miércoles, 16 de febrero de 2011

MORIR EN UN PASO DE CEBRA

Si sigo mucho tiempo en esta ciudad, sé cuál va a ser el final de mis días. Mi destino tiene que ver con un paso de cebra, lo tengo claro. O por pasiva, porque me atropelle un coche el primer día que llegue a Madrid y cruce la calle con la misma tranquilidad con que lo hago aquí, seguro de que todo el mundo se para en los stops. O por activa, por ser condenado al corredor de la muerte tras atropellar a toda una familia en uno de los pasos de cebra de Frisco. Ahora mismo tengo bastantes papeletas para esto segundo porque estoy empezando a coger confianza a la conducción en esta ciudad y ya me he llevado más de un susto con peatones suicidas que se te avalanzan inconscientemente sobre el capó.
Reconocedlo, el que más y el que menos se ha parado alguna vez a pensar como va a a morir. El que más, lo piensa todos los días; el que menos, menos. Yo antes era de los que más y ahora de los que menos. Me explico. Cuando era joven estaba convencido de que palmaría joven, subido a algúna moto de gran cilindrada o cacharro similar. Mi amigo Nacho Vegas, del que ya os hablé hace poco, dice en un tema: "Todo el mundo fantasea con una muerte dramática". Después, con el stress del trabajo y los kilitos de más, me hice candidato al infarto. Poco después con la madurez (física, que no mental) me hice hipocondriaco enfermizo. Me daba miedo cualquier enfermedad y pensaba que iba a morir de un catarro o un dolor de muelas. Entonces me enteré de que la hipocondria era también una enfermedad y la dejé de inmediato, no fuese que la palmara por su culpa. Ahora cada vez tengo menos paranoias de este tipo. Mi admirado Tiziano Terzani decía que con la edad le pierdes el miedo a la muerte porque vas estando cada vez más tranquilo contigo mismo y te van quedando menos cosas por hacer. En cierto modo es verdad, según van creciendo los chicos vas viendo que ellos son tu legado. Con eso le he perdido el miedo a enfermedades, operaciones (salvo a la de autopsia), a los puentes de San Francisco y en buena medida al avión. Realmente sólo me da miedo el dolor, pero para eso, mi amigo Terzani también me enseñó algo: "Cuando te duela algo, piensa de qué color y forma geométrica es ese dolor y mientras tanto habrá pasado". Probadlo.
Todo esto os lo cuento porque mi santa esposa ha tenido la brillante idea de alquilar la película "Viven" para que la vean los chicos, unos días antes de que me suba a uno de esos siniestros aparatos a recorrerme medio mundo. Según le han dado al "play" me he escondido en la habitación con mi vasito de vino y mi ordenador a escribiros esta estúpida reflexión.

5 comentarios:

  1. No se yo esa teoría...hoy voy al dentista y no se qué forma pensar para el dolor que tengo por la boca y lo que me espera...(si después de acabar un tratamiento en un dentista vas a otro te encuentra 3 caries más y necesitas otros dos implantes de esos que hacen además dolor al bolsillo)....si al menos la enfermera tuviera formas en las que perderse mentalmente.....pero no...

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  2. Últimamente a mí me da por pensar que me va a caer encima un suicida que se tira desde una ventana, y ando todo el rato alejándome de los edificios, para no ponerme a tiro. Qué cosas se nos meten en la cabeza...

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  3. Luis te recomiendo que cuando te sientes en el sillon del dentista, le agarres sus partes y mirándole a los ojos le digas: ¿Verdad que no nos vamos a hacer daño? Siempre funciona.

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  4. Prefiero pensar en organizaros el "ultimo evento" ¿Quien se va a quedar a organizar el mio?

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  5. Bea, habla con Last Lap. Seguro que te hacen precio especial por ser amiga.

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