sábado, 14 de mayo de 2011

LAS VÁLVULAS DEL ABUELO

Nunca entendí de mecánica. Cuando era periodista en el Mundial de motos, yo me especializaba en el deporte y los pilotos, mientras que mi compañero y amigo, el malogrado César Agüí se encargaba de la técnica y las motos. Por eso nunca supe bien cómo funcionaba un motor. Apenas alcanzo a entender el funcionamiento de un motor de dos tiempos, a base de ver a los mecánicos desmontarlo cada noche, pero en el de cuatro tiempos, me pierdo entre admisiones, escapes y válvulas. Eso sí, yo sabía que un motor era bueno si tenía muchas válvuas.
Como en California hay mucho milloneti y mucho Ferrari pululando, os estaréis pensando que vengo a hablaros de coches. Pues no, os voy a hablar del abuelo de los niños, del padre de Montse, de mi suegro, de Rafa. Hace unos meses le falló la castaña, le dio una angina de pecho o similar y tuvieron que operarle de urgencia para implantarle unas válvulas en sus obstruidas venas. De hecho, no teníamos todas con nosotros de que al final pudiese hacer un viaje tan largo hasta aquí. Ha venido con Carmen, la suegra, y con unos amigos suyos de toda la vida; por cierto, él, Pedro, también con alguna que otra válvula entre pecho y espalda.
Bueno, pues resulta que no sólo han venido, sino que el de las válvulas tiene más potencia que cuando llevaba admisión convencional; nos saca de rueda a todos cuando salimos a caminar por la ciudad y tiene una marcha en el cuerpo que no hay quién le pare. Miento, sólo para de vez en cuando para fumarse un cigarrito. Anoche, después de todo un día de turismo por la ciudad, invitamos a nuestros amigos americanos a una fideua que hicieron Mayte y Carmen. Pues bien, el de las válvulas, después de darse un buen homenaje y degustar vinos argentinos y californianos, terminó acostando a todos y agarrado a un buenísimo Gin Tonic, fumándose un puro junto al extractor de la cocina (por aquello de evitar la alarma anti-incendio). Yo por evitar males mayores y no dejarle solo, le acompañé en los vicios. Y de aquí se van a Las Vegas, miedo me dan... Bueno, miedo y envidia. Yo de mayor quiero estar así.

5 comentarios:

  1. Jo que susto me he dado cuando he leido el titulo de la entrada "las válvulas del abuelo", pensaba que te referias a "las válvulas de escape del abuelo"...aunque bueno, igual no ha sido susto lo que me ha dado, sino una mezcla de intriga y descojono.

    Siempre me han dicho que cuanto mas pelota , mas nota, pero Diego disimulando un poco.¡¡¡¡¡ VIVA EL SUEGRASTRO ¡¡¡ VIVA ¡¡¡

    ¿¿¿ que le pasa a Lucio en la foto??¿¿porque esta descalzo??....

    La mujer del hermano mayor

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  2. Si es que el médico se equivocó y las válvulas no eran para humanos, sino las de el Ferrari de su primo. Además tampoco tiene estómago, es capaz de comer piedras, ni pulmones, fuma lo que le da la gana desde hace eones, ni hígado, bebe lo que le place, no le sobra un gramo de grasa. En definitiva, creo que mi señor padre hizo hace tiempo un pacto con el Diablo, o con Dios, quien sabe, y no nos lo ha contado. Avisad a las autoridades de Las Vegas de que va para allá, y que repongan en los bares.

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  3. Vamos que yo no le veo como siempre, está mejor, no se de que tenían miedo antes de venir. Hemos hecho los mismos planes que con cualquier amigo y en ningún momento nos han pedido ir a casa a descansar un ratito. Yo que ellos empezaba a pensar en el destino del viaje del próximo año. Eso si no veas como les gustan “las pastis" las llevan de todos los colores.

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  4. Los comentarios que había es esta entrada fueron borrados con la avería de Blogger.

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  5. lastima ya no me recuerdo que demonios puse.

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