jueves, 5 de mayo de 2011

CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

Hace tiempo empecé a sospechar que tengo un problema con el ruido y el volumen alto de cualquier sonido, por mucho que me guste. Una de las primeras veces que Martín fue al cine, debía tener unos cinco o seis años. Un poco tarde, pero es que nunca le interesó esto de las películas y nunca aguantó ver una entera ni siquiera en la tele. Yo encantada. Uno con el que no hay que pelearse para que apague la tele. Aquella vez le llevé a ver Nemo. Nada más empezar la película me pareció que el volumen estaba muy fuerte, más cuando era una película para niños. Nos salimos a los diez minutos después de ver como era incapaz de quitarse las manos de los oídos. No voy mucho al cine, me trago en vídeo todo lo que puedo, sé que no es la mejor manera de ver cine pero entre eso y nada...... Así que cada vez que voy me quedo de piedra al escuchar el, para mi exagerado, volumen. Lo paso fatal los primeros diez minutos y alguna vez he estado a punto de salirme.
Con el tiempo me doy cuenta que no sólo es un problema con el cine. Cada vez soporto menos algunos sitios y ahora que lo analizo, tiene mucho que ver con su ruido de fondo. Ese que parece que no existe pero que cuando te paras a pensar no entiendes como no estamos todos sordos. Los centros comerciales por ejemplo. En cada tienda y en cada pasillo se empeñan en poner su propia música que se mezcla, está bastante alta lo que obliga a todo el mundo a levantar la voz para poderse oír y el resultado es un zumbido insoportable. Últimamente pienso que esta poca tolerancia que tengo al ruido va en aumento, cosa que me preocupa. El otro día en Las Vegas llegué a desquiciarme, podéis preguntar a mi familia. Hacía tiempo que no me ponía de tan mal humor, lo reconozco y sentí ansiedad y auténtico asco y desprecio por la ciudad y todo el que se movía en ella. Estuvimos dos días. Después de pasarlo fatal la primera noche, con el ruido de la gente y los coches en la calle, la música en todas las tiendas y casinos, terminando con el restaurante que encontramos después de dar muchas vueltas; la segunda noche yo no quería volver pero viendo que los niños se lo pasaron bomba no quise amargarles la noche. Me llevé unos tapones de oídos en el bolsillo. Lo de la música a todo meter en los restaurantes, por favor que me lo expliquen. Yo si voy a cenar de lo que voy a disfrutar es de la cena y la conversación con el vinito, etc. Si quiero oír música me voy a un concierto. Pues se esta poniendo de moda y mucho me temo que se van a quedar sin mi presencia. Cuando llame a reservar voy a preguntar si tienen música de fondo y a qué volumen para no ir. Ayer cenando en casa de una amiga, mientras ella preparaba la cena con mucho nervio haciendo tres cosas a la vez, su anciano padre y yo dábamos un salto en la silla cada vez que se le caía un cubierto a la pila o golpeaba la cazuela con la tapa o... Una de las pocas cosas que no me gustan de esta ciudad son los decibelios de las ambulancias, policía y sobre todo coches de bomberos que están continuamente recorriéndola.
No sé cómo va a terminar esto. Lo de los tapones de momento es un alivio.

5 comentarios:

  1. Vaya, a ver si te estás haciendo mayor y cascarrabias......por cierto, ¿de dónde son todas esas fotos que teneis como dentro de un cañón, entre paredes?

    Y unos usas la moto de jardinera, pero otros tienen una Bultaco, ¿o Montesa? en el salón.....

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  2. Las fotos son del Antelope Canyon, un sitio flipante del norte de Arizona... Y la moto es una Bultaco Sherpa. Insinuar que es una Montesa es un insulto, es como si yo te dijera que tu eres madridista.

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  3. Que no que a mi me encanta ir a conciertos, ya lo sabes es cierto tipo de ruidos sobre todo la mezcla de mil ruidos a la vez que se supone que es normal y que ya no lo oimos porque siempre està ahí.

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  4. ¿Y en las paredes del Antelope Canyon no hay grafitis de esos rayados, "aquí estuvo Fran y Chani"?

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  5. Acabo de ver todas las fotos de vuestro último viaje y he acabado agotado de tanta envidia, os odio...

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