Como cada domingo, el domingo fuimos a misa. Bueno, miento, no vamos todos. Desde que llevamos aquí no sé si habremos ido una o ninguna veces. El caso es que fuimos a misa... porque pasábamos por allí. Eran las 12, estaba el luminoso de fuera encendido y se oía música dentro, así que Victoria dijo: "vamos a entrar a ver si hay Gospel". Y había, claro que había... ¡Vaya show!
Poneos en situación. Iglesia moderna y pequeñita de centro cultural en la calle Ellis, unas 25 personas (todos ellos negros) asistiendo al servicio; un cura o pastor o reverendo o como queráis llamarle, dos palmeros, un batería y un cámara. Tranquis, que ahora explico las funciones de cada uno.
En el otro equipo ocho españoles (todos ellos blancos) con cara de intrusos asustados, digamos que no demasiado practicantes, un Martín y un Lucio. El Dieguillo se había quedado en casa a ver perder al Espanyol.
Según llegamos concluían los emocionantes cánticos de Gospel acompañados por un frenético ritmo de batería, tocada por una jovencita totalmente extasiada y poseída por la presencia divina. Como teloneros, no estuvo mal, aunque yo estaba jodido por un SMS enviado por Diego: "Gol d Valencia". Acaba el Gospel, se bajan las inmensas y oscuras mujeres del estrado, sube un solista con cara de cobrador de peaje y nos deleita con un exquisito tema en una especie de flamenco pasado por Harlem. La letra me llegó al alma: "No quiero ir a Londres, no quiero ir a París, no quiero ir a la India, no quiero ir a New York...Yo sólo quiero ir al cielo". El auditorio rompe a aplaudir, negros y blancos, unidos por la euforia viajera.
La mañana no iba mal, pero faltaba lo mejor. Un par de minutillos de lectura conjunta; nos repartieron Biblias a todos y a coro leímos el Salmo 27. No me enteré muy bien de la historia porque además de estar en inglés yo tenía un ojo puesto en Martín, que aporreaba con fuerza la máquina de Coca-Cola del vestibulo para que le devolviera el dólar que se había tragado, el otro en Lucio, que pasaba por debajo de uno de los bancos y a punto estaba de aparecer dentro de las faldas de la obesa negrita de delante, y el otro en el móvil en espera del ansiado SMS. Fue acabar la lectura del Salmo y llegar el mensaje: "Gol d Espanyol". Empezaba a reencontrarme con la fe que había perdido el día de mi bautizo, según me echaban el agua por la cabeza.
Más a gusto, con el empate en el bolsillo, empezó la actuación estelar del Pastor. ¡Qué tío! ¡Menudo vigor! ¡Vaya fuerza! Cómo se metió al público en el bolsillo con un espectacular rap que ni el mismísimo Eminen: "Dios te protege, Di-di-di-dios te salva, Dios te-te-te-te-te guía, Dios-os-os-os te quiere-quiere-ere-ere-re-re-eeee, Dios es el Señor, Ale-ale-ale-luya-luya-luya-ya". Los argumentos no eran muy convincentes pero el ritmo y el éxtasis alcanzado por el reverendo daban credibilidad a lo que hubiese querido decir. Y por si había dudas, a su lado dos palmeros también sesentones, le hacían coros a cada frase gritando: "Yeah!", "Looord", "Jesuuuus!", "Gooooood", mientras miraban a la cámara (supongo que lo colgarán en you tube) y lanzaban los brazos al aire intentando arengar a las masas. Como parte de las masas, he de reconocer que en varias ocasiones grité con ellos. Al final, incluso bautizaron a una niña, aunque sin echarle agua, para que no le pasara lo que a mi, y fuimos a saludar uno a uno a todos los oficiantes, a la familia de la bautizada y al resto de asistentes.
Y en eso, cuando iban a sonar los tres silbidos y podíamos ir en paz, llegó el tercer SMS: "Gol d Valencia en fuera de juego" y de nuevo perdí la fe. El domingo igual volvemos porque lo pasamos en grande, lo digo en serio y con todo el respeto del mundo para quienes tienen la suerte de creer. Además jugamos contra el Zaragoza en casa.
Por cierto, no tengo tres ojos, pero quedaba bien...
Cuando yo estuve con "el hermano mayor" en New York, en mi primer viaje del Banco, en lo que vienen llamando ellos, la cena de gala, que es cuando nos ponemos todos guassspos y guassspas y entregan los premios y todos se quieren y se abrazan, de actuacion llevaron a los miembros del coro de una misa Gospel............y es cierto, de repente en cinco minutos estabamos todos en el escenario, cantando de la mano y moviendonos de un lado a otro, como si lo hubieramos ensayado toda la tarde. Para mi fue una de las cosas mas especiales que he vivido.
ResponderEliminarLa mujer del hermano mayor
No hay nada que soporte menos y me dé más vergüenza que el momento "Daos la paz", y tener que coger de la mano a perfectos desconocidos que te miran con cara de "a mí tampoco me apetece", odio ese momento.
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