domingo, 22 de mayo de 2011

ESPERANZA DE VIDA

Estoy inquieto. Hoy cuando salía del High School, de mi enésima charla sobre el Sahara, me he enterado de una noticia que me está dando que pensar. Lo he oído en la radio, en el 810 AM, que no es la Cadena Ser, pero me gusta porque entre anuncio de mattresses y anuncio de mortgages, dan muchas noticias y hablan muy rápido, lo cual me ayuda a mejorar mi "listening". Mattresses son colchones, los anuncian por todas partes. En España todos los anuncios de radio son de academias de inglés, pero aquí, como ya saben inglés, anuncian colchones. Lógico. En España también se anuncia la funeraria, aquí no; aunque lo de mortgage suene a muerto, es una hipoteca. Claro que hay muchas hipotecas que terminan matando a su propietario... Toma chiste malo...
La noticia: Resulta que la ciencia ha encontrado un sistema para predecir la esperanza de vida de cada persona. Como lo oís, se trata de un completo estudio analítico de la sangre que determina tus posibilidades de sufrir graves enfermedades e infartos. Según decían en la radio, el nivel de credibilidad es bastante alto y se estima que en los próximos años puede llegar a ser bastante preciso. Ahora ya lo están comercializando algunos laboratorios, que te cobran 700 dólares por hacerte el análisis. Obviamente el estudio se cierne sólo en muertes por causa natural. Asesinatos, accidentes, atentados, terremotos y demás amenazas, todavía no se incluyen, aunque ya sabéis que la ciencia avanza una barbaridad.
La cuestión pasa a ser ética. ¿Queremos saber cuando vamos a morir?, ¿Es bueno saberlo?, ¿Qué peligros conlleva este avance? De entrada las compañías de seguros de vida se están frotando las manos porque se lo van a exigir a todos sus clientes y en función del resultado te cobrarán más o menos. A mi me ha pasado lo que dicen que le suele ocurrir a la mayoría: al principio me ha divertido mucho la idea y he pensado que me lo querría hacer. Después he dicho que ni de coña, me he acordado de mi padre que al enterarse de su enfermedad pidió dos cosas, no sufrir y no saber nunca que llegaba el momento. No quería vivir con la angustia de no tener ninguna esperanza, de tener el destino escrito. Por ese motivo he reflexionado y he decidido no hacérmelo. Por evitar esa angustiosa espera y porque a veces me mareo cuando me pinchan.

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