El sábado fui a comprarme una nueva cámara pequeñita porque he perdido la mía. No me ha importado mucho porque ya le tenía echado el ojo a una nueva. Lo que me importa es haberla perdido. También me preocupa que al pagar entregué mi carnet de identidad y allí se quedó. La excusa es que me quedé embobado al comprobar que el tipo que había al lado mío comprando una cámara era Óscar Freire, el campeón del mundo de ciclismo. Así que esta mañana he decidido irme a recuperar objetos perdidos: primero el pasaporte de Lucio que está renovándose y lo necesita para volver a España. Si volvemos sin el peque nos echaríais ¿verdad?; después el DNI, que allí estaba, esperándome con cara de tonto, la que siempre ha tenido el pobre; más tarde he ido a la tienda de alquiler de Harley Davidson, para preguntar por el carnet de conducir de Montse, que perdió hace varios meses y creíamos que estaba allí. Intento fallido. Y de ahí he ido a tasar el coche porque lo vendo, o sea que quiero venderlo, que no vendarlo. Me lo han tasado. Mañana triunfal, si no fuera porque en ese proceso he perdido los papeles del coche. Los he cogido para llevarlos a la tienda, me los he metido en el bolsillo y se han evaporado. Ha sido en un tramo de calle de cien metros que he vuelto a recorrer cinco veces mirando incluso dentro de los cubos de basura, al más puro estilo homeless. Un día me dijo un policía que tuviera mucho cuidado de no perder el título de propiedad, pues eso es lo que he perdido.
Estoy preocupado. Pero no porque me puedan robar el coche, que ahora mismo es lo que más deseo; me quitarían un problema de encima y cobraría del seguro. Lo que me preocupa es mi capacidad de perder las cosas. Lo he debido heredar de mi socio Jesús o de mi querida esposa. Quizás sea que he pasado demasiados años pegado a un móvil y ya me ha causado daños irreparables en la cabeza o que el otro día comí una ensalada con pepino sin preguntarle su procedencia. Y lo malo es que esta noche cenamos en Castro y allí puedo perder hasta la virginidad. Si es así, no os lo contaré.
Tu pierde todos los papeles que quieras, para salir de allí no los necesitas, otra cosa sería intentar entrar sin ellos, o sin cuarenta sellos y traducciones juradas. Lo de perder las cosas creo que no se pega, tu ya debías ser así antes de casarte con la Santa de mi hermanita, que no pierde las cosas, es que estas se le escapan, a ver si te enteras. Eso sí a los nenes tráenoslos a ver que risas nos echamos con su acentazo americano, eh dude!
ResponderEliminarY que siendo así hayas triunfado en los negocios...
ResponderEliminarMontse o tu os popdeís quedar, pero Lucio, Martin o Diego -lo de dieguito con la pinta que tiene ya no cuela- tienen que venir. Cuando leia lo de la Harley Davidson pense -inocente de mi- que vendrías con una; en fin que desiluisón. Lo de los papeles os podeís juntar con Bea, es eperta en ello. Estoy de aciuerdo con "soy amarillo y azul", que tú hayas triunfado es casi milagro.
ResponderEliminarTodavia no se me ha quitado la cara de envidioso pensando en vuestra navegada por la bahia. En fin, insisto, ahora ya podeís venir a navegar a Luanco.
OS ECHO DE MENOOOOOOOOOSSSSSSSSSSS
Soy Montse.
ResponderEliminarBueno siempre he sido yo la que he tenido que cargar con la fama y la culpa de perderlo todo. recuerdo al padre de Diego en un viaje que hicimos por Europa, diciéndole: si quereis emoción de vrdad dadle a Montsetodo lo que tiene valor y vereis que poco tardamos en meternos en un lío. Lo que no se es que va a ser de nuestra vida si ya no soy yo sola la que lo pierde todo. tendrá que ocuparse Dieguito. Aunque bien pensado, este invierno ha perdido el abrigo y alguna sudadera.....que familia.
MAMA: HEY JUUUUUUUUUDEEE! HOWS EVERITHING DUUUUUUUUUUUUDE?
ResponderEliminarJajajaja 6teen
Lucia