El viernes fue la ceremonia de graduación de Diego y Simón. Fue muy emotiva y divertida. Aquí el primer ciclo escolar acaba en octavo grado, lo que corresponde a tercero de la ESO. Al año siguiente empiezan el High School donde tienen más asignaturas, más profesores y más exigencia académica. En este colegio los alumnos tienen la misma profesora principal desde que empezaron primero, así que llevan ocho años juntos. Los alumnos, la mayoría también son los mismos desde que empezaron, por eso más que una clase son una familia. Uno por uno fueron saliendo para hablar de su experiencia a lo largo de todos estos años, contar anécdotas, recuerdos, etc. Qué os voy a contar, el que más me gustó ya podéis imaginar quién fue. El Dieguillo, con una serenidad pasmosa y un inglés que ya nos cuesta entender, habló de las diferencias con el cole de España y de su vida en esta ciudad, de sus amigos y de su afición por nuevos deportes y nuevos equipos. Todo el público soltó una gran carcajada cuando comentó su principal preocupación para el año próximo: que tendrá que ver los partidos de los Giants de madrugada.
Me gustaron especialmente las palabras de una madre sobre su percepción de la vida en el colegio. Sobre la transformación de cada uno de los niños en casi ya adultos, de su calidad como seres humanos comprometidos de verdad con muchos valores. Yo sigo alucinando con lo estrictos que son con el respeto al medio ambiente, llegando por ejemplo al punto de pedir a la gente cuando hay una cena comunitaria en el colegio, que cada persona lleve su plato, vaso y cubiertos de casa para no utilizar platos de plástico, no malgastar, ni generar basura. Hablaba de una comunidad más que de un grupo de padres y es verdad que es increíble lo que los padres llegan a hacer cada año por el colegio y el bien de todos los chavales. Se emocionó hasta llorar y casi lo hacemos todos porque saben que a partir del próximo curso los niños se dispersarán en distintos institutos y los padres poco a poco también irán perdiendo contacto, aunque algunos tienen amistad ya para toda la vida. Nosotros sólo en unos meses hemos hecho amistad con algunos y es lo que nos va a resultar más duro a la hora de volver y lo que menos nos gusta de que esto se acabe. Algunos ayer nos decían que no era posible que nos fuéramos, que nos hemos integrado muy bien en su particular escuela y todos insistían en cómo sería posible que nos quedáramos o que volviéramos en el futuro. Yo hubo un par de momentos que me tuve que escabullir de algún corrillo porque los ojos se me empezaban a llenar de lágrimas. Sinceramente cuando esto empezó no podía sospechar que me encontraría ahora en esta situación. Pero bueno, algunos nos han prometido venir a visitarnos, de hecho una familia viene en agosto.
Después de la graduación nos fuimos todos a una casa que alquilaron para la fiesta. Una casa maravillosa, de principios de siglo con un jardín muy bonito. Lo pasamos muy bien, hasta el más serio de los padres se soltó la melena ayer y bebió y bailó hasta el apuntador. A nosotros sabéis que no nos hace falta que nos animen. El mejor momento para nosotros fue una acalorada discusión político filosófica con un grupo, alrededor de un cubo de sangría, un barril de cerveza y unos Cohibas que sacó Diego del bolsillo, primero un poco avergonzado, por si alguien se escandalizaba, ya sabéis que aquí no fuma nadie, y después casi tiene que salir corriendo de la avalancha de los que gritaban: yo también quiero uno. ¡Leches! Menos mal que no fumaban, se montó una camarilla de conspiradores de la que salía una gran fumata blanca, que discutían sobre esas estadísticas sobre los americanos que contaba Diego el otro día. Entre el alcohol y el puro, alguno hasta se atrevió a chapurrear unas palabras en español. Menos mal que uno de los conspiradores es el director del colegio, cosa que siempre nos salva cuando algún padre rancio nos mira con cara dudosa. Mientras tanto los chicos y los grandes bailan como locos. La mayoría de las jovencitas están descalzas y no me extraña, llevan unos tacones de vértigo.
Cada alumno se llevó de recuerdo un álbum precioso que el colegio ha hecho con fotografías de todos ellos en el cole, excursiones, partidos, fiestas, etc.
Como decía Martín el otro día, "qué raro mamá, es la primera vez en mi vida que no quiero que acabe el curso".
Es que para ellos más que un año de cole normal ha sido toda una aventura. Y eso no gusta que se acabe. Anímales a que la vuelta será otra, retomar amistades, costumbres, comidas, horarios, la terrible familia, y dentro de nada su antiguo cole donde serán, al menos al principio, los héroes a entrevistar. Yo por mi parte si que quiero que acabe el curso, estoy hasta las P... y quedan dos semanas de infarto. NECESITO VACACIONESSSSS
ResponderEliminarTe entiendo Matilde porque yo soy de las que en Semana Santa ya no puedo mas y sueño con no volver al colegio, las últimas semanas se hacen interminables además con el calor de Madrid. Es una putada que SF esté tan lejos y sea tan caro venir, si por lo menos estuviera en la otra costa........pero ya no sería lo mismo.
ResponderEliminarDiego jr sale a sus padres con lo de la ropa, fué el único que no le dio la gana ponerse chaqueta, la mayoría de sus colegas alquilaron esmoquin, èl ni se metió la camisa por dentro. Jejeje.
Por cierto esa foto tan chula que abre hoy el blog es mía, si la hice yo en un garito de Arizona, pero no me preguntéis cómo.
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