sábado, 2 de abril de 2011

LA VIDA SIGUE

Podría haceros un recopilatorio de las cosas bonitas que me han dicho en los últimos días y llenaríamos un libro. También podría ironizar con algunas de las frases hechas que se dicen en este tipo de eventos y que ni siquiera pensamos en su significado. Frases como "te acompaño en el sentimiento" o "no somos nadie", me dejan pensativo siempre que las oigo. Con la de "lo siento" había un chiste macabro que no voy a contar por no herir sensibilidades. Hay otras de contenido religioso que prefiero tampoco mencionar por evitar de nuevo herir sensibilidades, incluida la mía. La que sí requiere un reservado es la que he utilizado como titular de esta entrada: "La vida sigue". Es una de las más reconfortantes y animosas, que te incita a mirar "palante"y que suele ir acompañada de una cariñosa palmada en la espalda. Pero ante todo, es mentira. Reflexionemos: cuando alguien se muere, lo que no sigue es precisamente la vida... Pero bueno, entendamos que todas ellas están dichas desde el más sincero respeto, afecto y cariño. ¡Cómo lo agradezco!
Pero como hay que irle quitando drama a este blog, voy a empezar la transición ayudado por los niños y su bendita inocencia. Algunos de sus comentarios son dignos de mención. Rodrigo, hijo menor de mi primo Luis, al enterarse de que "Amalia había muerto", preguntó: "¿La han disparado?", es lo que tienen las películas. Juan, otro jovenzuelo asiduo a este blog, preguntó a su madre: "¿Y yo, tengo que estar triste?", para a continuación resolver otra duda: "¿Creeis que Diego me invitará al entierro?". Julia, la hija de mi hermano Rodrigo, ante la sugerencia de su madre, Mónica: "Mira hacia las estrellas y piensa qué quieres decirle a la abuela Amalia", contestó "voy a pedirle que no se muera". Carlos, también hijo de Luis y Olga, habló con su madre de la muerte y de cómo nos transformamos en tierra y nos fundimos con la naturaleza y él también expresó su deseo: "Yo me pido tulipán".
Con su sonrisa os dejo. Para ellos sí que sigue la vida. Como decía Montse el otro día... Quién tuviera cinco años.

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