Qué difícil es ser padre. No me refiero a dejar embarazada a la parienta, sino a ejercer de tutor y educador de tus hijos en el día a día. Dicen que es la profesión más dura, pero no es cierto porque no te pagan por ello, así que no es una profesión. Tampoco es verdad que sea más dura que la de profesor, que cuenta con los mismos sinsabores que el padre, pero sin serlo.
Puedes considerar que has triunfado cuando notas que tu hijo es el yerno deseado por la mayoría de las madres. Como no pudimos elegir a nuestros suegros, nos empeñamos en elegir a nuestros yernos o nueras. Pero todas esas manipulaciones suelen fallar y conseguir el efecto contrario de rechazo.
Si en esta fase de conclusiones tenemos que destacar la parte más positiva de este "Peazoviaje", sin duda coincidimos que es la enorme inversión realizada en la educación de nuestros tres hijos y el "prestao". Los chicos vuelven a casa siendo prácticamente bilingües y con la enriquecedora experiencia de haber vivido en una sociedad distinta y en una ciudad tan encantadora. Por eso nunca nos arrepentiremos de haber dado este paso. Siempre sentí sana envidia de quienes habían podido vivir un tiempo fuera, por el motivo que fuera, y ahora creo que los niños nos lo van a agradecer de por vida.
Pero la educación no es sólo que hablen inglés y saquen buenas notas, eso es lo de menos. A mi me gustaría que aprendieran a ser buenas personas, algo que se enseña poco y cuando se hace los papás se lo toman a cachondeo por motivos políticos. Sí, por ejemplo creo que Educación para la Ciudadanía debería ser una de las asignaturas más importantes para conseguir chavales cívicos, respetuosos y tolerantes. No basta con lo que se enseña en casa, porque además hay muchas casas en las que los propios padres deberían asistir a esas clases. Pero vamos, que tampoco soy yo nadie para impartir ahora clases.
Lo que sí os digo es cómo me gustaría que fuesen mis hijos. Ahora que les veo comprarse ropa para volver a casa, (Diego, sobre todo) me doy cuenta de cuál es el prototipo de hijo que casi todos queremos: el Pijippie. Se trata del equilibrio perfecto entre pijo y hippie, entre empollón y yonkie, entre friki y lerdo. Si me aparece en casa vestido de Fumarel, lo mato, pero que tampoco se marque un tatuaje del ying y el yang en el cuello; que estudie, lea y tenga inquietudes, pero que también se divierta. Que haga Snow, Kite, Surf, Skate y todo eso que le gusta pero sin hacerse un vago integral...Eso es ser un pijippie, que no es lo mismo que un hippijo, eso ni de coña, a ver si se van a hacer de derechas o del Madrid. Que hagan lo que quieran, pero con respeto a la memoria de su padre ¿no?
Tienes razón a medias....a mí también me gustaría eso y que aprendieran bien música....pero que no acaben pijjiflauta o perrohippi
ResponderEliminarPues yo no tengo claro que prefiero, si un pijipi o un hipijo, tampoco tengo claro de qué van los míos, creo que Mario sería pijipi, Antoñito rastapijo y Lucía no se aclara ni ella, pero básicamente pijita quinceañera. En cualquier caso espero haber educado buenas personas, aunque eso lo dirá el tiempo y los años. Dile a Montse que deje de comprar cosas, que ya no cabe más en las maletas...
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