Apenas le entraban los dedos en los agujeros de las tijeras y eso provocaba un manejo no del todo ágil. Pero no me importaba. Estoy en San Francisco, he sido el tío más asqueroso de la ciudad con mi barba; después he pasado a ser el San Franciscano más abandonado con mis melenas y mis polos de quince años; así que no pasa nada por ser durante unas semana el "trasquilao" tiñoso si a este menda se le va la mano. Espero que desde aquí hasta mi viaje al Sahara, me crezca el pelo lo suficiente como para no ser una vez más el hazme reír de todo el mundo.
Me coloca el mantel en el cuello, quedo inmovilizado y a partir de ahí empiezan todo tipo de humillaciones y vejaciones. Me empapa con un spray de agua, quiero creer, helada; me peina con violencia, arrancándome mechones a tirones; me posa su cebolleta sobre mi rodilla; me retuerce las orejas; me hace tirabuzones en las patillas como si fuera judío...¿judío yo?, empiezo a pensar que hay una cámara oculta y sonrío para no hacer el pringao. Empieza el concurso en mi cabeza, ¿a quién me parezco? Según me revuelve el pelo a modo estropajo, me identifico con la Duquesa de Alba, pero según va cortando mechones va apareciendo la papada y me siento el mismísimo Indalecio Prieto, pero es el propio peluquero el que me saca de dudas al terminar la faena: "Es usted igual que Miguel de la Madrid, el expresidente de Mexico". Y aquí estoy desde hace tres horas enganchado al Guguel buscando imágenes de famosos canosos...Ya lo tengo, soy un Richard Gere españolizado, vamos, un Ángel Nieto regordete.

domingo, 6 de febrero de 2011

DE PASEO

No sé por qué pero una de las cosas que más echo de menos es Santamera. Puede que sea porque me encanta su paisaje, tenemos buenos amigos y los niños disfrutan de lo lindo. Antes de llegar a Sigüenza mi cabeza se desconecta de todo y no piensa más que en "nada" o casi nada. Sobre la marcha vamos a casa de algún amigo a tomar un vino, por el camino charlamos con los lugareños ; que si Manolo ya ha cavado su huerto, José va a plantar los ajos la semana que viene, Nati pasa con la bomba para sacar agua del pozo, menuda helada cayó la semana ........
Una de las primeras cosas que hago cuando llego es recorrer todo el pueblo. Me gusta comprobar que cada árbol y cada casa están en su sitio. Veo si el color de la hierba está más o menos verde que la última semana, si se le han empezado a caer las hojas a los árboles, si hay algún síntoma de helada nocturna......Siempre voy a ver el nivel de agua que lleva el río. Como es pequeño el caudal es muy variable, algunas semanas llega casi a doblarlo si ha llovido mucho, o está marrón chocolate si hubo tormenta o está tranquilo, oscuro y lleno de hojas flotando en la superficie si el tiempo ha sido bueno.
Con el vino comentamos con los amigos como ha ido la semana, la última receta de Arguiñano, los exámenes de los niños, cualquier cosa. Algunas veces, también sobre la marcha decidimos preparar una buena cena entre todos y seguir la conversación. Pocas cosas hay mejores que una larga sobremesa con los amigos.
Mientras tanto los niños andan por ahí con las bicicletas, subiéndose a los árboles o jugando a polis y cacos por todo el pueblo. A veces les da pereza ir al pueblo, pero en cuanto llegan se apuntan a cualquier plan con los amigos y lo pasan muy bien. No me canso de decirles la suerte que tienen de tener un sitio donde pueden salir solos a la calle, libres, sin coches, sin hora fija para comer, ni para levantarse.....
También doy largos paseos por el monte, lo que más me gusta.
Aquí he cambiado el paisaje de la sierra de Guadalajara por otro bien distinto. Salgo a caminar con mi amiga Nora por el Presidio Park, que es como la casa de campo pero a lo bestia, siempre terminamos en una playa preciosa junto al Golden Gate.
Tampoco está mal ¿no?

sábado, 5 de febrero de 2011

EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS

Si no recuerdo mal este era el título de una película un tanto picantona ¿verdad? Pues no es mi intención hoy hablar de sexo, sino del resto de los sentidos. Y ¿a qué viene esto? preguntaréis, pues a que llevo una semana constipado porque los últimos visitantes me hicieron ir en bici, en moto y a ver el motocross lloviendo y después me he quedado toda la semana tosiendo y con la nariz llena de mocos. ¡Qué graciosos! Como consecuencia, además de pasarlas putas tosiendo hasta sangrar la garganta y sorbiendo mocos hasta hacer un nudo en la garganta (perdón los que estéis desayunando), resulta que he sido expulsado de mi habitación. Mis toses secas y persistentes y mis ronquidos profundos no dejan a Montse pegar ojo, así que he sido deportado al salón, a dormir en un sofá cama. Aquí ronco yo solito, toso hasta retorcerme y controlo perfectamente los movimientos nocturnos de la casa, el tic tac del reloj de la cocina, el motor del frigorífico, los gritos de Simón sonámbulo, el trolebús de la calle Divisadero... Lo bueno es que entre tos y tos me paso por la nevera y le doy un bocado a algo para aliviar mi garganta y aumentar mi barriga. De hecho sólo me sirve para eso, para engordar, porque todo lo que como me sabe igual desde hace una semana.
El otro día, Montse me invitó a cenar al Foreign Cinema, un curioso restaurante-cine en Mission. Lo hizo porque tenía remordimientos por mi exilio. Yo fui encantado y me sometí a un curioso experimento. Todo me sabía igual, desde el pan con mantequilla hasta la tarta de limón, pasando por el alioli, la sopa de pescado o los mejillones picantes. Qué manera más tonta de derrochar dinero, pensé, pero luego Montse decidió explicarme como eran los sabores y me sentí como el ciego al que le narran un paisaje o un cuadro, o el sordo al que le hacen muecas para contarle una historia. Y me entró la duda: ¿cuál es el sentido más prescindible de todos? Mi ranking es, por este orden: olfato, tacto, gusto, oído, vista. Ya he dicho que el sexo no lo incluyo en esta lista. Tú ¿de cuál prescindirías?

viernes, 4 de febrero de 2011

RECUERDOS DESENFOCADOS

Sospecho que el noventa por ciento de lo que somos es lo que recordamos. Ya conté la diferencia entre mis recuerdos lejanos, desenfocados, cortos y muy sugerentes y los más recientes, más nítidos, más largos, pero menos interesantes.
Me intrigan varias cosas; ¿hay recuerdos que de verdad recordamos o son transformaciones de cosas que nos han contado, o fotografías que hemos visto y que después hemos editado en nuestra mente? Y también ¿los recuerdos son invariables o los vamos transformando con el tiempo? Porque si es así no sabemos en realidad que es los que somos. Ese noventa por ciento no es estable y depende de una variable aleatoria que a su vez depende de infinitas posibilidades, las que cada uno decida introducir. Estas variaciones también pueden volver a cambiar dependiendo del tiempo transcurrido desde la primera vez que lo recordamos. Así que puede que tengamos recuerdos que no tienen nada que ver con nosotros mismos.
Osea que lo único que sabemos seguro que somos, es lo que va, dependiendo de la capacidad de retención de cada uno, de unos meses atrás a el momento presente.
Cuando recordamos algo por primera vez, ¿cómo sabemos que es un recuerdo de verdad o nos lo hemos inventado? ¿Qué parte del recuerdo es verdadero y que hemos añadido inconscientemente para hacerlo más agradable y que nos guste más?
El primer recuerdo de algo, ¿cómo lo identificamos?, porque antes de recordarlo, no existía.
Un niño no sabe que es un coche hasta que no ha visto el primero. Reconoce un coche, la segunda vez que ve uno. Me parece que me estoy liando.......
A lo mejor por eso decimos tantas veces a nuestros amigos.....¿te acuerdas de cuando estuvimos en...........? Para averiguar si lo que recordamos sucedió de verdad o nos lo hemos inventado. Y a lo mejor no hay tantos mentirosos sueltos por el mundo y son personas con gran facilidad para transformar sus recuerdos.
Qué pesada soy.

jueves, 3 de febrero de 2011

QUÉ DISTINTOS SOMOS

Como buenos aficionados al deporte que somos, estamos bien atentos al calendario y cada vez que cae por aquí algo interesante, allá que sentamos nuestras posaderas en la grada. Ya hemos estado en la Fórmula Indy, el baseball, la NBA y el otro día fuimos al Campeonato del Mundo de Supercross. Cada vez que estamos en un estadio, con toda esa acumulación de gente, pienso lo mismo: ¡Qué distintos somos!
Me gusta hacer estudios sociológicos visuales y los estadios brindan una gran oportunidad. Saco mis propias conclusiones: que aquí empujan más en los pasillos que en España, que comen con la boca abierta, que animan con menos fuerza y que cuando se enfadan dan más miedo. Pero lo que más me rompe los esquemas es su patriotismo así como su escaso pudor y sentido del ridículo.
Empieza el evento, todo el mundo en pie, mano derecha sobre el pecho izquierdo, suena el himno, sube la bandera, sale algún famosillo al escenario a cantar la letra del himno (yo me quedo con nuestro chunda chunda), desafina, nadie se ríe, yo sí, todos gritan extasiados al concluir la melodía como si fuera la primera vez que la hubieran escuchado. A continuación sale un general acompañado por 20 militares jovencitos y allí delante de todos los pilotos y mecánicos juran la constitución y la lealtad a Dios, a la patria y al Rey...Perdón a Obama, como nuevos soldaditos del ejercito de los United States of América. La multitud vuelve a enloquecer. Yo me río de nuevo. Por no llorar.
Por fin empieza la competición. Flipo. No sé si os he dicho alguna vez que para mi el momento más intenso y espectacular que existe en el deporte es una buena salida de supercross y aquí estamos en la Meca. Descanso. Sacan a una joven pareja al escenario, él coge el micro y le pide a ella el matrimonio; ella dice que sí, el público llora de emoción. Yo me descojono. Siguen las carreras, sigo flipando. Nuevo descanso. La cámara busca por la grada al espectador que baila de forma más ridícula; 59.999 personas bailan estúpidamente intentando llamar la atención del cámara; una persona, yo, se parte el bolo. Me río porque me imagino cada una de esas situaciones en España... Imposible.
Acaba el espectáculo, todo el mundo corre hacia sus coches y al grito de "Marica el último" intentan salir del parking. Diez mil coches saliendo por la puerta de un aparcamiento con un semáforo a cien metros y ni un sólo policía ni personal de organización. Aquí, ya dejé de reírme.

miércoles, 2 de febrero de 2011

MI CARRO ME LO ROBARON

El otro día me fui yo sola a hacer la compra. Vamos a un supermercado un poco retirado de casa porque es lo más parecido a un supermercado español que hemos encontrado y porque los precios de algunas cosas cuestan tres veces menos y no exagero. Como me conozco y sé que tengo gran facilidad para perderme, le pedí a Martín que me acompañara, qué ilusa, como que ir con él me iba a librar de perderme. Necesito un ayudante, le dije, como si él supiera si tengo que girar a la derecha en la décima o en la siguiente, pero me daba seguridad ir acompañada.
Según arranqué el coche se quedó dormido como un tronco, es absurdo pero me empecé a angustiar y a pensar que si él estaba dormido seguro que me iba a perder. Milagrosamente llegué a la primera, reconozco, de casualidad.
Os lo juro a mí me cambian las calles y las tiendas de sitio pero ayer siguiendo las indicaciones de mi memoria, acerté. Allí estaba. Que alegría verlo en el mismo sitio de siempre, exactamente entre las mismas calles y no tres más allá y en dirección contraria a donde estaba la semana pasada.
Metí en el carro todo lo que necesitaba siguiendo en orden riguroso la lista que Diego me había preparado. Debo ser peor de lo que pienso porque la lista estaba hecha de tal forma que siguiendo los pasillos de izquierda a derecha, como él me había indicado, me iba a ir encontrando las cosas en el mismo orden que estaban escritas en la lista.
Todo perfecto, ya casi he terminado y decido ir a avisar a Martín para que se de una vuelta y me ayude a meter las cosas en el carro. Cuando vuelvo.....mi carro, hasta arriba de cosas, había desaparecido. Ya decía yo que estaba saliendo todo demasiado bien. Se ve que hay gente que se dedica a meter cosas en carros y luego los abandona. Os juro que no pasaron más que unos minutos, que debieron parecer suficientes a una empleada para llevarse mi carro al almacén y empezar a vaciarlo.
¡Me hierve la sangre con estas cosas!
Nos metimos en el almacén a separar nuestras cosa que habían repartido en tres carros diferentes. Rabiosa y con ganas de irme a casa, iba echando en el carro sabiendo que seguro se quedarían cosas y seguro me llevaría otras que no eran mías, mientras Martín me mira con cara de "ya la ha liado mi madre otra vez".
La vuelta a casa mejor no os la cuento, para no aburrir.

martes, 1 de febrero de 2011

SAN FRANCISCANOS 47

Montse está encantada porque nuestros últimos visitantes se sorprendieron con su alto nivel de inglés y porque alguien en el parque le preguntó que si era inglesa, porque su acento no era como el de aquí. Yo también estoy feliz porque el otro día una de las madres hippies del cole me dijo que ahora ya tenía aspecto de auténtico San Franciscano. Es verdad, aquí la gente no tiene ningún reparo o complejo por su aspecto físico y es bastante habitual ver barbas, pelos y vestimentas un tanto desaliñadas. Barba ya no tengo; mal vestido iré toda la vida y ahora, la protagonista es mi pelambrera. De hecho no había tenido el pelo tan largo desde mi época teenager de "punky-pijo", todavía recuerdo que cuando iba a Santa Cruz de la Zarza, el pueblo de mi madre, me llamaban melenas, nenaza y mariquita. Aquí, con 47 tacos (ahora entendéis el titular, ¿eh? ¡Lerdos!) y unas melenas que me cubren el cuello nadie me dice nada feo. Nadie salvo yo, que no me soporto cuando me miro al espejo, ni cuando intento desenredar los nudos al salir de la ducha, ni cuando barro las pelusas de suelo y me encuentro pelos como para hacer una alfombra. Y es que los que nos dejamos el pelo largo a estas edades lo hacemos para cubrir al máximo los descampados por los que el cartón empieza a relucir. Bueno y en nuestro caso también por ahorrar, porque con lo que cuesta un corte de pelo en esta ciudad casi me alquilo una Harley. De cualquier modo y para que no os dé tanto de que hablar como lo hizo mi barba, he decidido que mañana mismo me voy con Lucio y Martín al barrio de Mission, que es mucho más barato, y negocio un buen precio por un tres en uno. Y el pelo que nos corten lo venderemos para hacer pelucas. Ya os regalaré una.