sábado, 25 de junio de 2011

QUÉ GENTE MÁS RARA

Cuando trabajaba en la revista Motociclismo, cada mañana bajaba con mi amigo Miguel Rojo a desayunar un Donut y una Coca Cola, nos sentábamos en un banco y durante media hora veíamos pasar a la gente y adivinábamos como podía ser su vida. Es un divertido ejercicio que pienso seguir haciendo en mi vejez, sentadito en mi banco con la garrota y el transistor.
En este año de ritmo más relajado y en una ciudad tan curiosa como esta, hemos jugado a ese juego muchas veces. Ayer, sin ir más lejos, sentados en el Starbucks de la calle Powell intentamos distinguir algo del perfil de cada paseante sólo por su aspecto, pero no era nada fácil. Qué panda de gente rara, no había forma de encontrar a nadie de lo que podemos considerar como normal y cuando lo veíamos, era un turista. De verdad que cada uno que pasaba era un personaje misterioso, por su aspecto o su indumentaria o sus tatuajes o su corte de pelo o sus andares o incluso su olor. Esa sensación sólo la había tenido en Amsterdam hace un par de décadas cuando Montse y yo alucinábamos viendo las pintas de la gente por la calle. Claro que Amsterdam y Berlín son las ciudades que más me recuerdan a San Francisco, no por sus cuestas sino por esa atmósfera libertaria atufada de marihuana y llena de colorido.
Pero estos días, ese colorido es mucho más vivo y los personajes "curiosos" más numerosos y es que estamos en el fin de semana de la Pride, del orgullo gay, y la ciudad se ha llenado de reivindicativos homosexuales que pasean y compran los últimos modelitos para el desfile del domingo. Este fin de semana Castro rompe fronteras e invade la ciudad con toda la euforia provocada por la noticia llegada de Nueva York que permite las bodas homosexuales en aquel estado. Aquí se autorizaron hace tres años pero luego entraron en un confuso proceso legal de recursos y contrarecursos que aun no ha dejado claro el panorama. Pero eso no impide que Frisco sea la ciudad gay por excelencia y eso le da un toque muy especial.
En el cristal oscuro de la franquicia cafetera se refleja la gente que pasa y muchos de ellos aprovechan para retocarse el peinado, subirse las tetas o ajustarse los pantalones ante el espejo, sin percatarse de que al otro lado hay una familia de españoles tomando capuccinos, partiéndose el bolo con el desfile. Una gorda inmensa embutida en leguins, una pareja de lesbianas besándose, un ejecutivo del sector publicitario con pañuelo de colores en el cuello, un rapero colocado con el "loro" a tope, una viejecita argentina con cuatro maletas, dos culturistas revienta camisas cogidos de la mano, un chino recogiendo latas de las basuras, un loco hablando solo, un homeless en silla de ruedas, un policía en bicicleta, un teenager vestido de rosa y con zapatos de tacón... Al rato hemos salido a la calle, he mirado a la cristalera y he visto a un tipo extraño con melena canosa, algo amarillenta, vestido con un polo naranja, bermudas verdes, calcetines grises y zapatillas Nike de diseño. Qué gente más rara hay en esta ciudad.

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