Valiente, rotunda y contundente como sólo puede ser quien habla con el respaldo de la verdad y en defensa de la justicia. Cada vez que empieza a hablar le tiembla la voz y cuando termina se emociona; en parte por cierta fragilidad femenina, en parte por el dramatismo de sus afirmaciones y en parte porque con sus palabras está defendiendo la vida de millones de inocentes y la suya misma, una vida que pende de un hilo muy fino, rodeada de tanta gente que pagaría fortunas por acudir a su entierro. Ayer conocimos a Malalai Joya, una de esas activistas que te hacen pensar que de verdad, otro mundo es posible.
Para quienes no sepáis quién es, Malalai es una joven Afghana, que se desprendió del Burka, se presentó a las elecciones y se sentó en el parlamento del país más convulso del mundo para denunciar a buena parte de los políticos allí sentados, acusándoles de ser "señores de la guerra". No contenta con eso, también se ha erigido en la voz más insistente y molesta para Obama, reclamando la salida inmediata de las tropas extranjeras de Afghanistan y denunciando los continuos crímenes de guerra contra civiles o las atrocidades de los soldados yankees, que hasta se fotografían riéndose ante los cadáveres de sus víctimas. Sus palabras están respaldadas por vergonzosos datos que deberían poner al mundo en pie contra estas intervenciones y contra la maquinaria de la guerra y el negocio de la muerte.
En el valiente recorrido difundiendo su mensaje "es muy fácil que me maten, pero no taparán la verdad", Malalai ha llegado a San Francisco. Las autoridades de inmigración le denegaron el visado porque decían que no tenía empleo, pero tras un escándalo en los medios, se han visto obligados a dejarla entrar y a tener que oír en su propia casa la crudeza de sus afirmaciones, primero en una multitudinaria conferencia y después en una manifestación pacifista. A ella hemos dedicado el fin de semana, con el orgullo de haberla conocido, la rabia de escuchar la cruda realidad de este mundo y recuperando nuestro más juvenil instinto revolucionario. Como decía un amigo mío, tiene su morbo esto de ser antiimperialista en el Imperio.
Esta bien el articulo, pero, ¿Quien es el chino que esta en la foto?.
ResponderEliminarUn saludo a todos
Yo al chino lo conozco, quien no tengo ni idea es quienes son los otros cuatro
ResponderEliminarPues yo conozco al chino y a los otros cuatro pero no sé quiénes sois vosotros. Anónimos, haced el favor de firmar los comentarios o tomaré represalias.
ResponderEliminarQue bien me sentí ayer con la pancarta en la mano y no digamos antes de ayer escuchando a Malalai. ¡Eso es ser valiente! y estar comprometida de verdad.
ResponderEliminarMenuda mierda de políticos tenemos, mediocres,aburridos, ansiosos de poder........
A lucio parece fascinarle lo que le estan contando, los otros dos piensan en sus cosas y tu, montse, pareces incluso enfadada! jajaja
ResponderEliminarMuy bueno Antonio. Gracias por no decir nada de la señora de las gafas redondas y del extraño barbas que mira a la cámara...¡Capullo!
ResponderEliminarjajaja tienes razon! los hippies americanos se lo toman en serio por lo visto
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