viernes, 29 de abril de 2011

UNA ASQUEROSA SENSACIÓN DE LIBERTAD

Esta mañana Montse les ha comentado a los chicos que la semana próxima llegan los abuelos. "Niños, pronto van a venir mis padres", les ha dicho. Martín y Diego, aunque ya lo sabían,  se han puesto muy contentos, pero la reacción de Lucio me ha dejado atónito. De inmediato se ha girado hacia mí, me ha mirado y riéndose a carcajadas ha canturreado: "Chincha, chincha, que tus padres no vienen, tus padres no vienen". Como primera reacción he estado a punto de darle una bofetada, después he sentido ganas de llorar y por último he pensado en explicarle por qué no van a venir los míos; al final he reído con él y he dejado pasar la metedura de pata como lo que es, un anecdótico reflejo de la inocencia infantil.
Me ha venido a la cabeza una mía similar que me dejó impactado aunque era bastante pequeño, como bien puede apreciarse en la foto. Mi padre nos estaba enseñando geografía sobre un magnífico atlas que tenía en casa; ya os hablé de mi pasión por los mapamundis que ya desde pequeño cultivaba, así que con toda mi inocencia solté "Papi, cuando te mueras me dejas este atlas a mi"... Todavía noto el sudor y el calor en la cara de lo colorado y avergonzado que me sentí tras la bronca que me echaron y ahora cuando veo el atlas me siento tremendamente mal.
No me voy a poner melodramático ni a hacerme la víctima por ser huerfanito. A los 47 años es algo bastante habitual haber perdido a tus padres y hay mucha gente que lo ha sufrido mucho antes, sin apenas hacer ruido. Es algo extraño, de pronto pasas a ser el primero del escalafón, no hay nadie más arriba a quien consultar o con quien compartir; no hay nadie a quien dar explicaciones; no hay nadie de quién estar pendiente... De repente eres tú, con los tuyos, con tu independencia, tu libertad, tus decisiones y nadie por encima en el árbol genealógico...Una asquerosa sensación de libertad.
Ya no tengo que llamar a preguntar por mi madre, ni me tengo que programar los fines de semana para estar con ella, ni tener cuidado de no hablar de motos, ni asustarla con mis viajes... Te acuerdas de cuando de pequeño te decían aquello de "Cuando seas padre comerás dos huevos" y te das cuenta de la estupidez porque ahora ya no quieres dos huevos.
Un día mi padre me dijo que no quería ver fotos antiguas ni volver a su antigua casa, donde ahora vive mi hermano Rodrigo, porque le daba mucha pena ver como había pasado el tiempo "hace nada que estábamos construyendo esta casa con toda la ilusión del mundo y ahora, todo se termina". Esa frase la tengo siempre bien presente, como la letra de "A la taverna del mar" de Lluis Llach, cuando el viejo se lamenta y recrimina a su sentido común que siempre le decía "demà tindràs temps encara" (mañana tendrás tiempo todavía). Y siempre intento sacar mi moraleja, que no es otra que "a vivir que son dos días"... Mañana y pasado, fin de semana.

1 comentario:

  1. En Madrid el fin de semana son tres días, mañana, pasado y al otro. ¡¡Os ganamos!! Por una vez ¿no os damos envidia nosotros?
    Besos

    Manuel

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