martes, 25 de enero de 2011

EN CASA NO HAY "FOYER"

El sábado, cenando en casa de unos amigos, conocimos a una chica mexicana que vive por estos lares. En un correctísimo spanglish estuvimos bromeando sobre palabras del castellano con distintos significados según las digas en Europa o América. Obviamente pusimos el ejemplo de "coger conchas" y su distinto sabor si son de la playa de Ferrol o si las "coges" en Buenos Aires. A mi me encantan todo este tipo de juegos de palabras, como bien puede verse en mi estúpido humor, reflejado en este pestoso blog. Pero he de reconocer que en alguna ocasión lo he pasado mal con estas tonterías.
Sin ir más lejos, el otro día, en el parque, estaba yo ayudando a Lucio a bajar de uno de esos complicadísimos columpios diseñados por un ingeniero impotente y estéril, cuando una niña de su edad se abrazó a él (a Lucio claro está, no va a ser al ingeniero). En ese momento llegó su cuidadora, una chica iberoamericana, que encantadoramente le sugirió a la niña: "Caroline, espera a que se corra el niño". Y yo, que ya no sé si estoy acompañando al púber, al preadolescente o al pospañal le lanzé una mirada asesina a la tata invitando a ambas dos a salir por piernas de aquel siniestro columpio.
Pero es que al día siguiente, como llovía, en lugar de ir al parque subimos a casa y con Lucio se vino su amigo Ben y su cuidadora, una altísima señora que intuyo que estaba bastante buena en tiempos de la República (la española, por supuesto). Pues bien, la "abuela de Ben" que es como la llama Lucio, se sienta a tomar un café en frente mío con la bragueta totalmente bajada. A mi, de entrada, se me cortó la leche del café, pero inmediatamente intenté remediar tan desagradable espectáculo haciendo todo tipo de gestos con mi ropa, colocándome los pantalones, cerrándome bien mi bragueta...Vamos, lo mismo que se hace cuando tu interlocutor tiene un moco en la nariz... Pero nada, la tía no se daba por aludida y yo paré, no fuese que interpretara mis movimientos como algún extraño ritual o cortejo característico del "español en celo".
Lo peor llegó cuando le enseñé la casa y se quedó muy sorprendida porque no teníamos "foyer" (nunca entendí porque le llaman "foyer" al vestíbulo cuando es el lugar menos apropiado). En ese momento, mi mente calenturienta entró en estado de pánico y salí corriendo escaleras abajo: "Son ya las tres, tengo que ir al cole a recoger a Martín y Diego...So sorry".

1 comentario:

  1. COBARDEEEEEEEEEEEEE¡¡¡¡¡¡ Y claro, cuando te habias ""corrido"" todas las escaleras abajo, te diste cuenta que te habias dejado a Lucio en casa con la marraneta ¿¿¿no???.


    La mujer del hermano mayor

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