martes, 23 de noviembre de 2010

NI ASESINADA, NI VIOLADA

Soy un metepatas, siempre lo he sido. Me di cuenta un día en el Jarama, que me encontré a un joven piloto a quien,  tras un accidente, le habían amputado el pie: "¿Qué tal Quique, cómo andas?"...Tierra cómeme, pero como la tierra no me come, sigo erre que erre y cada vez que puedo, hasta el fondo...La pata. Aquí intento no hacerlo, de entrada porque meter la pata se dice "blunder", que ya de por si tiene mucha menos gracia, y porque no siempre terminan de entender mi humor simplón. Lo bueno es que tengo siempre la excusa del idioma.
El otro día, hablando con el padre de una amiga de Diego, me preguntó que en qué trabajaba yo y le contesté mi broma de siempre: "trabajo en el circo, organizo eventos", pero apenas pude prolongar mi falsa carcajada autocomplaciente cuando el menda me dice: "qué casualidad, como yo, también trabajo en el circo". Le dí al botón de evaporarme, pero no funcionó y allí me quedé un rato hablando de focas, elefantes y payasos. Lo malo es que el Tonetti está invitado a la misma cena de Thanksgiving que vamos nosotros y seguro que me sientan con él para que compartamos anécdotas del sector.
Es el problema de contestar demasiado rápido. Por eso a partir de ese día intento contar hasta ten antes de contestar a algún desconocido. O desconocida, porque el jueves, cuando estaba yo descargando la compra del coche se me acercó una rubia que paseaba a su perro. No pensé que había ligado porque hace mucho que no creo en los milagros, pero me puse nervioso cuando me tendió la mano y me dijo: "Hi, I am Heidi". A punto estuve de preguntarle por Pedro, pero conté hasta ten. Entonces se identificó: "Soy su vecina" y allí es cuando casi la cago, no me dio tiempo a llegar a five y solté: "Sí sí, ya la conozco...vamos que ya me lo imaginaba viéndola salir de esta casa". Ella puso una cara extraña mientras yo la desnudaba con la mirada. Sí era ella, la misma, la de la entrada de Sin Intimidad. Me di cuenta de que iba a "blunder" de una forma escandalosa y me agarré a mi saco de cebollas y mis cajas de cereales y tiré escalera arriba. Eso sí, me quedé con las ganas de decirle que está mejor desnuda que vestida, que el vidrio de nuestra ventana le quita algunos años y que si era ella la joven que habían violado en el parking. Ya supuse que la asesinada no era. Pero por si las moscas no pregunté.

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