jueves, 31 de marzo de 2011

LUEGO TE SUBO LA CENA

Y la luz se le apagó. Quizás os sorprenda esta entrada, quizás no entendáis que comparta un momento tan íntimo, pero no he encontrado mejor forma de homenajear a mi madre en su despedida. Bueno, todavía no se había ido cuando empecé a escribir esto en San Francisco, pero podía imaginar el final por los mails y llamadas que recibí de mis hermanos. Estuve varios meses esperando una llamada que no quería contestar porque sabía lo que me iban a contar; lo sabía desde que me fui a Frisco, desde que cerré la puerta de su cuarto despidiéndome y sabiendo que casi seguro no la volvería a ver. Estaba muy débil y enferma, aunque por suerte, apenas ha sufrido, ni ha sido consciente de su situación; eso el lo único bueno del máldito Alzheimer, su poder anestesiante. Ella ha vivido en un limbo sus últimos meses, sin tener muy claros los conceptos espacio y tiempo, pero sin dolor, ni tristeza, ni siquiera aburrimiento. Hace tiempo que dijo que se quería ir con Lucio, "el father" le llamábamos, pero no lo hizo, aguantó estos trece años sin él, con una enorme tristeza camuflada por esa increíble fortaleza física que ha mantenido hasta el último momento. "Sin Lucio, seguiré viviendo pero ya no será mi vida, será otra cosa"-dijo-.
Escribo porque es de noche, tarde, todos están durmiendo y los demás estáis muy lejos, así que el único abrazo que puedo dar y recibir es a través de las teclas. Perdonad que os amargue, pero nunca he entendido bien la relación entre la tristeza y las gafas de sol, por qué narices tenemos todos que ocultar nuestros sentimientos y avergonzarnos por llorar ante la pérdida de un ser querido. Qué ridículos estamos todos con las Oakley o las Ray Ban en el cementerio. Cuando se muere una madre o alguien cercano, uno llora y se descompone y todo el mundo lo entiende, no hay por qué ocultarlo. Y yo os escribo por desahogarme, porque aunque lo esperara y me lo temiera, una madre sólo se muere una vez y con ella se va muy buena parte de tu vida, de tu infancia y de tus recuerdos. De un plumazo, casi al momento, se me olvidan los últimos años de enfermedades, depresión y sufrimiento (aunque nunca le faltara la sonrisa de agradecimiento cada noche cuando le subía la cena y me quedaba un rato a charlar con ella) y se amontonan en la memoria cientos de imágenes maravillosas, como las que cualquiera podéis archivar con recuerdos de vuestra madre. Paseando por Madrid, por su Madrid, en la casa de Santa Cruz, en Torrelodones, en Mojacar, en París, llevándonos al cole, recorriendo pueblecitos, cocinando pisto, buscando temas para sus cuadros, comprando trufas, en su estudio dejando pasar las horas viéndola pintar, esperando en la puerta de casa a que volviéramos cada noche que salíamos, dialogando, bromeando, en su jardín, en la Puerta del Sol, de exposiciones, en sus inauguraciones, escuchando flamenco, la Niña de los Peines a todo volumen, buscando el coche, sufriendo por sus hijos, queriéndonos todo y más, disfrutando con los amigos, feliz con sus nietos, riéndose, enamorada de su marido... Mientras la respiración se va apagando, todavía creo oírte gritar "¡Chiquirrinduliniiiii!" para dirigirte con todo el cariño del mundo a cualquiera de nosotros. Esta vez no me da vergüenza que lo oigan mis amigos y ¿sabes?, yo también se lo digo a mis hijos... Amalia Avia, mamá, mother, Labuela.
Alguien hablará de su trayectoria artística, otros recorrerán su dramática biografía, muchos elogiarán sus virtudes, como se hace siempre en estas situaciones, y yo me limito a reconocer lo que realmente siento y pienso de corazón, yo y mis hermanos, que no hemos podido tener mejores padres. Hasta siempre mamá, luego te subo la cena.

martes, 29 de marzo de 2011

EL AVIÓN QUE NUNCA QUISE COGER


Ya sabéis que no me gusta volar. Y eso que esta vez voy arriba, en las plazas más cómodas del Boeing 747. No llevo vecino y voy a mis anchas. El despegue ha sido el más espectacular que he visto en mi vida, como si estuviera preparado para los turistas, el avión ha bordeado a baja altura el mapa de la península de San Francisco: ha ido cogiendo altura hasta Ocean Beach y allí ha girado para entrar en la bahía por encima del Golden Gate; a nuestra derecha toda la ciudad de San Francisco con sus parques y sus barrios bien marcados, Sunset, Golden Gate Park, Richmond, Presidio, Marina y Pacific Heights. Veo la torre de Alta Plaza y el parque, alcanzo a ver los columpios y las pistas de tenis, casi casi distingo a Montse diciéndole a Lucito “mira que avión más bajo, igual va Papi dentro”.
Pues sí aquí voy, cruzando Sierra Nevada, más nevada que nunca y el desierto de Nevada, también nevado, las montañas de Colorado, blancas, y toda esa ristra de estados del interior que ninguno conocemos y por los que os decía ayer que había que tener siempre a mano un Mapamundi. Voy rumbo a París, avión de Air France directo, qué gusto, y luego una rápida conexión hasta Madrid. Como "Poulet au sauce du vin", ya os he dicho que la compañía es francesa, y un plum cake delicioso que me recuerda al que consumía en mi infancia cuando el conductor del autobús del cole nos traía los restos recién caducados de la fábrica de Bimbo. El poulet lleva vino, pero por si no es bastante pido una botellita de tinto francés, en botella mini de plástico, pero rico. Mis amigos periodistas siempre optaban por el alcohol para sobrellevar lo mejor posible nuestros largos vuelos hasta Japón o Australia. Yo nunca lo probé, hasta hoy. No está mal. Salvo porque el camarero de altos vuelos y altos sueldos, supongo, me ha mirado con mala cara cuando le he pedido la segunda botella.
Me gusta programarme los vuelos transoceánicos. Un rato de prensa, otro de música, otro de libro, otro de escribir y algo para dormir. Pero esta vez me está costando. Porque me han dado el L’Equipe como único periódico y viene una entrevista con Mourinho que la va a leer su padre, vaya tipo imbécil, vanidoso y prepotente. Perdón. Después porque el libro que estoy leyendo tiene demasiadas guerras dentro y quizás no está el mundo, ni mi mente, para ese tipo de lecturas. Y además la música me hace llorar, ya os lo conté en su día. En los últimos días de mi padre me dio por Lluis Llach y ahora me ha dado por Leonhard Cohen, más que nada por una cuestión idiomática. Deprimente, lo sé y me gusta. Tampoco me sale lo de dormir, así que mi único refugio es escribir, aunque sólo sea un ratito.
Qué espantosa sensación es la de ir a dónde no quieres ir. Yo estuve en Madrid hace unas semanas y no pensaba volver hasta julio y no me gusta volver a dejar a Montse y los chicos solos. No quiero volver. Sólo había un motivo que me podía obligar a hacer esto y tristemente se ha producido. Mi madre está muy mal. Todos lo esperábamos, pero eso no implica que cuando llegue el momento no sea duro. Por eso voy aquí subido, mezclando recuerdos con turbulencias y con la esperanza de que todo fuera un mal sueño. Pero no lo es.
Siento no poder poneros una fotografía aérea de la ciudad, pero es que soy tan bobo que no he cogido la cámara. Era preciosa.

lunes, 28 de marzo de 2011

EL MAPAMUNDI

En San Francisco hay muchas jugueterías, doy fe. Lucio tiene instalado en su retina un detector que nunca le falla. Ayer, paseando por Noe Valley, un barrio muy agradable entre Castro y Mission, el canijo nos obligó a entrar en tres. Eso sí, tras previa negociación: "Lucio, entramos a mirar y elegir juguetes para tu cumple, pero no compramos nada, ¿vale?"
-"¡Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale!"
Claro que luego empieza a subirle la adrenalina, el nervio desatado y la risa fácil y corre de un lado al otro de la tienda diciendo eso de "...Y esto.....Y esto... Y esto... Y esto".
-"Sí hombre, tú lo quieres todo ¿no?"
-"No papi, todo no, casi todo."
Le entiendo, porque a mí me pasa igual. Me encantan las jugueterías, me compraría casi todo. Vuelvo a ser un niño. De pequeño me gustaban, claro, como a todos, pero después me entró pasión por otras cosas y me pasaba la vida en tiendas de motos, de fotografía, sex shops... Qué os voy a contar que no sepáis. Pero lo que realmente me apasionaba eran los kioskos, soñaba con ser kioskero. Me hubiera comprado revistas a millones si en aquella época hubiera tenido pasta. Pongo a millones porque a miles sí que lo hice.
Luego perdí un poco esa pasión y empecé a enloquecer con las papelerías, con cuadernos de hojas de colores, bolígrafos de muchos tipos, gomas, celo, sacapuntas, clips y todo tipo de accesorios. Era un peligro, cada vez que entraba en una me llevaba media tienda y siempre soñaba con poder tener un cheque en blanco para llevarme media tienda.
Ahora, con la edad, he recuperado por suerte la afición a las jugueterías, empujado por Martín y Lucio, evidentemente, pero también a las librerías, y reconozco que en cuanto entro en una me convierto en comprador compulsivo; siempre compro algo y así tengo un montonazo de libros sin leer. Pero mi auténtica debilidad, poco conocida, son los mapas. Pocas cosas me gustan más que un Mapamundi, tan bonito, tan real, con tanto por aprender y descubrir cuando lo miras. Siempre tengo alguna bola del mundo cerca y siempre que veo alguna en una casa o en una tienda, me quedo mirando y si puedo la fotografío. Creo que en general sabemos muy poco de geografía y nos vendría a todos muy bien sabernos un poco mejor el globo terraqueo. Yo podría sustituir el televisor o la chimenea de una casa por un Mapamundi, tiene el mismo poder himnotizador.

EL EGO Y LAS LEYENDAS URBANAS

Es verdad que las redes sociales son un culto al ego, a la vanidad y a la autoestima. Un invento moderno, como todos los inventos cuando se inventan, que ha servido para desarrollar los instintos más exhibicionistas y extrovertidos del ser humano. Qué buena idea, y ¿por qué no?
A mí, pensándolo bien, sólo me falta desnudarme. Con eso de la distancia y de la frialdad que aporta el ordenador, uno ha perdido todo el pudor, la vergüenza y buena parte de ese ridículo sentido del ridículo que tengo. En estos meses os he confesado mis manías, mis gustos, he revelado mi tendencia política, la futbolística también, he salido en fotos con unas pintas impresentables, con o sin barba, he reconocido mis errores, mis miedos, mis gustos, mis cochinadas, mis vicios, os he enseñado las pelusas de nuestra casa, he gritado cruzando el Golden Gate... Ya sabéis que soy un viejo muy niño. Tranquilos que no me voy a desnudar. Ni te molestes en pedirlo.
Lo que me agobia ahora es volver a España. Me pondré una gabardina y unas gafas de sol, para pasar desapercibido. Ya hay alguno mezclando conceptos: desnudo y gabardina... El exhibicionista del parque que siempre nos contaban de pequeño. Pues no, ni soy yo, ni existe, es una leyenda urbana como el hombre del saco, la mujer de la curva, la violada del parque o el divorcio de Aznar. Lo que quiero decir es que después de esta explosión de sinceridad bloguera, creo que no voy a poder ser el mismo y que cuando me veáis siempre os vais a acordar de mis calzones agujereados, de los tomates en los calcetines, de mi vecina en bolas, de mi piojosa barba. Tendré que urdir un plan para cambiar de personalidad o mejor dicho, de identidad. Conozco a alguna persona que ya lo ha hecho y no le ha ido mal. Se ha ido a otro país y se ha cambiado de nombre. Lo más complicado de todo es elegir bien el apellido; dudo entre Fidel J. Borbón, José Mari Garzón, Juan Carlos Chavez o Alberto Aguirre, aunque, pensándolo bien, me gusta tanto esto de cultivar el ego que me quedo con lo de Diego Muñoz Avia Martínez Peña Alejandre Alvares García Baquero Escamilla Soria Santos Alonso Peña... Lo dejo que me equivocaré y saltará algún primo a corregirme.

domingo, 27 de marzo de 2011

QUÉ HAS HECHO PARA QUE NO TE HECHEN

 En el aeropuerto de Barajas hay una pintada convocando a una manifestación: “Acude para que no te hechen”. La cosa no está bien, es verdad, La crisis no termina y el paro sigue creciendo, hay que hacer algo. Recorro el aeropuerto en mi camino hacia la puerta de embarque; las señoritas de facturación se marchan corriendo dejando la mitad de las maletas tiradas y a varios pasajeros pasmados con un “se ha terminado mi turno, esperen a que venga algún compañero”; el Guardia Civil del scanner se queja a gritos de la duración de su jornada laboral; los camareros de la cafetería me cortan el café con muy mala leche mientras ponen a parir a su jefe; en la mesa de al lado cuatro azafatas desayunan despotricando de su convenio…
No quisiera que nadie me malinterpretara y me tildara de facha, pero creo que nuestro país tiene desde hace mucho tiempo la enfermedad del café de media mañana, ese agradable ratito con los compañeros de trabajo que en algunas ocasiones sirve para hablar de Messi, pero en otras muchas para poner a caer de un burro al jefe y echar pestes del trabajo y la empresa (sea cual sea), lo cual lleva a una contagiosa y peligrosa desidia colectiva.
En eso tenemos mucho que aprender de los americanos. Aquí cualquier trabajo es digno y si no, el trabajador lo dignifica con su actitud positiva. El hombre anuncio baila en la calle y salta para que le vean los conductores, con una profesionalidad admirable; el basurero es consciente de su papel de servicio social y está orgulloso de servir a la comunidad; el cobrador del peaje reparte miles de saludos y sonrisas fugaces cada día, el cajero del Costco te coloca la comida en el carro: “A mi no me gusta que se estropee mi fruta, así que tampoco le gustará a usted”…Vale que hay excepciones y que en todo ello hay cierta falta de naturalidad, pero la fórmula funciona.
España es un país alegre y deberíamos plasmarlo en nuestro trabajo…Para que no nos “hechen.”

sábado, 26 de marzo de 2011

QUIÉN PUDIERA TENER CINCO AÑOS

Hoy he llevado a Lucio al colegio como cada día. Las últimas semanas ha llovido mucho. Y cuando digo mucho, me refiero a días en los que han caído cubos de agua con fuerte viento, el paraguas se te da la vuelta y yo, no exagero, he despegado del suelo unos segundos como Mary Popins. En el pequeño patio que hay para los pequeños se han formado varios charcos enormes. El suelo es de arena y uno de ellos, más que un charco parece un lago.
Después de entrar en clase de Lucio y despedirme de él he visto algo que me ha parecido genial. Varios niños han decidido meterse en los charcos, todos bien preparados con sus botas de agua y pantalón chubasquero.
Recuerdo a mi hermano Carlos con tres o cuatro años en los días de lluvia en Madrid. Diego y yo le llevábamos de paseo. No había un sólo charco en todo el barrio sobre el que no pisara. Es una de las situaciones que más feliz puede hacer a un niño. Por supuesto el primer charco en el que saltaba estaba delante del portal de nuestra casa y siempre salía el portero, el hombre más antipático que he conocido en mi vida, no a regañar al niño sino a Diego y a mí. " Digo yo que ya son mayorcitos para hacer estas tonterías", decía Inocente. Todos los porteros del mundo tienen nombres raros.
Como decía, se ha montado la marimorena en el patio. Cinco niños atraviesan un charco tan contentos, el agua les llega más arriba del tobillo. En el charco-lago un renacuajo ha decidido coger un barreño grande, se ha metido dentro y os lo juro, ha empezado a navegar por él. Varias madres han sacado sus teléfonos para inmortalizar la escena, que era tronchante, me he ido corriendo a buscar a Lucio para que participara pero no me ha dado tiempo, qué pena...... Ha aparecido una profesora-sargento de primer grado y les ha echado a todos.
Lo más divertido ha sido ver como las madres disimuladamente guardaban sus cámaras-teléfono y silvando se han desentendido de la situación, desapareciendo.
En primera fila y animando a su hijo Leo a cruzar el Pacífico, ¿cómo no?, mi amiga Carina, la de la cena con el indio que os conté. En cuanto ha visto a Miss Sargent por el rabillo del ojo ha salido por patas.

viernes, 25 de marzo de 2011

MAL DE OJO

Últimamente estoy leyendo poco. La verdad es que leo mucho, pero en el ordenador, en el periódico, pero casi nada en libros. Quizás por eso hace tiempo que no muere ningún autor importante. Como lo oís, tengo poderes letales, donde pongo el ojo... Mis autores favoritos han ido desapareciendo a medida que yo posaba uno de sus libros sobre mi mesilla. Empecé con Edward W. Said y sus clarividentes estudios sobre el conflicto palestino-israelí; me devoré varios de sus libros hasta que un titular de El País me trajo la mala nueva. Después llegó Tiziano Terzani y tras leer sus "Cartas contra la guerra" compré varios ejemplares para regalar y le envíe un cariñoso e-mail que obviamente no me contestó; poco después supe de su muerte. Entonces me enganché al compromiso y las vivencias de otro enorme documentalista, Ryszard Kapuscinski, en este caso me dio tiempo a leer 5 ó 6 cosas hasta que un Telediario me dejó huérfano, mientras saboreaba su obra maestra: "Ebano". Desesperado y triste por la desaparición de tanto comprometido pacifista buscador de la verdad, le puse el ojo a Saramago y apenas me dio tiempo a empezar uno de sus novelas-ensayo... Eso sí, me quedé para siempre con un consejo suyo para quienes nos gusta escribir y que se puede aplicar a casi todo en la vida: "No tengas prisa; no pierdas tiempo".  Aquí me he traído varios libros de Noam Chomsky, por aquello de tocar un poco las narices. El otro día le vi en un periódico y me pareció estar un poco desmejorado. Y lo que faltaba, el domingo, para preparar mi charla sobre el Sahara en el High School, me puse a releer "Mi Hermano Saharaui" y de inmediato noté varios pinchazos en el pecho así que también claudiqué de la lectura suicida. Por eso he decidido seguir un tiempo con el periódico y el ordenador. Ya sabéis, si alguno publicáis un libro, por favor, no me lo dejéis.

jueves, 24 de marzo de 2011

ME GUSTA EL VINO...

Un día que invitamos a varios padres del cole a cenar, abrí una botella de buen vino y le ofrecí al primero que llegó: "No puedo, soy alérgico al vino, no puedo tomarlo". Qué peor castigo celestial puede caer sobre ti, pensé. Le miré con cara de lástima pidiéndole perdón "Sorry, sorry, sorry" y aparté la botella pensando "a más tocamos". Pobrecillo que habrá hecho ese tío en sus anteriores vidas para que le haya tocado una penitencia así en esta... Alérgico al vino, ¡Qué putada!, yo creo que saltaría desde el Golden Gate.
A mi me pasaba de jovencito. Lo cuento yo, antes de que algún amable amigo o cuñado o suegra me lo recuerde. Sólo bebía Coca Cola y estuve mucho tiempo sin probar el vino. Pero no me arrepiento de lo vivido y además ahora estoy recuperando el terreno perdido. Sigo fiel a la Coke Light al limón, aunque sólo la consumo por la mañana, a la hora del aperitivo, es un vicio o una ceremonia sin la que no puedo sobrevivir.
El vino llegó a mi vida tarde pero con fuerza. De hecho ha llegado a preocuparme. Sobre todo en Santamera, donde hacemos comandilla de amigos y hoy en tu casa, esta noche en la mía y mañana en la taberna de "Los Brothers", el caso es que cuando volvemos el lunes a Madrid tenemos que poner el hígado a escurrir durante una semana. La afición me llevó en su día a invertir en la bodega Valleyglesias de mi amigo Fernando Ocaña, más que nada por disfrutar de buen vino sin tener que pagarlo.
Aquí, en SF, aguanté un par de meses de sequía pero después he vuelto a las andadas. Los vinos de California son también buenísimos, los de Napa, los de Sonoma... Es curioso pero aquí se pide un vino por la variedad de uva más que por la denominación de origen, algo que en España nunca se hace; hay Merlot, Cabernet Sauvignon, Ziffandel o los que mezclan que suelen ser peores. Si además los mezclas con Coca Cola, ni te cuento. Esto es como vivir en La Rioja, el vino está bastante presente en la vida sanfranciscana, las tiendas, los restaurantes y el turismo giran en torno al Red red wine. El Cabernet es el más bebido y el más rico; en cuanto a las colas, Coke sigue siendo líder y ahora la segunda más consumida es la Coke Light, que ha adelantado incluso a la Persi. Importante el dato ¿verdad?
También nos hemos aprendido varios dichos o refranes. En la puerta del Café Vesubio, el más legendario de la ciudad, hay un letrero que dice "En compañía de los mejores amigos, nunca hay suficiente vino" y el otro día, nuestra amiga chilena nos dijo otro: "El vino dice cosas que el hombre calla cuando bebe agua". En cambio cuando están muy mamados y miran el reloj, se acuerdan más de la cerveza: "Me voy, que son ya las half past beer"... Es una bromita bastante habitual.
Y todo esto sólo lo cuento para justificar mi puja en la subasta del sábado para ganar la caja de vino con visita a la bodega incluída. Os dejo que son las wine o'clock.
PD: Si veis la foto borrosa es que habéis pimplado demasiado...¡Borrachos!

miércoles, 23 de marzo de 2011

SPRING PARTY

A pesar de que ya han pasado seis meses desde que llegamos, sigo alucinando con lo raro que es este colegio.
El sábado se celebró una fiesta para todos los padres y profesores. El objetivo además de pasarlo bien, era recaudar dinero para el colegio, para mantenerlo, mejorarlo e incluso ayudar a familias que tienen dificultades para pagarlo. Este año tocaba fiesta latina así que disfrutamos de comida mejicana, margaritas, queso español, vino y otras muchas cosas.
Había una gran exposición con todo tipo de cosas que los padres, profesores y alumnos aportan y, con todas ellas, al final de la fiesta se hace una gran subasta. Había de todo; calcetines y bufandas tejidas por las abuelas, juguetes artesanos, relojes de lujo, muebles, clases de cocina, cambio de aceite para el coche, una cena en un buen restaurante, tapices, cuadros......
Además cada curso hace un proyecto artístico con la ayuda de padres voluntarios y el resultado también se subasta. A mí me tocó dirigir el proyecto con el curso de Martín, una pintura sobre una gran tela en la que aparece un poema de Pablo Neruda sobre la primavera y lo que los niños interpretaron sobre él. Fueron tres tardes pintando con ellos, cosa que siempre me gusta. Me fascina la gracia y libertad con la que los niños pintan. Me lo pasé muy bien con ellos y el resultado gustó a los padres y profesores.
Yo no había estado nunca en una subasta y la verdad me pareció divertido. Cada persona tiene su número, van sacando las cosas y cada uno puja o no según le convenga. Por mi proyecto pagaron 2500 dólares. No daba crédito. Lo compraron los padres de un alumno que ni siquiera había pintado en él. Que los padres pujen cantidades astronómicas por las obras de sus hijos me sorprende pero me sorprendió más todavía ver a los profesores pujando por cosas que ellos mismos habían hecho con los niños.
Al final, cuando ya se ha vendido todo, sale un padre a anunciar que empieza la donación de dinero por “nada a cambio". Ante nuestro asombro se levantó el primer padre y dijo......cinco mil dólares y a continuación hubo un aluvión de pujas de gran parte del público que de cincuenta en cincuenta dólares va aumentando la donación. Se llegó a cuarenta mil dólares. No penséis que la mayoría de los padres son millonarios, para nada, hay de todo y cada uno aporta lo que puede con una generosidad que me asombra y el que no puede aportar nada, no lo hace y todos tan contentos.
Nosotros, como buenos bebedores que somos, pujamos por una caja de botellas de un vino de la zona y una visita a la bodega. Me quedé con las ganas de llevarme unos calcetines maravillosos tejidos por la abuela de un amigo de Martín, dejé de pujar cuando alguien ofreció por ellos el equivalente a lo que gasto al año en calcetines para toda la familia.
Siguen pasando las semanas y nos vamos enterando de más peculiaridades sobre el colegio y seguimos alucinando, como que todo el personal tiene el mismo sueldo. Desde los profesores a la secretaria, la responsable pedagógica o el director.
Os imagináis algo así en España, yo no.

martes, 22 de marzo de 2011

LOS HERMANOS PINZONES

Hemos cenado con nuestra amiga Febe, chilena y profesora de español en el colegio, y su amigo Almir, brasileño e investigador antropológico en la Universidad de Standford. Lasagna vegetariana, espárragos trigueros, ensalada verde y ¿cómo no? the famous spanish tortilla by Diego. Todo ello regado con un par de botellas de tinto de Sonoma, Francis Coppola (sin el Ford).
Señora Febe, que es como la conocen lo niños, es una mujer genial y con una larga vida que contar aunque sólo tenga 52 años. Es chilena y en plena adolescencia le tocó vivir el golpe de Pinochet con toda su represión; le salió su vena revolucionaria, luchó contra el régimen y tuvo que salir exiliada a Argentina. Tras varios años y tras la democratización de Chile volvió y se fue de profesora a un pueblo del sur, allí ligó con un turista americano, se casó con él y años después se fue a vivir a Portland. En el norte de América se separó y regresó por un tiempo a Chile, pero después volvió a USA para dar clase en el colegio de nuestros hijos en San Francisco. Ahora ya está pensando en irse a Brasil para hacerse una casa en Fortaleza. Entre medias, no sé dónde ni con quién, tuvo un hijo llamado Carlos, que hoy hemos conocido (es el "chiflao" que está preparando las maletas para huir del terremoto).
Pues bien, Febe nos quiere invitar a conocer a su intima amiga Nicole, una "Barbie"que vive en Portland. Ella nació en Francia, pero se fue a vivir a Líbano, donde conoció a un español con el que se marchó a vivir a la costa Mediterránea, desde allí cruzaron el charco, vivieron en Nueva York, luego en México, más tarde en San Francisco, para terminar en Portland. Estudió medicina pero es geóloga y apasionada de Saramago, de quién está haciendo una completa tesis sobre "la balsa de piedra".
"Somos la Vicky y la Gabi" (protagonistas de una serie televisiva chilena), nos cuenta Febe entre carcajadas. Nicole es hija de un influyente hombre de Estado y Feve fue revolucionaria anti-imperialista quemando banderas americanas en la universidad, pero ahora son uña y carne. Una historia digna de guión de una buena peli. Y en el descanso, el brasileño hablándonos de serpientes, tortugas y tribus indígenas del Amazonas, ha sido realmente interesante y divertida la cena. Lo malo ha sido el final, cuando Almir ha empezado a hablar de Colón y nos ha preguntado si sabíamos quiénes eran los hermanos Pinzones... Instantáneamente nos hemos mirado Montse y yo y como si lleváramos toda la vida ensayando, le hemos contestado a carcajadas: "¿Los hermanos Pinzones?... Los hermanos... Pinzones, eran unos... maricones..." Si queréis podéis seguir cantando.

lunes, 21 de marzo de 2011

THE OTHER


Mis hijos se ríen de mí cuando me ven con otro libro de Kapuscinski. Me los he leído casi todos y ahora estoy repitiendo algunos en inglés. Soy un fiel seguidor de su pensamiento, como del de la mayoría de periodistas y documentalistas que han recorrido el mundo como él. He aprovechado los aviones rumbo al Sahara para leerme The Other. No por casualidad. Siempre he defendido que debería ser asignatura obligatoria para todos los europeos viajar a África, conocer las circunstancias tan distintas y difíciles que rodean la vida de otros seres humanos. Simplemente cruzando los catorce kilómetros del Estrecho de Gibraltar, ya nos encontraremos con “El Otro”.
Desde que llegué de nuestro inolvidable viaje al Sahara, no he hecho más que recibir mails de agradecimiento de decenas de personas y todos coinciden en lo mismo: nos dan las gracias por haberles dado la oportunidad de descubrir un mundo que desconocían. Diego y Martín han viajado a África y es lo más instructivo que han hecho en su vida. Lo recomiendo para todos los niños y para muchos mayores, que hablan con desprecio, miedo y odio del otro, sólo porque es distinto, porque tiene otra raza, otra religión y otra forma de vida. Cuando vas a su encuentro descubres que es algo más que una cifra en un telediario o una imagen exótica en el periódico. Descubres que piensa, que habla, que siente, que ríe, que llora, que tiene familia, que sufre…aunque sea musulmán o negro. Recuerdo la frase final de un documental sobre el Sahara, llamado “Laila”: “Los ojos que tienes en frente no son ojos porque tú los ves, son ojos porque te ven”. Es lunes.

domingo, 20 de marzo de 2011

PREPARADOS PARA EL TERREMOTO

Los españoles no estamos acostumbrados a hablar de terremotos ni estamos preparados para su posible llegada. Aquí hay que estarlo, por narices. Ya os conté en una de las primeras entradas como se respira ese permanente riesgo por todas partes; la ciudad vive preparada para el Big One. Después de lo ocurrido en Japón, más todavía. Yo no soy muy maniático con esta cuestiones pero reconozco que el otro día me bajé en internet el manual de supervivencia japonés. Aun no sé si es por la traducción o por qué, pero no me enteré de lo que hay que hacer. Sólo saqué en claro que hay que apagar el fuego, si lo tienes encendido, y que hay que ponerse los zapatos, si los tienes quitados. Pero sobre la gran cuestión existencial de las puertas, ni una palabra. Hay una tendencia conservadora que dice desde hace muchos años que lo mejor es ponerse debajo del quicio de una puerta, pero ahora han surgido los renovadores que abogan por huir de las puertas. Que gran dilema. Yo estoy tranquilo porque a casa no puede llegar el Tsunami, pero en caso de terremoto supongo que haré lo que todo el mundo, gritar mucho y correr de un lado para otro sin rumbo fijo, eso sí con los zapatos puestos.
Me río, pero no tiene ni puñetera gracia. Ayer, cuando estábamos cenando apareció el hijo de una amiga con un colega y todo nervioso nos dijo: "Esta mañana ha habido un tornado en Ocean Beach, algo totalmente inusual en esta zona y mañana hay luna llena". Yo le contesté, algo angustiado:
-"¿Qué quieres decir?"
-"Que hay un estudio científico que dice que en estos días va a ocurrir un gran terremoto en la Falla de San Andrés y posiblemente nos pille aquí en San Francisco"-él nos dijo-.
-"¿Y qué tenemos que hacer?" -volví a preguntar con risa de pánico-.
-"No sé vosotros, pero yo me voy ahora mismo con mi amigo Mike a su casa para seguir empaquetando todo con su familia, ya tenemos el equipaje preparado para salir por piernas".
La verdad es que el chico ha conseguido angustiarme algo, a pesar de que nunca he creído en los Nostradamus. Por si las moscas, hoy dormiré con los fogones apagados y los zapatos puestos.

sábado, 19 de marzo de 2011

LAS DROGAS Y EL SURF

Leo la prensa del día. Por la mañana ya he repasado El País en el ordenador, pero me sigue gustando tener un rato el papel de periódico entre las manos y hoy es jueves, así que tengo el San Francisco Chronicle a los pies de la escalera. Nos subscribimos aprovechando una oferta especial que incluye la entrega a domicilio de jueves a domingo, así que de lunes a miércoles no hay noticias, desconectamos de la actualidad local. Abro sus múltiples suplementos. ¡Qué depresión! La información internacional ya me la he aprendido en el ordenador: Libia, Japón, Yemen, Bahrein, Siria...Terremoto, invasión, radioactividad, dictadura, rebelión, represión, muerte, sufrimiento, disparos, tsunami, destrucción... Las páginas se llenan de cifras en ese dramático momento en el que las tragedias dejan de ser personales y pasan a ser estadísticas, sin caras, ni nombre, ni familia llorando en el funeral.
Sobrecogido paso página y busco la información local. La de hoy tampoco está mal. Son dos historias individuales, la de Sion Milosky, un experto surfero hawaiano de 35 años que murió ayer subido a la mítica ola Maverick en el Half Moon Bay; le gustaba arriesgar y lo hizo sobre una ola de más de 10 metros de alto que decidió apartarle para siempre de su mujer y sus dos hijas. La otra, la de una madre californiana que sale cada día a pasear a su hijo, John Gibson, en la silla de ruedas; el chaval tiene 21 años y se quedó en coma por una sobredosis de varias drogas cuando estudiaba en una especie de colegio mayor en la Universidad de Berkeley. Los padres luchan ahora por intentar que el chico despierte de su letargo y por hacer justicia con los responsables del centro estudiantil en el que había, entre otras cosas, una plantación de marihuana en el tejado.
Ambas historias me llegan al alma y a la lágrima. Qué habría que hacer para que las cifras fuesen más humanas. En Japón van ya más de 10.000 Miloskys y en Libia se acercan a 10.000 Gibson. De momento yo voy a hacer mi papel de padre educador "moralino" y le voy a enseñar el recorte a mis hijos para que sepan de los riesgos del surf y, sobre todo, de las drogas. Qué divertido es pasarlo bien, la noche, el alcohol... y qué difícil parar a tiempo.
 Os cuento todo esto porque tengo un subidón de cafeina por el "cortao" que me ha preparado Montse justo antes de ponerse un DVD con una peli de Auschwitz porque afuera sigue diluviando. Deprimente.

viernes, 18 de marzo de 2011

¿BORDE YO?

Los bordes somos tímidos o los tímidos somos bordes. Yo soy tímido. Mi madre siempre cuenta que de pequeño me metía debajo de la mesa camilla para recitar las poesías del cole. Desde entonces, como mis hermanos, siempre me ha costado relacionarme. No soy tímido enfermizo, pero me pongo colorado y lo paso mal en más de una situación totalmente anodina. Cuando me encuentro una tía segunda que me saluda y me pregunta su nombre; cuando veo a algún conocido, no muy amigo, que no veo hace tiempo y tengo el compromiso de hablar con él; cuando subo al ascensor y me hablan del weather; cuando el camarero me mira cómo pruebo el vino; cuando el mago pide un voluntario a mitad de actuación; cuando acompaño a alguien que habla a gritos, cuando me saluda alguien y no tengo ni idea de quién es; cuando mi acompañante se queja de la comida en un restaurante...
Con el paso del tiempo y gracias a mi trabajo, he terminado superando muchas de estas situaciones. Ya no me importa hablar en público y siempre que puedo hago un esfuerzo para desfrunzir el ceño y sonreír a la gente. Es que ya me han dicho más de una vez que de primeras soy un borde o que a veces soy un mal educado que ni siquiera saluda. Os prometo que es por timidez, por no molestar, por pasar desapercibido... De verdad, que yo me conozco muy bien y soy un tío de puta madre, muy majete y simpaticón, aunque a veces no lo parezca. Además, para eso tengo a Montse que ejerce de relaciones públicas y se pone a charlar con la taquillera del cine o el policía de la grúa con absoluta soltura y desparpajo. Y en el trabajo, mi socio Fernando siempre ha llevado la voz cantante en cuestiones protocolarias.
Todo esto lo cuento porque me he percatado de que mi mayor problema para hablar con los americanos no es el idioma, sino mi bordería o timidez. Yo voy al parque y me siento incapaz de contarle mi vida a la madre de un amiguito de Lucio. Y cuando voy a los partidos de baloncesto, apenas puedo pasar del ¡Nice shot!  Como consecuencia, Montse está mejorando mucho más su conversación y yo me limito a jugar en inglés con Lucito, así que nadie me gana pronunciando "Spiderman".

jueves, 17 de marzo de 2011

LA CARA DEL TERREMOTO

Muchos días voy al mismo café a leer los periódicos, el blog, escribir y demás. Coincido con cuatro o cinco clientes habituales. Algunos trabajan cerca y bajan a tomar café en su tiempo de descanso, otros trabajan con su ordenador desde allí, cosa que me fascina, y además hay dos jubilados encantadores. Yo con tal de seguir mejorando mi inglés me enrollo hasta con las piedras. Los jubilados son mi especialidad. No tienen prisa, hablan por pasar el rato y como tienen una larga vida a sus espaldas siempre tienen algo interesante que contar. Mucha gente piensa que los abuelos en general son los mas pesados, yo no lo comparto. Simplemente hay que ir sin prisa con ellos. Son los más sabios. Además me acuerdo de mi abuelo Hipólito, un gran tipo.
Llevo unas semanas impresionada siguiendo las imágenes que nos llegan de Egipto, Libia, Yemen, Marruecos, etc. Desde el viernes, el día del terrible terremoto en Japón estoy obsesionada con todo lo que he visto; la ola gigante arrasándolo todo, las explosiones en las centrales nucleares, los miles de muertos y damnificados. Terrible.
Nos conmocionan las cifras de los desastres, de muertos, heridos, huérfanos, desplazados, pero conocer una sóla de esas historias con nombre y apellido, ponerle cara es lo que nos hace darnos cuenta de la verdadera dimensión de la tragedia.
Uno de los jubilados está casado con una japonesa que pasa temporadas en su país cuidando de su madre que cumplirá noventa y cinco. Desde el viernes cuando tembló Japón no ha aparecido por el café. No sabía nada de él ni tenía forma de averiguarlo.
Pero hoy, después de muchos días le he visto aparecer con su gorra y sus vaqueros y me ha contado que efectivamente su mujer estaba en Japón pero en el suroeste del país donde vive su suegra y están bien.
Hoy tengo un buen motivo para estar contenta.

miércoles, 16 de marzo de 2011

EL CIVISMO

El termómetro que mide el nivel de desarrollo de un país es el civismo. De verdad lo digo. Y ¿cómo se mide el civismo? Pues hay varios sistemas. Ahora mismo el más utilizado y reconocido método es el de la fila. Iba a poner cola pero cada vez que hago uso de una palabra que pueda tener cierto contenido sexual, se disparan las entradas en países donde no me consta tener ningún conocido. Así que lo dejamos en fila. Si estudiamos la fila de personas que esperan a ser atendidas en un establecimiento, ya sea para comprar un helado, facturar una maleta o pedir preservativos en voz muy baja, podremos saber rápidamente el nivel de educación, bienestar social y hasta el PIB del país en cuestión. Un ejemplo lo tenemos en los japoneses, haciendo cola para conseguir comida después del terremoto, sin ningún saqueo.
Yo, por ejemplo, estuve la semana pasada en tres países bien distintos, Estados Unidos, España y Argelia. En cada uno de ellos el civismo se entiende de forma distinta y por eso uno es el primer mundo, otro el segundo y el tercero es el tercer mundo (no iba a ser el cuarto, animal). En Argelia se fuma en todas partes, se escupe en la calle, se toca el claxon sin contemplaciones y se entiende una fila como una pugna a codazos para ver quién es el primero que se planta delante del mostrador. En España, en mi fugaz visita de la semana pasada, he comprobado que ya no se fuma en casi ningún sitio, pero vi como un taxista vaciaba el cenicero en la calzada o como un montón de coches se saltaban la fila de acceso a la autopista con enorme chulería. En nuestro país todavía hay que sacar algo los codos para defender la posición en la cola y aún admiramos la picaresca del listillo que sabe colarse o el politicucho que tira de enchufe para no esperar, por eso nuestro nivel de desarrollo no es como el del norte de Europa o América. Aquí en U.S.A., en el país de las contradicciones, el civismo es toda una seña de identidad, las normas se respetan, la cola es algo perfectamente ordenado y respetado y si hay algún movimiento suele ser para dejar pasar a alguien mayor. Por eso son el primer mundo y porque si alguien no está de acuerdo siempre lo pueden arreglar a tiros. Yo me considero bastante cívico, pero no tengo muy claro en cuál de los tres mundos me encuentro más a gusto.

martes, 15 de marzo de 2011

MUSTAFA

Hace dos semanas bajé al parque a jugar un rato con los chicos. Hay una cancha que tiene una pista de tenis y canastas de baloncesto. Lucio pasa horas aprendiendo a botar la pelota, quiere jugar al baloncesto como sus hermanos. Mientras, una pareja juega al tenis. Después de un rato ella se acerca y me pregunta de dónde somos. Mustafa, su marido, sonríe y se acerca muy contento, él es marroquí así que somos vecinos en Europa y ahora aquí también. Charlamos un rato, sobre nuestros respectivos países, su belleza, la buena comida, la gente......... Como soy muy bocazas y muy curiosa me decido a preguntarle qué opina sobre lo que está pasando en los países árabes. ¡En que momento! Me soltó un discurso sobre las bondades de su querido rey, Mohamed, sobre el dinero que da a los pobres sin pedirles nada a cambio, sobre los cientos de kilómetros de autopista que ha construido en los últimos diez años, del desarrollo de las ciudades, de las universidades, etc. Se le olvidaron muchas cosas, entre otras que es una de las mayores fortunas del mundo con miles de millones de euros, siendo el rey de un país donde el salario medio no pasa de los 300 euros.
Yo puse cara de tonta y le seguí preguntando. Quería entender como un individuo que dejó su país hace veinte años y que lo visita cada año puede tener esa visión tan falsa de lo que ocurre en Marruecos. En lo que más insistía él es en lo querido que es el monarca. No me lo creo. Es verdad que en todos los rincones del país te encuentras con su retrato, en los cafés, en las casas, en las tiendas, es omnipresente. La mayoría de las veces es una fotografía en la que aparece con gafas de sol y esa pinta de chulo, machista engreído que no puedo soportar. Tengo clarísimo que mucha gente cuelga la foto no por gusto sino por miedo a lo que pasaría si no lo hicieran.
Hace unos días anunció a los ciudadanos que recortaba su poder político para otorgárselo a sus ministros y partidos. Tampoco me lo creo. Ni yo ni los cientos de personas que se manifestaron tras el anuncio del Rey, que por supuesto reprimió la protesta con gran violencia, detenciones y quién sabe si torturas etc. La gente no le cree y sabe que es un lavado de cara que no va a cumplir y que ha hecho por miedo a que le bajen del trono y sea el siguiente Mubarak. ¡Ojalá!.
Me pregunto si Mustafa es uno de los muchos marroquíes engañados por la manipulación de este individuo que controla la televisión y casi todos los medios de comunicación o sabe que miente. No se que me da mas miedo.
Diego siempre dice que está en la lista negra de los servicios secretos marroquíes por ayudar a los saharauis, si de verdad funcionan bien, y después de escribir esto, puede que yo también, pero no me importa. Mohamed, ¡Que asco das!

lunes, 14 de marzo de 2011

OÍR O ESCUCHAR


Era una obsesión de mis padres y como otras tantas cosas, uno la ha heredado. No puedo entender ni aceptar la permanente confusión entre los verbos escuchar y oír. Con los verbos y con su significado. Fijaos. Un locutor de radio habla con un oyente y le dice: "Pepito, ¿me escuchas?" Y Pepito le contesta: "Sí sí, te escucho perfectamente". Así un día tras otro. Puedes cambiar e irte más a la derecha del dial, a la COPE por ejemplo, que seguirás oyendo lo mismo aunque con distintos interlocutores: "Juanito, ¿puedes escucharme?" Y Juanito contesta: "Te escucho un poco lejos pero te escucho". A ver, sería del genero tonto llamar a un programa de radio y no escuchar al locutor, para eso no llamas, como hago yo, ¡mal educao!. Otra cosa es que no le oigas. Sólamente en RNE se han dado cuenta del error y han cambiado el término "oyentes" por el de "escuchantes".
Nadie confunde mirar y ver. Imaginad: "No sé que le pasa a mi tele, que no se mira". Tampoco hay equivocaciones entre chupar y saborear (quedaría muy friki eso de "me la vas a saborear"), ni entre esnifar y oler, ni entre tocar y meter mano. Pobre verbo escuchar, está totalmente desubicado en el diccionario y quizás por esa confusión tan generalizada, casi nadie lo utiliza en su significado real. Todos confundimos oír con escuchar y nos conformamos con oír a los que nos rodean, sin ninguna necesidad de escucharles. Vas al taller y le explicas al mecánico lo que crees que le pasa al coche; él te oye pero no te escucha, él es el mecánico y lo sabe todo. Vas al cole a hablar con la profesora; ella te oye pero no te escucha, ella es la profe y lo sabe todo. Vas al médico y le cuentas tus síntomas y lo que crees que puedes tener; él te oye pero no te escucha, él es el médico y lo sabe todo. Así que decides hacer lo mismo, oír pero no escuchar... Y así va el mundo.
Una vez explicada la diferencia entre escuchar-listen y oír-hear os propongo un ejercicio. Intentad escuchad a los demás en vuestra próxima conversación, reunión, fiesta, bronca o polvo. Os parecerá una soplapollez pero normalmente no escuchamos porque estamos pensando lo que vamos a contestar antes de haber oído y escuchado lo que nuestro interlocutor quiere decirnos. Queremos que nos escuchen pero no escuchamos. Si además eres político, tienes desactivada la función de "escucha" del menú principal. Probad, el mundo sería mucho mejor si recuperamos el verbo escuchar. Lo malo es que hay que empezar por uno mismo... ¿Me se escucha?

domingo, 13 de marzo de 2011

BIUTIFUL

Cuando preparábamos en el Sahara una excursión al muro de la vergüenza levantado por Marruecos, un saharaui nos recomendaba el viaje diciendo: "es muy bonito". De inmediato le corregimos y le dijimos que podía ser impresionante o emocionante, pero bonito, lo que es bonito... Pues a la película Biutiful le pasa igual. Uno sale del cine diciendo ¡Qué peliculón! o ¡Qué peazo actor!, pero lo que es bonita, no es demasiado. De hecho si hubiera sabido algo más de ella no hubiera entrado a verla ni por asomo. Lo he pasado muy mal y no sé si voy a poder dormir en los próximos días.
El gusto por lo feo. Es una tendencia bastante generalizada en el panorama artístico actual y esta peli es un buen ejemplo de ello. No hay ningún sólo plano agradable a la vista, no hay espacio físico para más maldades, sustos o desgracias personales. Sí hoy en día quieres ser un buen director de cine tienes que llenar la pantalla de ataudes, sangre y dolor...sino, eres un ñoño. Voy poco al cine y reconozco que entiendo poco, pero no comparto esa tendencia de sacarte la yugular rajándose, la jeringuilla entrando en la vena o el entierro con cámara subjetiva desde el interior de la tumba. Creo que el mundo es suficientemente duro y cruel y se puede reflejar esa crueldad sin necesidad de hacer vomitar y provocar insomnio en el espectador. Yo lo llamo efectismo y me parece algo bastante fácil de hacer, pero que vende mucho por lo que se ve. Montse, que salió también impactada, ha estado leyendo varias críticas y nos quedamos con una frase de Carlos Boyero que resume muy bien la película: "Pornografía de la miseria". Eso sí, Bardem ¡Chapeau! una vez más.
En el mundo de la fotografía pasa algo bastante parecido. Si vas por ahí fotografiando cosas bonitas, eres, además de un cursi, un aficionadillo. Si lo que quieres ser es un buen artista y ver tus fotos en ARCO u otra gran feria, debes fotografiar cosas muy feas, a ser posible fábricas en ruinas, amasijos de hierros o animales muertos y hacer ampliaciones de dos metros. Nadie se atreverá a decir: ¡Qué feo!
Es mi opinión y la comparte bastante gente que no se atreve a decirlo porque sino eres tachado de inculto que no entiendes el arte contemporáneo o de ñoño. Mi admirado Lluis Llach se quejaba de que en estos tiempos no se pudiera hablar de belleza o ternura sin que te llamaran ñoño o mariquita. Y yo estoy con él y en contra de la creciente tendencia de "El gusto por lo feo". Y no me vale lo de que sobre gustos no hay nada escrito, porque hay muchísimas cosas escritas, incluso esta estúpida y fea entrada.

sábado, 12 de marzo de 2011

ESPERANDO AL TSUNAMI

Como era fiesta, hoy hemos decidido ir de excursión a Muirwoods, el parque natural situado al otro lado del Golden Gate, pero las circunstancias nos lo han impedido. Primero porque Martín se ha levantado peor de su gripe y hemos decidido ir al médico para que nos diga lo que ya sabíamos (que es un virus) pero con 100 dólares menos en el bolsillo, y después porque las noticias que llegaban desde Japón eran un tanto inquietantes y no invitaban demasiado a cruzar el Golden Gate. Algún amigo me ha sugerido que cogiera la cámara y me fuese a Ocean Beach, pero de inmediato he oído al Gobernador de California pedir a la gente que mantuviera la calma y me he asustado; cada vez que un político pide calma es que algo grave pasa. También hemos oído que en Santa Cruz había surferos esperando a la ola y por si las moscas no se lo he dicho a los chicos para que no me dieran la barrila durante toda la mañana. El caso es que nos hemos quedado aquí, en Pacific Heights, en lo alto de la colina donde no hay Tsunami que pueda subir.
Al rato hemos visto en internet las primeras imágenes de la mini ola en la costa californiana y ya nos hemos tranquilizado, aunque dicen que puede haber réplicas.
Por la tarde los chicos se han animado a jugar al tenis y han retado al gran maestro "Tsunami Diego" que les ha pasado por encima sin ningún tipo de remordimiento. Cuando juego con Lucio o Martín puedo aceptar algún tipo de ventaja, pero con los mayores, que ya tienen pelillos en los sobacos, no hay piedad. Me quedan muy pocas oportunidades para vencerles y cuando empiecen ellos a ganarme, ya no habrá vuelta atrás, así que dejadme que disfrute del momento, aunque os parezca cruel.
Para concluir el día y matar el gusanillo de salir un poco de casa, Montse y yo nos hemos bajado al cine a ver "Biutiful"; es en una sala al lado de Marina, así que si entra la ola nos iremos con Bardem a hacer surf. Me parece que no es la película más apropiada, mañana os diré qué tal.

viernes, 11 de marzo de 2011

LOS CUENTOS DE DARÍO

Resulta que a Darío se le había pinchado la bici y entonces se subió en "Beltrán", el burro de Santamera, para bajar hasta el pantano a bañarse. Cuando llegó al pantano, todos los niños estaban ya en el agua y Darío y Beltrán se metieron también. Pero entonces Beltrán se tiró unos pedos dentro del pantano y con las burbujas hizo una ola gigantesca y después se hizo caca en el agua y todos los niños salieron con una boñiga encima de la cabeza y su madre les regañó y les limpió para que se fueran a dormir.
Tranquilos que todavía no me he metido un chute de la marihuana medicinal que venden en SF por todas partes. Este es simplemente el cuento que la otra noche le conté a Lucio. Pertenece a la colección "Los cuentos de Darío" que algún día editaré. Son todos escatológicos, lo cual no quiere decir que hablen de monopatines, sino de mierda. Porque la caquita, además de oler muy mal tiene un efecto desternillante sobre los más pequeños; así que Lucio, cada día exije, dicta, impone, que le cuente un cuento de Darío y que esté bien llenito de pedos, cacas y otras guarrerías. Además, cada cuento es un ejemplar único irrepetible, porque si coincide una historia con otra, rápidamente te corrige el mocoso: "Ese ya me lo has contado". Total que me tengo que exprimir bien el cerebro y el intestino para conseguir nuevos episodios. Lo bueno es que el público es muy agradecido, se mea de risa y a menudo hace efectos especiales, pedorretas con distintas partes de su cuerpo, y comentarios para detallar al máximo las escenas más sabrosas: "No papi, no era así, la caca salió volando y le cayó al niño en la boca y se la comió y luego la volvió a echar por el culo..."
Es la hora de irme a dormir. ¡Qué gusto!, justo cuando vosotros os levantáis. Bueno, os dejo que esta history doesn't give more of yes.

jueves, 10 de marzo de 2011

LA MALA EDUCACIÓN (II)


No es que Almodóvar haya venido a San Francisco, donde supongo que se encontraría muy a gusto, sino que los modales de algunos de los compis de los chicos empiezan a preocuparme (por decirlo en términos de buena educación). Ya os hemos contado algunos de sus descaros y del poco respeto que a veces tienen hacia respetables adultos que peinan canas. Muchas.
Pero como el tema va a más, hemos empezado a indagar en las causas sociales y culturales que provocan estos problemas de "behavior". En España, en el círculo que frecuentamos nosotros, hay niños malos y getas, pero no llegan a tu casa, abren la nevera sin preguntar, cogen lo que les da la gana, tiran la basura en cualquier sitio, eruptan, dicen tacos, te piden dinero o se tiran un pedo encima de tu cama mientras ven la tele. No me malinterpretéis, son chavales muy majos y buenos amigos de los chicos, pero quizás han sido educados con un estilo un poco distinto.
En nuestro estudio hemos comprobado en primer lugar que en la mayoría de los casos hay detrás algo de desarraigo familiar. Padres separados, madres solteras u otros casos que desconciertan a los chavales que no tienen ni una familia ni un hogar de referencia fija. Pero también hemos llegado a la conclusión de que otra causa es el exceso de protección a los niños. Esa tendencia ahora creciente en España, de que el niño es intocable, aquí se ha llevado a extremos y ya no sólo no se les levanta la mano, sino que tampoco la voz. El resultado no es bueno. Hoy, sin ir más lejos, en mi retorno al parque de Alta Plaza, he presenciado como un niño de 5 años insultaba a su madre, le daba patadas, le arrancaba las gafas, le vaciaba el bolso y esparcía todo por el suelo, mientras la madre se limitaba a decir: "Ian, esto no me está gustando nada".
Es algo parecido a lo que hacen con lo perros, que tienen más derechos que los propios homeless. Un perro puede meterse en el parque, chupar el bocadillo del niño, entrar en un restaurante, lamerte la cara mientras tomas el sol o embestirte bravamente, que nadie le dirá nada. Así están de felices, que ni siquiera ladran. Los que ladran son los niños.

miércoles, 9 de marzo de 2011

CON MI MISMA MONEDA


En nuestros viajes al Sahara trabajamos mucho, pero también lo pasamos muy bien. Además de organizar el Maratón y todas las actividades paralelas, ejercemos de agencia encargada del programa de viaje de más de doscientas personas. Para ello nos desplazamos un grupo de voluntarios españoles e italianos, que junto a los saharauis formamos un equipo muy majo. Las bromas no faltan, incluso abusamos. Los saharauis son realmente divertidos y les va la marcha. Brahim, mi hermano saharaui, tiene todo un repertorio capaz de hacer reír, sonrojar o cabrear a cualquiera. Provoca a los nuevos voluntarios, les vacila y luego simula sentirse ofendido y les deja helados con frases como: “¿Tú qué te piensas, que los moros somos tontos?”
Yo he sido su víctima muchas veces y en algún caso me ha llegado a enfadar por avisarme de falsos accidentes, pero también he sido su aliado. El viernes, cuando volvíamos a casa, en el aeropuerto de Tindouf y con la complicidad de la policía argelina que ya nos conoce bien, un agente obligó a Dani, un voluntario, a cambiarse de pantalón porque no podía acceder al aeropuerto con pantalón militar de camuflaje. Al rato, otro agente le pidió a María el pasaporte y se lo retiró argumentando que no podía viajar por ser menor de 21 años. Los dos pasaron un ratito tenso mientras el resto de organizadores y parte de los corredores se partía el bolo.
Ayer cuando llegué al aeropuerto de Nueva York un policía gordo y borde me paró en el control de pasaportes y me tuvo diez minutos sudando porque decía que tanto yo como Montse estábamos en situación ilegal y debíamos abandonar inmediatamente el país. Mire por todas partes buscando a Brahim, pero no le encontré. Al final me selló el visado y me dejó pasar. Eso sí, gracias a su cabezonería tuve que salir corriendo para coger el otro avión y pude pasar la aduana sin que nadie me dijera nada del chorizo, el jamón, la Torta del Casar, las zamburiñas y los espárragos cojonudos que llevaba en la maleta.
El año próximo me pensaré lo de las bromas con el pasaporte… No he dicho que no las vaya a hacer, sino que me lo pensaré.

martes, 8 de marzo de 2011

EN LA NEVERA

Hay una buena forma de descubrir como son las personas que habitan una casa. Inspeccionar el interior de su nevera. Es muy curioso ver como cada familia o cada persona coloca las cosas dentro del frigorífico. Diego me contó un día que David Beckham, el futbolista, además de muchos millones tiene una obsesión enfermiza con el orden de su nevera, donde tiene colocadas las cosas por formas, colores, tipos de alimentos etc, hasta tal punto que si el número de latas de coca-cola, por ejemplo, es impar tiene que rellenarla inmediatamente para restablecer el orden. El orden siempre es par y/o simétrico. No me preguntéis por qué, a mi particularmente me atrae más lo impar y asimétrico, pero es así. Me asombra ver una nevera perfectamente ordenada. Colocar una compra grande es como jugar al tetris, hay que acoplarlo todo según su forma; lo que es cuadrado o rectangular como los tetra briks, los paquetes de yogures, los táper por un lado y por otro las latas, botellas y demás cosas redondas o sin esquinas que van siempre juntas o sirven para rellenar huecos.....
A mi nunca me gustaron los vídeo juegos así que mi nevera es un caos.
Mi amiga Nora se puso muy enferma la semana pasada. Tiene tres hijos, dos gatos, un perro, una serpiente y un marido encantador que trabaja mil horas al día. Así que decidí echarle una mano y me fui a su casa a cocinar algo para la cena. Que alegría me dio abrir su nevera. Su interior es igual que su dueña. Desordenada, divertida,variada, poco predecible, caótica y genial. Allí, como si estuviera haciendo una excavación arqueológica encontré de todo. Verduras y salsas que no había visto jamás, brotes raros, trozos de queso, varios táper con sobras y una bolsa de tela con restos de lechuga y otras hojas no se de qué verdura en estado de descomposición..... No sé si el destino de todas estas cosas era para alimentar a sus hijos o a sus mascotas. Pero yo me remangué y les hice una buena cena. Lo sé porque vi en directo como sus tres hijos se relamían mientras Nora deliraba por la fiebre.
Con buenos ingredientes una receta a mano y algo de experiencia cocinar es fácil. Conseguir que algo esté realmente bueno con lo que te encuentras aleatoriamente cualquier día en la nevera tiene más mérito. ¿No?

lunes, 7 de marzo de 2011

LA VIDA EN DOS DÍAS


Dicen que cuando te mueres ves pasar las imágenes de tu vida en unos segundos. No lo sé, nunca me he muerto. Lo que sí sé es que mis dos días en Madrid, después del Sahara Maratón y antes de coger el avión para San Francisco, han sido un intenso recorrido por mi vida. Tengo que reconocer que estoy algo trastornado y desconcertado porque el trayecto que he hecho en la última semana es cuando menos impactante. Pasar de San Francisco al Sahara y a Madrid, supone un enorme salto geográfico, pero también cultural y social. Digamos que ahora no sé muy bien dónde estoy. Quizás mi cuerpo esté en Madrid, pero mi cabeza está en San Francisco y mi corazón en el Sahara.
Llegué de madrugada, como siempre, en el avión de los olores, con otros 159 pasajeros que tampoco se habían duchado en una semana. Abrazos de despedida tras una experiencia única. Unas horas de sueño. Despertar en mi casa sin mí. Un sitio extraño, entrañable pero frío y sin vida; sin mi familia, sin mis cosas, sin coche, sin comida, sin televisión, sin teléfono, sin internet, sin ropa… Abrazo a mi madre, está muy débil, pero aun me reconoce; le tomo prestado el coche y corro al centro a la Galería Marlborough para ver la exposición de mi padre; el escaparate me da un subidón, LUCIO MUÑOZ en letras gigantes y Pablo Picasso, debajo, en pequeño: telonero de lujo, pienso. Me encuentro con mis primos, abrazos. Vuelvo a casa a comer con mis hermanos, abrazos. Veo a los sobrinos. Deshago la maleta. Cojo el coche y voy a ver a Paloma, mi brazo derecho en el Sahara, que ha tenido una niña, abrazo. Compro jamón, chorizo y algunas conservas para llevarme a California. Salgo escopetado al centro para tomar algo con los amigos, abrazos: Fonso, mi amigo de la infancia, Víctor y Victoria me traen aires de Santamera, Bea nunca falla y Luis y Olga, son Luis y Olga, nuestros mejores amigos. Cañas, tortilla, cañas, pulpo, cañas, morcillo, cañas, chorizo, cañas, Gelocatil…
Domingo de dolor de cabeza y gafas de sol, carretera de El Escorial con el arcén nevado, el viejo Polo de mi madre se defiende. Aparco frente a la casa de los León, como tantas otras veces, pero esta es distinta; me mentalizo para ser fuerte; David me ve y llora, Mari Carmen me abraza, están machacados pero se desahogan hablando, recordando juntos al mejor Alberto. Pasan las horas. Regreso a Madrid y me uno a mis hermanos para visitar a mi tía y mis primas, abrazos; mientras estaba en el Sahara murió mi tío Hilario. Regreso a casa, ni siquiera he visto perder a mi equipo. Preparo la maleta. Me llaman más amigos, esta vez Ramón, Berta, Belén y Jose, abrazos,  me invitan a cenar mejillones, pulpo, empanada, Albariño… Termina el sprint de amistad, familia, vida y muerte. Lo siento pero no me ha dado tiempo a más. Me voy a dormir que mañana temprano cojo el avión. Hasta el mes de julio madriles.

domingo, 6 de marzo de 2011

POR QUÉ DISCUTIR, SI LO PUEDES ARREGLAR A TORTAS

Ahora que está a punto de terminar esta prueba de supervivencia en la que me he visto envuelta, la de sobrevivir quince días aquí en solitario, rebobino y pienso en todo lo que ha pasado, en como han ido las cosas. La verdad los cuatro Miuras como Diego los llama no han estado tan bravos como me temía, se han portado bastante mejor de lo habitual. Lo que más temo son sus continuas peleas que me desquician muchas veces. Martín y Diego tienen una habilidad increíble para no soportarse. Hay días que se levantan y en vez de darse los buenos días o guardar silencio se sueltan una especie de gruñido mientras se miran de reojo. No se el significado exacto de este gruñido pero me lo imagino. Debe ser algo así como, ya está aquí el petardo este con sus tonterías desde tan temprano...... En los momentos milagrosos que deciden tolerarse pueden ocurrir varias cosas. Que sean capaces de charlar, jugar y hasta reírse juntos, cosa que me produce una gran alegría, que no se hablen pero tampoco se desprecien y entonces disfrutamos de momentos de paz y tranquilidad tan buenos como efímeros. Y la última opción sería que se repartieran los papeles pero en distinto orden. Y entonces en vez de Diego y Martín a la gresca tenemos a Martín y Lucio enredados. Aunque se llevan seis años no tienen ningún problema para encontrar algo por lo que discutir. Finalmente, algunas veces Diego Jr se cansa de lo que esta haciendo en un momento dado, los deberes, por ejemplo y se levanta a estirar las piernas y picar algo de la nevera, no sin antes soltar una “cariñosa" colleja al pequeño Lucio si se lo encuentra en su camino y sin venir a cuento. Lucio es pequeño pero no tonto, no entiende la situación y se indigna, con toda la razón, sacando todo su genio, que no es poco, y reproduciendo el mismo comportamiento de sus hermanos. Los niños aprenden lo que ven.
Recuerdo a mis hermanos cuando tenía entre seis y doce años. Tampoco paraban de pelearse por lo que sea. Recuerdo como empezaban siempre discutiendo por algún juego y en unos minutos la bronca iba ganando intensidad y volumen y casi siempre terminaban sacudiéndose. Creo sinceramente que necesitan pelearse. Debe ser algo que va con la edad. Se desahogan con el que tienen más a mano unas veces y otras sospecho que lo hacen para llamar nuestra atención. Prueba de ello es que ahora que se quedan solos cuando nosotros salimos, apenas discuten. Así que muchos días me hago la loca y cuando empieza la función les digo con mucha calma; chicos mamá tiene que trabajar un rato así que si os vais a pelear que sea en voz baja y si os pegáis no vale gritar. Y me encierro en mi habitación y me abstraigo del resto del mundo. Los niños cuando nacen, además del cordón umbilical deberían traer unos tapones de oídos especiales para los padres, para poder dejar de oírles en cualquier momento.

sábado, 5 de marzo de 2011

AMANECE EN ÁFRICA

Después de la noche mágica tenía que llegar el amanecer, claro. Mi cuerpo está algo desorientado: con jet lag, sin W.C., sin ducha, comiendo cabra, saturado de tés y lleno de arena. Llevamos ya cinco días en medio del desierto conviviendo con el hospitalario pueblo saharaui. No puedo dormir, son las seis de la mañana y aun no han empezado a llamar al rezo, pero la dureza del suelo ha podido conmigo. Me canso de ver los cuadraditos escoceses del techo de la haima, juego al tres en raya con la imaginación. Siempre gano. Decido levantarme a dar un paseo. Hace mucho frío, me cubro con el turbante. Me pierdo entre las haimas, a oscuras, con el único sonido de alguna cabra madrugadora a mi alrededor. La situación es un tanto tenebrosa, debería tener miedo, pero voy más tranquilo que paseando por la puerta del Sol o por Market Street. A la izquierda empieza a aclararse el cielo y giro mis pasos hacia allá. No sé por qué extraño motivo cada vez que veo amanecer ando hacia el lado por el que sale el sol, podía ser al revés y le ganaría algo de tiempo. El sol aparece por mitad del desierto, viene de Egipto, Túnez y Libia, ¡qué curioso!, llega con nuevo brillo para el Magreb. También para los saharauis que ven en ese amanecer democrático un hilo de esperanza para que su situación cambie, cuando ese nuevo esplendor llegue a Marruecos. Sigo andando hacia el este, salgo de la zona de haimas, me para un coche de la policía, sorprendido de mi madrugador paseo; mi raza sirve de carnet de identidad y me deja seguir con gran amabilidad. Entro en la zona de corrales de latón, entre camellos y cabras, con una peste considerable y con algo más de miedo porque ya sabéis que los animales y yo no somos buenos amigos. Sigo andando cara al sol, como decía aquel. Ya estoy en medio del desierto con piedras, tierra y arena rodeándome. Es la zona donde se perdió y murió Rachid, uno de los hijos de Dumaha. Ahora sí que tengo miedo. Doy la vuelta y vuelvo hacia la haima. Ya es de día y la megafonía suena con fuerza ¡Allah Akbar!

jueves, 3 de marzo de 2011

EL ÚLTIMO LUNES DE FEBRERO

El último lunes de febrero es el Maratón del Sahara. Si alguna vez me buscáis durante esa semana, ya sabéis dónde estoy: en los Campamentos de Tinduf con mis amigos saharauis y viviendo con mi segunda familia, Dumaha Daha, Mohamed y todos los chicos, una gente generosa y amable como en pocos sitios se puede encontrar. Aquí estoy muy bien, como estuve en los últimos once años y como estaré en los próximos “ni-se-sabe”.
Tengo un estrecho vínculo con la familia, de auténtico cariño y aprecio, de complicidad y afecto, con respeto mutuo. Pero nuestra relación está siempre salpicada por un estilo del humor que los saharauis tienen muy desarrollado. En su situación, más les vale aprender a reírse de la vida y de las anécdotas de cada día, más que lamentarse de las miserias que el destino les ha deparado. Dumaha, según me ve empieza a reír y menciona mi nombre junto al de los mártires saharauis: El Ouali y Bassiri, después siempre iniciamos una larga conversación en su lengua, el Hassania que paso a transcribir ya traducida:
-Buenos días, ¿qué tal estas?
-Yo estoy bien ¿Y tu?
-Yo también, que la paz esté con vosotros.
-Con nosotros y con vosotros
-De uno en uno
-Me va a reventar la cabeza
-Y la rodilla, me duele mucho la rodilla.
-De ocho en ocho.
-¡Niños fuera!
-¡Diego fuera!
-¡Dumaha fuera!
-De ocho en ocho
-Arroz con tomate
-Quieres té
-Gracias a Dios
-Sí, gracias a Dios
-Muy bueno el cous cous
-Soy un cuidador de gallinas
-Adios
Ya digo que llevo once años viniendo, pero también sabéis de mi escasa destreza para los idiomas (y eso que aquí en el Sahara hago de traductor de inglés, francés e italiano), y lo más que consigo es incorporar cada año una frase nueva en la conversación. De todas formas, Dumaha y yo nos entendemos a la perfección, nos miramos, nos soltamos esta retaila cada vez que nos vemos y  rompemos a reir.

ESOS LOCOS BAJITOS Y LOS BICHOS

Jodíos niños, por si no lo sabéis yo tengo tres. Mario, el mayor ( ya tiene 24 añitos la criatura), Antonio, el segundón, el de la rata y la rasta tiene veinte primaveras y Lucía, la peque de catorce pavos digo años. Como podréis imaginar a lo largo de mi dilatada vida como madre he sufrido con ellos situaciones de lo mas dispares, algunas no muy divertidas. pero con el tiempo cuando las cuentas o las recuerdas hasta te hacen gracia.
Mamá que me pica......los bichos, esos grandes amigos de mis hijos. Recuerdo al mayor con pánico a las hormigas cuando era pequeño, fue erradicado por Diego que trajo un paquete de hormigas de plástico y se las echó por encima. Del sock se le pasó el miedo. El segundo, se tiró de un árbol porque le atacaba una hormiga. No se mató él pero casi lo mato yo por gili. Y el Oscar va para la nena. Estando en la playa le picó un escorpión, sí habéis leído bien, un escorpión que fue matado por un zapatazo de mi suegra y recogido para ser llevado al hospital como prueba. Quién nos iba a creer si no. Imaginar el periplo: coge a la niña descalza, las llaves del coche que no aparecen, coge un cuchillo hazle un corte tipo McGiver chupa y escupe el veneno, corre....Coge la autopista, corre, mierda hay atasco, que le den por culo, por el arcén, corre, cuarenta kilómetros hasta Tarragona, corre, frenazo en el peaje, corre, por donde se va al hospital, corre, me abren la barrera sin pagar,corre, cola en urgencias, que le den por culo otra vez, yo me cuelo, corre, señorita que le ha picado un escorpión, venga ya, mire. ARRRRG corre, pasa dentro, alucinan todos y la niña tan contenta, la jodía. El resultado 24 horas ingresada con suero y Urbasón en vena. Ni décimas tuvo la mierda niña. Según los médicos era ella peor que el bicho. Al salir del hospital se le ocurre agacharse a coger una arañita........ Bofetón al canto.

Escrito por Matilde Gómez Osuna.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Y YO ALLÍ CON MIS FLORES...

Hay un tipo que de vez en cuando aparece en el "Deli" de la esquina de la calle Sacramento a comprar flores. El dependiente pakistaní está algo desconcertado porque siempre aparece deprisa y corriendo, los domingos a media noche. Nunca compra nada más, ni bombones, ni bebida energética, ni condones, ni nada... Llega corriendo, coge las flores, suelta los diez dólares y se pierde a toda velocidad por la cuesta arriba de Divisadero.
El tendero se habrá hecho sus conjeturas, pero no consigue cuadrar los datos. Un ligue de fin de semana no es, porque el domingo y tan tarde, es raro. Podría ser una aventura de amante pero el tipo que compra las flores es un menda canoso y con poca pinta de hacer muchas escapadas. Lo más lógico es que venga de vez en cuando a ver a su madre y le lleve flores, pero no son horas de ir a ver a una madre. Tampoco va a un cementerio, porque es de noche. Además coge siempre las primeras que pilla, sin olerlas, ni tocarlas, ni apenas mirarlas...
Así que la próxima vez que baje al supermercado, tendré que sacar de dudas al pobre chico y explicarle que son las flores que los niños tienen que llevar al cole. Cada semana le toca a un alumno llevar un jarrón con flores para cada clase. Como tenemos 4 chicos, nos toca comprarlas ocho veces en el curso y siempre nos acordamos en el último momento. Y ya os imagináis a quién le toca bajar a hacer el gilipollas con las flores como el mismísimo Javier Krahe.