viernes, 26 de noviembre de 2010

LAS TORRIJAS DE THANKS GIVING

Otra línea en el curriculum. Ya hemos estado en una cena de Acción de Gracias. Era eso ¿no? plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro y acudir a una cena de Thanks Giving Day. Ya se puede uno morir tranquilo. El evento ha cubierto nuestras expectativas, salvo por el horario. Eso de empezar a cenar a las cuatro de la tarde, estar mamado a las cinco y que te pongan de patitas en la calle a las nueve, es algo que un españolito de pro lleva muy mal, pero encima que te invitan, no vas a protestar.
Agradable casita en Richmond, al lado del Golden Gate Park y a tres manzanas de Ocean Beach. Más desordenada que nuestra cocina del motorhome. Familia judía con dos hijos. Cuarenta invitados a cenar, casi todos padres del colegio; dos pavos gigantescos, no me suena haberlos visto por el colegio, ni a ellos, ni a sus padres. Eso sí, eran de carne y hueso, no como aquel famoso de plástico que llevó Bush a sus tropas. Qué tipo más tonto. El pavo no, Bush, ¿cómo va a ser tonto un pavo de plástico? Pues sí, muchísima comida, pero nada que una buena suegra no pueda igualar. No es una fiesta religiosa pero nunca falta alguna ceremonia o sobrino leyendo una lovely poesía; no problem, pones cara de entenderlo todo y brindas ¡Happy Thanks Giving!
Por lo demás, lo habitual de este tipo de cenas: el perro que se emociona con tanta gente y se mea en medio del salón, la niña que vomita en el centro de la mesa, el amigo que está encantado con su nuevo Audi de cambio secuencial en el volante, el vecino que nunca tiene jet lag cuando viaja a Europa, el español que lleva una torrija considerable, el anfitrión que saca el telescopio para que veamos las lunas de Júpiter... Sólo he echado en falta dos cosas, los envenenados comentarios de política que los cuñados suelen hacerse en este tipo de reuniones familiares y mis adorados puros. He hecho ademán de sacar un Habano, pero la mirada cómplice de mi amigo Paul me ha evitado acabar en Guantánamo.
Nuestra aportación a la fiesta han sido dos tortillas de patata, una docenas de torrijas (Montse, me han pedido la receta y el spelling de "touriha"), queso manchego, aceitunas (sí Ramón, aceitunas), dos cajones de Lego esparcidos por la habitación del niño y, como hecho más relevante, la magistral exhibición de "Diego padre" (torrija incluida) jugando y derrotando a todos los padres e hijos al pin-pon o table tennis. Si es que los Muñoz lo llevamos en la sangre, el pin-pon y las torrijas.

4 comentarios:

  1. No me jodas, a ver si les van a empezar a gustar, y con lo que son los americanos nos quedamos sin producción; eh! que estoy hablando de las aceitunas.
    larga cambiada, el puro me lo he fumado por tí, un BEHIKA 56 ..."cartel de no hay billetes".
    Y una duda ¿como iban de "torrijas" los demás para que tú ganaras al ping-pong"
    Sigo sin olviodarme del Sahara

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  2. Diego pelota, el pavo de la Carmen no es para tanto, lo escribo porque sé que ella no mira estos comentarios, que si no... Respecto a los comentarios sobre política no lo dirás por el marido de Marta no? En cualquier caso, ahora que soys un poco más americanos, ya habéis dado gracias, a Dios claro, no va a ser a Obama ni a Bush; ya podéis pasar al siguiente nivel del videojuego, las Navidades americanas.

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  3. Bea se pregunta si hay algun pavo que no sea de plástico o del sanchez Romero.Lo que si estoy segura que existen las torrijas pero creo Montse que las de Diego son las mejores.
    besos

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  4. ¡Coño, tocayo; si yo me he criado jugando al ping-pong en el sótano de la casa de mi madre! En algún lugar el mundo, por supuesto indoor y desordenado como en la foto que sacas, echaremos unas cuantas a 21 ¿vale?
    Aprovecho para comentar lo del motorhome ...¿Verdad que hace 20 años, me refiero a esos viajes caravaneros por los circuitos de Europa, todo parecía más fácil?
    Un abrazo desde el SW irlandés; llevamos 6 días seguidos de sol... Os lo juro!

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