
Sobrecogido paso página y busco la información local. La de hoy tampoco está mal. Son dos historias individuales, la de Sion Milosky, un experto surfero hawaiano de 35 años que murió ayer subido a la mítica ola Maverick en el Half Moon Bay; le gustaba arriesgar y lo hizo sobre una ola de más de 10 metros de alto que decidió apartarle para siempre de su mujer y sus dos hijas. La otra, la de una madre californiana que sale cada día a pasear a su hijo, John Gibson, en la silla de ruedas; el chaval tiene 21 años y se quedó en coma por una sobredosis de varias drogas cuando estudiaba en una especie de colegio mayor en la Universidad de Berkeley. Los padres luchan ahora por intentar que el chico despierte de su letargo y por hacer justicia con los responsables del centro estudiantil en el que había, entre otras cosas, una plantación de marihuana en el tejado.
Ambas historias me llegan al alma y a la lágrima. Qué habría que hacer para que las cifras fuesen más humanas. En Japón van ya más de 10.000 Miloskys y en Libia se acercan a 10.000 Gibson. De momento yo voy a hacer mi papel de padre educador "moralino" y le voy a enseñar el recorte a mis hijos para que sepan de los riesgos del surf y, sobre todo, de las drogas. Qué divertido es pasarlo bien, la noche, el alcohol... y qué difícil parar a tiempo.
Os cuento todo esto porque tengo un subidón de cafeina por el "cortao" que me ha preparado Montse justo antes de ponerse un DVD con una peli de Auschwitz porque afuera sigue diluviando. Deprimente.
La foto de arriba parece la pesadilla que tuve el dia que fui a ver “Biutiful" pero no, es una video-instalación de un artista chino, Song Dong, que hemos visto esta semana. Buenísima exposicion.
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