viernes, 27 de mayo de 2011

UN SAHARAUI DE CONNECTICUT

Desde hace más de doce años casi todos los veranos solemos pasarlo con algún chaval saharaui en casa. Primero fue Ayoub, el protagonista de ese excepcional y laureado libro llamado "Mi hermano Saharaui" y luego vino Gali. Este último ha convivido con nosotros muchos meses. De hecho, de vez en cuando me cruzo con el pobre Simón por el pasillo y le llamo Gali. A él le sorprende y me mira con cara de loco, pero para nosotros es tan habitual tener un invitado acogido en casa que ya no sabemos estar solos y mezclamos sus nombres con los de nuestros hijos como si de hermanos se tratara. Y es que lo son. Uno de los motivos por el que nos apetece volver a casa es por invitar a Gali durante una buena parte del verano.
Aquí tenemos nuestro propio saharaui y no os estoy hablando de Simón. Ahora tenemos un nuevo invitado ocupando el sofá-cama del salón. Se llama Johnatan, tiene 21 años, es de Connecticut (el estado que hay entre New York y Boston), es alto, delgado, simpático, rubio y con los ojos azules. Con esa descripción ya habréis entendido que no es un homeless y tampoco un saharaui. Johny es el hijo de una buena amiga de Chema y Cristina, nuestros amigos de Santamera. Ellos son de la costa Este pero el chaval va a estudiar la carrera de psicología en la Universidad de San Francisco y para poder pagar la matrícula que es muy cara, necesita tener residencia en California, para lo cual tiene que estar un año aquí trabajando. No se va a quedar un año en casa porque no vamos a estar y porque no nos aguantaría. Simplemente estará unas semanas o días hasta que encuentre casa y trabajo y termine sus prácticas de psicología con tan peculiar familia.
Montse y yo le llamamos "nuestro saharaui de Connecticut" y a los chavales les ha caído muy bien. Claro, llega un tío de la otra punta de América y se pone a hablar de Santamera, de Miguel y Raquel y de todos sus amigos y los chicos flipan. Es un tipo espabilado y no dudo que sabrá desenvolverse bien. De momento está alucinado con la ciudad porque es animadísima aunque rápidamente ha matizado: "También es que yo vengo de un sitio mucho más aburrido". Una amiga nuestra le ha recomendado que busque trabajo en los nuevos restaurantes de moda del barrio latino de Mission o de la zona gay de Castro. Yo, viéndole tan rubito, le he dicho que mejor tire hacia Mission, no sea que nos lo violen y la madre nos pida responsabilidades.

1 comentario:

  1. Es verdad que es un encanto de chaval. Me da una envidia tremenda. Quien pudiera tener su edad y la posibilidad de estudiar en esta ciudad tan maravillosa. Lo siento por su madre pero mucho me temo que hay muchas posibilidades de que su querido hijo no vuelva. Esta ciudad está llena de gente que vino a pasar una temporada y se quedó para siempre. Les entiendo.

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