domingo, 26 de junio de 2011

EL CÍRCULO SE CIERRA

Desde que empecé a ser consciente del paso del tiempo en mi vida, debía tener unos diez años, a saber que la vida en realidad es una sucesión de ciclos de tiempo más o menos organizados que se repiten, que te dan seguridad y estabilidad, tan importante cuando eres pequeño, pero también esa sensación de ser arrastrado sin saber por qué ni hacia dónde. Yo recuerdo tener esas sensaciones muy pequeña. Un día al cerrar los ojos al acostarme, apareció por primera vez una visión concreta y casi física del tiempo en mi vida. Para mí, como para cualquier niño, la consciencia del tiempo y sus ritmos empezó relacionada al curso escolar. A final de verano apareció en mi mente una imagen muy real de un círculo grande que se dibuja sobre una superficie blanca y vacía. En el extremo del principio está el mes de septiembre, ¿cómo no?, y el principio de las clases. Cada día al acostarme y cerrar los ojos aparece en mi mente la imagen de este círculo que se va completando con el paso del tiempo. Así en navidades la circunferencia es un trozo de arco del tamaño de la parte exterior de un quesito. Pasadas la vacaciones, durante días y días parece obstinarse en no avanzar, provocándome un aburrimiento infinito. A finales de febrero repentinamente el círculo avanza a mayor ritmo y sin darme cuenta veo media circunferencia. Transcurren los meses y el círculo se va cerrando hasta que una mañana de agosto, tumbada al sol, con los ojos cerrados, veo que sólo queda un pequeño hueco para completarse. Otras cosas además del tiempo tienen una imagen en mi mente. Supongo que porque soy pintora y necesito representar lo que siento. Nunca le he preguntado a nadie si le sucede lo mismo.
Ahora, casi a punto de volver a Madrid, veo otra vez que el círculo se cierra. La sensación de novedad, desconocimiento y curiosidad va dejando paso a la idea de estar tumbada otra vez en mi sofá favorito, las caras de mis amigos o el sabor de un trozo de melón.
Tengo mala memoria y mucha facilidad para sustituir en mi cabeza unas cosas por otras. Sé que cuando abra el armario me voy ha encontrar con cosas que ahora, por mucho que me esfuerzo no recuerdo, porque de verdad las he eliminado. Mientras vaya recuperando mis cosas y sensaciones supongo que seré otra vez la misma de siempre y hasta puede que sienta que nunca me he ido. Pero en ese momento sé que me daré cuenta de que no hay duda, ya no soy la misma.
Y el círculo de este año se cierra y dentro de él hay una luz maravillosa, la de esta ciudad y cinco buenos amigos.

4 comentarios:

  1. Amiga, eso es que nos hacemos mayores. Imaginate el día que Dieguillo termine carrera y master, yo me he sentido una autentica megavieja. Eso si que es cerrar un círculo. Pobre de mi hijito la que se le viene encima, ya no le queda más remedio que entrar en el aburrido mundo de los adultos. Como veo que echas de menos el melón te diré que he desayunado una buena porción, jejeje. Ya queda menos, os esperamos, sobre todo para reirnos del acentazo yankie, no te creas...

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  2. En la foto que habéis puesto en la entrada se ve a una chica con un buen par de melones, listos para comerlos quizá... Firmaré como anónimo este vez.

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  3. Es verdad, no me había fijado. Es una instalación en el Museo de Oakland, una miniatura que se ve por la mirilla. Muy observador, anónimo Manuel.

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  4. ¿Y cómo sabes que quizá haya sido yo, jajaja? Besos

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