domingo, 9 de enero de 2011

PROHIBIDO PROHIBIR

Puñetera manía de la sociedad occidental de prohibir por prohibir. No presumimos tanto de liberales, demócratas y permisivos, pues ¿por qué prohibimos tanto? Las leyes, las normas de circulación, las reglas del colegio... nos van delimitando el camino a seguir marcando claramente los límites de los que no podemos salirnos. Pero por si fuera poco, cada uno nos encargamos de ponerlo más difícil aportando nuestras propias prohibiciones. En nuestra casa está prohibido por el casero fumar y tener animales (los niños no cuentan) y yo he aportado otras prohibiciones a nuestra convivencia: prohibido jugar a la pelota, prohibido mear con la tapa bajada, prohibido pelearse...
Este país, que es muy permisivo para algunas cosas, es restrictivo por todas sus esquinas. A mi ya me han regañado por hacer skate en el parque, por montar en bici por la acera, por hacer fotos del partido de fútbol desde la banda, por apoyar al niño en la vitrina de los helados, por cruzar la calle fuera del paso de cebra, por girar a la izquierda en una calle, por tener ideas de izquierdas, por hacer fotos del partido de basket desde el fondo, por no llevar al niño de la mano (ya sea izquierda o derecha), por parar en un vado... Y uno ya no tiene edad de que le regañen tanto.
Ayer fui a entrar a una interesante tienda de la calle Haight, la de los hippies y según abría la puerta me topé con un cartel que decía: prohibido helados, prohibido bebidas, prohibido comida, prohibido hacer fotos, prohibido paraguas, prohibido meter carritos de niños... Leí la lista y me di la vuelta diciendo bien alto "¡Prohibido entrar!" y prometo no entrar nunca jamás a esa tienda y si lo hago será en acción de guerrillas para poner un cartel que ponga ¡Prohibido prohibir!

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