viernes, 24 de septiembre de 2010

EL PT

Poco antes de salir de España comí con un buen amigo, adinerado ejecutivo, que hacía tiempo que no veía. Entre bocado y bocado nos sorprendió con una inesperada revelación: "Chicos, tengo un PT". Yo pensé que se trataba del último artilugio de Apple y, aunque me extrañó que no se llamara "MacPT" o "i-PT", no quise quedar de inculto informático y le pregunté: "Y ¿qué tal?, ¿funciona bien?" a lo que él contestó: "No me gusta nada, pero es la única forma de hacer ejercicio". Luego me enteré de que PT son las siglas de Personal Trainer, es decir Entrenador Personal, y desconecté de la conversación porque es un tema que no me interesa nada. Mi única experiencia en este sentido se retrae a tiempos del colegio, cuando el profe de gimnasia nos hacía dar vueltas a la manzana hasta que sintiéramos el saborcillo de la sangre en la garganta. Lo recuerdo con pavor y eso que yo me metía por una casa abandonada para recorrer sólo media manzana. Después contraté un PT para los corredores del equipo de mountain bike y ellos me pidieron que lo despidiera cuando se lo encontraron en la subida más dura de una carrera gritandoles: "¡El sufrimiento es gozo, el sufrimiento es gozo!"
Aquí en San Francisco he vuelto a descubrir lo que es un PT, hay uno en cada esquina. Es increible, estos yankees están sonados. No contentos con salir a cualquier hora a correr, montar en bici, hacer taichi o jugar al fresbee, se juntan por las mañanas en grupitos de 3 ó 4 y a órdenes de un PT realizan todo un repertorio de sofisticados ejercicios. Sacan alfombrillas a la acera o al parque y venga abdominales, venga pesas, venga flexiones... Mi PT es más barato, por la mañana Montse que me lleva a caminar con la lengua fuera y por la tarde Lucito que me obliga a subirle en brazos todas las escaleras de casa.

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