Y la luz se le apagó. Quizás os sorprenda esta entrada, quizás no entendáis que comparta un momento tan íntimo, pero no he encontrado mejor forma de homenajear a mi madre en su despedida. Bueno, todavía no se había ido cuando empecé a escribir esto en San Francisco, pero podía imaginar el final por los mails y llamadas que recibí de mis hermanos. Estuve varios meses esperando una llamada que no quería contestar porque sabía lo que me iban a contar; lo sabía desde que me fui a Frisco, desde que cerré la puerta de su cuarto despidiéndome y sabiendo que casi seguro no la volvería a ver. Estaba muy débil y enferma, aunque por suerte, apenas ha sufrido, ni ha sido consciente de su situación; eso el lo único bueno del máldito Alzheimer, su poder anestesiante. Ella ha vivido en un limbo sus últimos meses, sin tener muy claros los conceptos espacio y tiempo, pero sin dolor, ni tristeza, ni siquiera aburrimiento. Hace tiempo que dijo que se quería ir con Lucio, "el father" le llamábamos, pero no lo hizo, aguantó estos trece años sin él, con una enorme tristeza camuflada por esa increíble fortaleza física que ha mantenido hasta el último momento. "Sin Lucio, seguiré viviendo pero ya no será mi vida, será otra cosa"-dijo-.
Escribo porque es de noche, tarde, todos están durmiendo y los demás estáis muy lejos, así que el único abrazo que puedo dar y recibir es a través de las teclas. Perdonad que os amargue, pero nunca he entendido bien la relación entre la tristeza y las gafas de sol, por qué narices tenemos todos que ocultar nuestros sentimientos y avergonzarnos por llorar ante la pérdida de un ser querido. Qué ridículos estamos todos con las Oakley o las Ray Ban en el cementerio. Cuando se muere una madre o alguien cercano, uno llora y se descompone y todo el mundo lo entiende, no hay por qué ocultarlo. Y yo os escribo por desahogarme, porque aunque lo esperara y me lo temiera, una madre sólo se muere una vez y con ella se va muy buena parte de tu vida, de tu infancia y de tus recuerdos. De un plumazo, casi al momento, se me olvidan los últimos años de enfermedades, depresión y sufrimiento (aunque nunca le faltara la sonrisa de agradecimiento cada noche cuando le subía la cena y me quedaba un rato a charlar con ella) y se amontonan en la memoria cientos de imágenes maravillosas, como las que cualquiera podéis archivar con recuerdos de vuestra madre. Paseando por Madrid, por su Madrid, en la casa de Santa Cruz, en Torrelodones, en Mojacar, en París, llevándonos al cole, recorriendo pueblecitos, cocinando pisto, buscando temas para sus cuadros, comprando trufas, en su estudio dejando pasar las horas viéndola pintar, esperando en la puerta de casa a que volviéramos cada noche que salíamos, dialogando, bromeando, en su jardín, en la Puerta del Sol, de exposiciones, en sus inauguraciones, escuchando flamenco, la Niña de los Peines a todo volumen, buscando el coche, sufriendo por sus hijos, queriéndonos todo y más, disfrutando con los amigos, feliz con sus nietos, riéndose, enamorada de su marido... Mientras la respiración se va apagando, todavía creo oírte gritar "¡Chiquirrinduliniiiii!" para dirigirte con todo el cariño del mundo a cualquiera de nosotros. Esta vez no me da vergüenza que lo oigan mis amigos y ¿sabes?, yo también se lo digo a mis hijos... Amalia Avia, mamá, mother, Labuela.
Alguien hablará de su trayectoria artística, otros recorrerán su dramática biografía, muchos elogiarán sus virtudes, como se hace siempre en estas situaciones, y yo me limito a reconocer lo que realmente siento y pienso de corazón, yo y mis hermanos, que no hemos podido tener mejores padres. Hasta siempre mamá, luego te subo la cena.
¡ Que bonito! Diego.........me estoy ahogando en tus lágrimas.
ResponderEliminarTe quiero.
Soy Martin desde San Francisco con la cara cubierta con lagrimas un beso. Tengo muchas ganas de verte.
ResponderEliminarSoy diego
ResponderEliminarNo se que decir...estoy muy triste y un abrazo para la familiay amigos y sobretodo para papa
Una vez mas tengo que decir ¡¡¡ increible ¡¡¡ Gracias Diego por esta entrada, me imagino que la mas dura de escribir, pero desde mi opinion ( y entre lagrimas) te digo, que la mas bonita.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte para todos.
Un abrazo enorme.
ResponderEliminarPreciosa entrada Diego. Perfecta.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande para ti, y para toda la familia Muñoz-Gómez
Un abrazo saharaui muy grande para todos. Montse Fuerza y animos.
ResponderEliminarLes queremos muchos.
Youssef, Raquel y Bra
Sin palabras y con el corazón encogido, besos a todos.
ResponderEliminarÁnimo Diego, un abrazo muy fuerte de tus amigos los Carras!!!
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte amigo no hay un camino para ser artista: el arte, la belleza, es el camino. Lo demás es seguir viviendo, seguir disfrutando de cada segundo de la vida. Permíteme saludarte con un ¡Viva la pintura! y Salud!
ResponderEliminarDiego Lacave
Mi más sentido pésame a toda la familia
ResponderEliminarMuñoz-Gomez.Un fuerte abrazo Diego tu madre
te seguira cuidando.No lo dudes nunca.
He tardado más de media hora en poder escribir estas líneas, el mismo tiempo que he estado llorando después de leer tú entrada; porque es verdad, no hay que avergonzarse de los sentimientos. No se lo que es perder a una madre, aunque me temo que no tardaré demasiado, solo espero poder expresar mis sentimientos de la misma forma que lo has hecho tú. Es un verdadero honor poder decir que soy tú amigo. Montse, Diego, Martin y Lucio teneís un marido y un padre fuera de lo normal.
ResponderEliminarOs quiero mucho.
Donde dice:
ResponderEliminarY esa sensación no hizo que investigásemos
Esta claro que debe decir:
Y esa sensación nos hizo que investigásemos
Alfredo Avia Aranda
Aletargado apenas dos horas de haber despedido a la Tía Amalia. Me vienen los recuerdos.
ResponderEliminarTe diré Diego que a mi no se pero lo que me vienen son sensaciones del olor. Cuando los sentidos de vista y odio deberían ser mas fuertes que el olor.
Os recuerdo en vuestra casa de Torrelodones y me viene el olor de la sierra madrileña, algo que tanto chocaba con el olor al que tu Madre y nuestra familia que estábamos habituados al secarral, a la parva manchega y la “porta”.
Pero eso olor venia aderezado de otras esencias. Las casa no eran blancas, cuadriculadas, de teja y a lo sumo una cinta de añil en el ángulo con la acera. Podían ser de piedra, madera y de formas fuera de la norma establecida en canones de la construcción tradicional castellana. Ese impacto, me decía de que había algo distinto a lo que habíamos visto en nuestra infancia y empezaba a cuajar entre el entorno. Nuevos olores a los tradicionales y ese frasco de aromas en nuestro entorno eran Lucio y Amalia.
Después mis sensaciones de recuerdos cambiaron cuando os mudasteis al Conde de Orgaz. Pasando al intenso olor del óleo y aceites. Pero ese olor poco valor tendría si no se constataba la mezcolanza de otros aromas de amor a otras culturas, artes y pensamientos.
El impacto era brutal, de pasar de escuchar los goles de Amancio en la Radio a escuchar desde la niña de los Peines o la variación de una marcha sinfónica descomunal. En la vida había algo más que radio Nacional, los goles del Madrid y la música de guitarras y laúdes de los Mayos Manchegos. Había más música, como mas colores y como los olores que eran variopintos. Colores que se expandían en una amplia escala al contemplar los cuadros de Lucio y Amalia de Amalia y Lucio. En la vida había algo más que el negro, el marrón el verde oscuro y poquito del rosa de aquellos años. Y esa sensación nos hizo que investigásemos para buscar nuevos olores, nuevos colores, nuevos sonidos. En resumen nueva forma de pensamiento en la vida.
Pero ese recuerdo de olores no se los quedaban tus padres para ellos; eran esparcidos para nuestro disfrute.
En el pueblo, nuestro pueblo, fueron Amalia y Lucio quienes un verano se empeñaron que además del Cine de la gaseosa colora y las pipas, en donde un día había un fin de semana una del oeste, al otro una de Manolo Escobar y al otro una de tiros del Oeste, se prendo de olores de libertad en época de silencios: Carlos Saura, Jose Meneses, exposiciones e incluso la formación de un grupo local de teatro que como inicio arranco con la Zapatera Prodigiosa de Lorca, casi nada. Era un soplo de aire nuevo, de nuevos olores. Y anda que no era difícil intentar cambiar de los olores tradicionales del pan caliente, las gachas, el pisto manchego y de la ropa almidonada.
Y así es mi recuerdo y hoy cuando hemos dicho adiós a la Tía Amalia, hoy creo que el tarro de las esencias, el abanico de olores referenciados a Amalia y Lucio en mis pituitarias neuronales, por mucho que se crea que se ha cerrado el tarro permanecerá para siempre.
Y permíteme por ultimo que manifieste una sensación que siempre que os veo hay algo de Diego, Lucio, Nicolás y Rodrigo que es algo que me evoca a vuestra Madre: Las sonrisas, unas sonrisas abiertas, explosivas. En Amalia se acentuaba mucho más pues era algo inusual en un entorno sombrío. Mucho se ha hablado sobre la dureza de la vida en Amalia y su entorno familiar, pero esta mañana en el cementerio en mezcolanza vertiginosa han venido a mi recuerdo de su sonrisa y la de la tia Maruja y la de mi Padre, de los Avias. Ahora quiero recordar a Amalia con esa sonrisa.
Un fuerte abrazo.
Alfredo Avia Aranda
Diego, poco mas se puede decir que la emotividad, el amor y la sinceridad que rebosa en tu post. Solo que lo siento muchísimo. Un fuerte abrazo y animo en lo posible.
ResponderEliminarHas escrito algo precioso...lo he leido con los los ojos llenos de lagrimas.Te mando un beso muy fuerte,
ResponderEliminarMaría López-Linares