En el proceso de vaciado de armarios y llenado de maletas, me he reencontrado con una lata de sardinas en tomate, Cuca, por supuesto. La traje tras mi último y triste viaje a España y hoy después de acudir a todas las celebraciones de la Pride, me ha parecido un buen motivo. Esta vez no voy con lo de la carne y el pescado. Simplemente me ha apetecido, porque un año fuera de tu tierra te hace siempre añorar sus sardinas. He abierto el "abrefácil" como si estuviera en la sierra madrileña, he estado a punto de cortarme como si estuviera en Santamera, me he manchado de aceite como si fuera el aperitivo del domingo en Madrid y he disfrutado saboreándola como en el descanso del partido del Espanyol. De golpe y porrazo me ha parecido oír a Francino en la radio, a mis sobrinos corriendo por el jardín, a Rubalcaba en la televisión, a Rajoy seseando, a mis cuñados diciendo burradas, a mis amigos riendo a carcajadas, a mis compañeros de trabajo estresados de un lado para otro y a los saharauis, como siempre, puteados.
Un año se pasa volando. Nos lo dijo mucha gente y tenían razón. Y eso que no hemos parado, que hemos vivido cada segundo y que hemos disfrutado y aprendido todo lo que se puede y más. Pero es verdad, parece que fue ayer cuando me volvía loco para conseguir una casa, un colegio y una vida en esta mi ciudad soñada, y ahora ya está todo ese círculo que decía Montse deshecho y preparado todo para volver a nuestra querida tierra.
El otro día Ramón me pedía que no me cortara el pelo para ser un poco distinto de lo que era antes, para que se note algo el cambio y creo que le voy a hacer caso. Después de esta maravillosa experiencia me resisto a que nuestra vida vuelva a ser igual que era antes de volver. No. Cuando hablo con alguien del trabajo me dicen que todo está parecido y que en una semana ya me habré puesto al día. Eso es lo que no quiero y no porque mi vida fuera mala, que ya sé que no lo era, sino todo lo contrario, pero uno quiere que se note de alguna forma la inversión de este año. Puedo tatuarme el escudo de los Giants en el pecho o gritar cada vez que cruzo el puente de la M-30 como lo hago aquí en el Golden Gate. El caso es romper con algunas cosas de la rutina anterior para que la vida no sea un "copy-paste", cambiar de lado en la cama, mover los muebles, hacer obras, sonreír más, coger el metro, andar, pasear, olvidarme el móvil, escribir cartas, tirar a la basura las corbatas, eliminar los prejuicios e intentar trasladar las cosas buenas de aquí a nuestro país, pero dejando las malas para siempre aquí. Pero tranquilos que vosotros no notaréis demasiado, seremos los mismos de antes ¿o no?
Da vértigo volver verdad? Animo que ya sólo os queda el penar por los aeropuertos cargados como bestias, y perder alguna maleta. Se os acabó ya el jabón, ya os laváis con Mr proper?
ResponderEliminarNuestra casa hoy parece un campo de batalla. Hay mas que cosas restos por el suelo; piezas de lego, un tapòn de corcho, papeles, la cabeza de un super héroe, algùn calcetín desparejado......y ocho maletas enormes. En el ùltimo momento una impresentable nos deja colgados y tenemos un sofa enorme y no sabemos que hacer con él. Lo regalaremos supongo.
ResponderEliminarMontse que en nada nos vemos!!!!
ResponderEliminarSiiiiiiii, en nada nos vemos todos. Suponía que marcharse de casa daba vèrtigo pero no me imaginaba que volver tambièn.
ResponderEliminarOstia esto si que es suerte.Entro por primera vez de rebote y me invitan a una fiesta......
ResponderEliminarPues nada, nos vemos y a ver si adivinais quien soy....