martes, 10 de mayo de 2011

EL DÍA EN QUE VOLVÍ A NACER

De pequeño me llamaban Gato. Fue sólo durante una temporada. El Espanyol tenía un portero paraguayo con melenas que hacía espectaculares "palomitas", llamado Gato Fernández, y como a mí en aquella época me gustaba jugar de portero (por aquello de que se corre menos), tenía el pelo largo y ya era periquito... Me quedé con lo de "Gato". Y me gustaba.
La verdad es que nunca he sido muy ágil, pero paraba bien porque no me daba miedo tirarme al suelo. Además me gustaba pensar que era verdad eso de que los gatos tienen siete vidas y eso me impulsaba a hacer las arriesgadas gilipolleces que uno hace en la adolescencia. De hecho consumí varias de esas siete vidas. Una, sin duda, se fue cuando aquel hijo de la grandísima puta que conducía un Alfa dorado con los cristales tintados me tiró de la moto en La Castellana y me mandó al hospital con el hombro y el codo hechos trocitos. Otra se quedó en el quirófano en una peritonitis que salvé de milagro en una operación de varias horas; el médico salió a tranquilizar a mi padre con esa tacto psicológico que a veces caracteriza a la profesión: "Lo que ocurre no es grave, es muuuuuy grave". Una más se evaporó en una carrera de bicis en Oropesa cuando decidí que me daba miedo un salto cuando ya estaba despegando y me llevé de recuerdo una costra en toda la cara. Otra cuando mi queridísima Vespa roja (todavía la tengo en el garaje) decidió griparse en la M-30 y me invitó a hacer la curva de entrada a la Avenida de América arrastrando el trasero por el asfalto. Alguna otra en otra torta en bici o en moto, o en un codazo en la cara jugando al fútbol en el Sahara. Pero sin lugar a dudas, el día en que volví a nacer fue en el 89 cuando el coche que conducía Julián Miralles, el piloto del que yo era manager, hizo aquaplaning a 220 km/h en la autopista e hicimos casi 500 metros golpeando de un lado y de otro contra el guardarail sin que a nadie nos pasara nada. Fue milagroso, nunca se me olvidará.
Lo chungo del tema es que si no me fallan las matemáticas, ya estoy en la séptima. ¡Yu-yu! Todo esto no lo podía contar antes porque no quería que se enterase mi madre, que siempre se asustaba con estos asuntos y que se ponía a cantar a gritos cuando daban en la tele la información de los accidentes de tráfico. Ahora ya puedo contarlo, ¿para qué?... Paraguayo

3 comentarios:

  1. Esto lo cuentas, para que nos vayamos hiciendo a la idea (que no es nada facil), que tenemos cuñadiiisimo pa rato ¿¿no??.

    La mujer del hermano mayor.

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  2. No Marta, lo cuenta para que sus hijos aprendan de sus experiencias, ¿pensará de verdad que así ellos no las van a repetir? si no esas parecidas, es ley de vida. Yo espero que los míos no repitan los varios accidentes de coche sin consecuencias, al menos físicas, aunque si económicas, de su papucho. Yo soy una Santa que conste.

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  3. Joder Diego como cuentas las historias, eres muy exagerado! Solo vi una de ellas, esa de Oropesa...pero si era una carrerilla de la organización y el salto tenía 30 ctms! si lo hacía Covadonga!

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